Susana Fortes - Fronteras de arena
Здесь есть возможность читать онлайн «Susana Fortes - Fronteras de arena» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Fronteras de arena
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Fronteras de arena: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Fronteras de arena»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Fronteras de arena — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Fronteras de arena», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
– Todos nos ocultamos de algo. De una creencia, del miedo, de un error…
En el rumor espaciado de la conversación parpadea la llama temblorosa y emocionante de una amenaza que los cerca quizá por esa creencia, por ese miedo, por ese error. Las calles angostas, cada vez más desiertas, parecen trasmutadas en una de las inverosímiles noches de las novelas de capa y espada donde dos amigos podrían acuchillarse en duelo feroz por no haberse reconocido las caras. Esquinas borrosas, inesperados salientes, encrucijadas que se abren en la negrura como los mismos caminos de la vida. Como el amor que se vive sin certeza alguna. La forma en que llega a ocurrir no se sabe tampoco, ni el porqué. Un hombro redondeado que de pronto absorbe toda la luz y al ser observado aisladamente del resto del cuerpo, alberga por sí solo la conciencia del deseo, algo futuro e inalcanzable que no se puede poseer, como las colinas desmembradas que encuadran una dimensión única dentro del horizonte o la depresión del cuello, el lugar íntimo de donde procede la voz, cada uno de los sonidos que destruyen el anonimato. Hay un instante involuntario antes del enamoramiento en el que todos los sentidos se concentran en una dirección. La memoria, la intuición, el momento que atraviesa uno mismo, la propia inteligencia se tensa a la espera de algo. El amor se manifiesta con el espíritu del halcón.
Garcés se gira hacia ella, contempla las líneas de su perfil entre el cabello que le oscila sobre los hombros al caminar; el trazo limpio de la frente, la curva del cuello prolongándose hacia el escote. Se pregunta si algún hombre habría acariciado aquella piel alguna vez, sin prisa, demorándose en cada centímetro, del mismo modo en que él desea hacerlo. Es entonces, al levantar los ojos, cuando inesperadamente cambia el registro de la conversación, impulsado por una incontenible exaltación verbal, absuelto y locuaz, como si sólo ahora tuviera la ocasión y el derecho de decir en voz alta todo lo que hasta ese momento ha callado. Va despojándose de sí mismo; enumera para Elsa Quintana las palabras que jamás se hubiera atrevido a pronunciar si no fuera inminente su partida y si no temiera que pudiesen ocurrir hechos capaces de alterar sus vidas para siempre. Se siente amparado por la fatigada complicidad de la noche como si se hallase inmerso en un escenario intacto del que hubieran desertado hace ya tiempo los actores, dejando en el aire una intimidad acogedora donde encuentra eco el estremecimiento desnudo de sus sentidos. Elsa Quintana levanta la vista y ve los ojos de Garcés, repentinamente serios, clavados en ella, el pelo negro, la tez olivácea y aquella mirada… No fue nada, apenas un momento, un simple signo en el morse del entendimiento, pero tan intenso y perturbador que ella siente la necesidad de cubrirse los hombros con el chal y regresar cuanto antes al subterfugio de las palabras. El propio sigilo de la voz, honda y masculina, le hace olvidar por momentos la ciudad en la que se encuentra y las razones que la han llevado hasta allí, sin entender los hilos que otra vez de forma imprevisible va tejiendo la urdimbre del azar. Pero le gusta la sensación de estar ahora mismo recorriendo los barrios occidentales de Tánger al lado de este hombre: la calle lunar, el diminuto círculo rojo de la lumbre del cigarrillo que él mueve en la penumbra, las paredes sucias donde relampaguean sus sombras como un reflejo aguado… Se siente tan conmovida y halagada como perpleja. Prefiere no saber, renuncia a la potestad de la clarividencia que algunas personas tienen para entender lo que sucede en tiempo presente y que ella sólo alcanza a vislumbrar cuando ya son pasado. Le gustaría responder orgullosa a esa imagen enaltecida que el hombre se ha hecho de ella. En su interior pugnan con igual fuerza los propósitos de retraimiento y entrega, pero el combate íntimo concluye en ascética renuncia.
– Ni siquiera me conoces -dice con un punto de dureza en la voz que le da a la frase un tono de reprimenda-. No sabes nada sobre mí.
