Eric Frattini - El Laberinto de Agua

Здесь есть возможность читать онлайн «Eric Frattini - El Laberinto de Agua» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Laberinto de Agua: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Laberinto de Agua»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Experto en los servicios secretos vaticanos, Frattini se ha inspirado para su segunda novela en uno de los personajes más controvertidos y desconocidos del cristianismo, Judas, el apóstol traidor. ¿Qué pasaría si su historia no fue como nos la han contado? Los cimientos de la Iglesia se tambalearían, y eso es lo que quiere impedir a toda costa el malvado cardenal Lienart.

El Laberinto de Agua — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Laberinto de Agua», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Espero que sepas lo que haces, pero, como te digo, ten cuidado con Aguilar.

– Muchas gracias, querida amiga. Nos vemos en Berna dentro de unos días -se despidió Afdera.

La tarde había caído ya sobre Florencia, coloreando los tejados de la ciudad de tonos violetas y rojos. La cúpula diseñada en el siglo XV por Filippo Brunelleschi surgía altiva entre las sombras. Afdera miró su reloj. Aún le quedaban unas horas hasta la cita con Max. Se recostó en la cama e intentó dormir un rato, pero no dejaba de darle vueltas a aquello que Max tenía que revelarle. «¿Qué misterio ocultará Max?», pensó Afdera antes de conciliar el sueño.

Al cabo de un buen rato, la joven se levantó dando un salto sobre la cama.

– ¡Mierda, mierda! Me he quedado dormida -exclamó.

A toda velocidad se desnudó, se metió en la ducha, se puso unas braguitas negras, unas medias con liguero y se enfundó en un vestido negro que dejaba entrever el escote. «Si no consigo excitarle así, es que es gay, está claro», se dijo ante el espejo mientras se levantaba los pechos para hacerlos más exuberantes.

Salió a toda prisa y tomó un taxi rumbo al restaurante en donde tenía su cita con Max. El conductor no dejaba de mirar por el espejo retrovisor a su pasajera. Era moreno, muy atractivo y de ojos verdes. «Es el perfecto italiano, con un rostro muy florentino», pensó Afdera.

– Disculpe, señorita. Déjeme decirle que está usted preciosa -dijo.

– Muchas gracias, pero estoy casada -sentenció la joven, mostrando uno de sus anillos para cortar en seco cualquier intento de cortejo por parte del atractivo conductor.

– Perdone, no quería molestarla.

– No se preocupe. De cualquier forma, muchas gracias.

Durante el resto del trayecto reinó el silencio en el interior del vehículo.

– Aquí es -anunció el taxista.

Afdera se bajó y entró en el restaurante. Max aún no había llegado. El camarero la acompañó hasta una mesa situada al fondo de la sala.

– Póngame un martini seco mientras espero a mi acompañante -pidió al camarero.

Miró su reloj. Eran las nueve y diez. Cinco minutos después apareció Max. Afdera aún no se había dado cuenta de su presencia hasta que vio al camarero dirigirse hacia ella seguida por Max.

– Ésta es su mesa, señor -dijo el camarero, apartándose del campo de visión de Afdera.

En ese momento, la joven vio a Max vestido con un elegante traje negro que dejaba a la vista un inmaculado alzacuellos blanco. Su rostro pasó de la sorpresa a la indignación.

– ¡Soy una estúpida! -dijo, intentando levantarse de la mesa para salir huyendo-. Debes de habértelo pasado muy bien con mis insinuaciones. Soy una auténtica estúpida. ¿Cómo no me di cuenta?

– Déjame que te lo explique -intentaba decir él, tratando de sujetar por el brazo a Afdera, que ya se había puesto en pie.

– No quiero que me expliques nada. No hay nada que explicar. Lo único que hay que explicar es que tú me has mentido y yo he sido una auténtica estúpida. Me siento engañada. Me has engañado -seguía diciendo Afdera.

– ¿