Junto a la verja del Hotel Excelsior, él reprime el impulso de tocar reverencialmente sus mejillas como si temiera profanarla, los pómulos, la comisura de los labios, comprendiendo que lo daría todo a cambio del olor tibio del cuerpo de ella cuando alza el brazo para recoger detrás de la oreja un mechón de pelo. Ve oscilar en sus pupilas la luz de una farola, la cabeza levemente inclinada contra las rejas, la boca silenciosa tan próxima ahora a su cara que puede percibir su tibieza. Entonces, sin apenas pensarlo, acerca los labios, entornando los ojos, despacio, estremeciéndose, sintiendo durante un instante la piel entregada de la mujer, cálida y acogedora, muy adentro; la firmeza del pecho que viene a apretarse tensamente contra el suyo de un modo grave, casi sacrificial, el fluir de toda aquella sangre que percibe desbordada bajo sus caricias con un rumor tan intenso como el del aguacero en la arena. Garcés se pregunta qué aspecto tendría ella en el invierno del Norte, asomada a una ventana con los brazos desnudos para recibir la lluvia de una tormenta. Se enamora de esa imagen. El escenario secreto de las vidas soñadas, la profundidad de campo mínima, su intimidad cerrada en el contacto del beso. Después, Elsa Quintana retrocede desconcertada como volviendo en sí, alargando la mano temblorosa hasta el portón de hierro, desviando el rostro hacia las sombras retintas del jardín. Se oye un murmullo de voces femeninas que se acerca, tacones repiqueteando en la escalera, un tintineo de pulseras. Garcés recompone su actitud, permanece un momento inmóvil, tratando de prolongar el singular ensueño, mirando la luna pequeña que trepa entre el ramaje de un sauce, buscando las palabras para despedirse:
– Me gustaría saber si podré encontrarte aquí a mi regreso -pregunta sin dejar de mirarla. Mirándola en realidad hasta deshacerla.
Pero los ojos de ella se han apartado ya, aumentando el espacio que los separa, la escalinata de mármol, la puerta giratoria del hotel, un código de aire en el que aprender a leer la escritura jeroglífica interior.
Demasiados sucesos, demasiadas emociones para una sola noche que, sin embargo, todavía reserva su mayor incógnita. Garcés se dirige ahora solo al puesto de guardia local donde le espera el chófer que le ha de conducir hasta el acuartelamiento de Tetuán. En ese instante la validez de su existencia se fundamenta en el supuesto de que ella pueda verlo todavía desde la ventana de su habitación, como efectivamente lo ve, bajando rítmicamente la calle a través de las sombras. Piensa en todo y en nada. La parte de sí mismo que se rebela hace que dé una patada a una piedra haciéndola rodar hasta el final de la cuesta.
Ya en la explanada del cuartel español, el patio de tierra permanece iluminado por las luces de los reflectores que se entrecruzan en giratorias intersecciones. A la izquierda, en el polígono de oficiales, se observa una inusitada actividad. Cuando Garcés entra en el pabellón se escuchan voces de alarma, alboroto de pasos, timbrazos, carreras, una voz enérgica grita en el teléfono desde el despacho de comandancia…
– ¿Qué pasa? -pregunta Garcés a un sargento que baja apresuradamente las escaleras con varios soldados.
– Se trata del coronel Morales. Se le disparó el arma cuando la estaba manipulando. Se ha matado.
XVI
Kerrigan tiene en sus manos el cable del consulado, una nota de uso interno del Foreign Office, redactada con el característico estilo rutinario de los informes biográficos sobre personalidades destacadas. Sus ojos van saltando con precipitación de una línea a otra:
Francisco Franco. General de División. Nacido en Ferrol el 14 de Diciembre de 1892. Sirvió con gran distinción en Marruecos, donde estuvo al mando de la Legión extranjera desde 1923 a 1926. Tuvo un papel destacado en la ocupación del sector de Ajdir, gracias al cual fue ascendido a general de brigada. Al crearse la Academia General Militar de Zaragoza en 1928, el general Primo de Rivera, le nombró su director. Cuando ésta fue clausurada por el primer gobierno republicano, el general Franco fue destinado a la XV Brigada de Infantería. En 1933 fue nombrado gobernador militar de las islas Baleares y en febrero del presente año comandante en jefe de las fuerzas de Marruecos. Pero en mayo, siendo Gil Robles ministro de la Guerra, le nombró Jefe del Estado Mayor Central. Oficial táctico y hábil, el general Franco es uno de los hombres más sobresalientes del Ejército español y ostenta casi en exclusiva el mérito, sin precedentes entre los altos oficiales, de ser ahora tan apreciado por los ministros republicanos como lo fue antes por los de la Monarquía. Está considerado un gran valor nacional. Actuó como asesor principal del ministro de la Guerra en la campaña militar de octubre de 1934 en Asturias. Pertenece a una familia de soldados distinguidos.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Fronteras de arena»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Fronteras de arena» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Fronteras de arena» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.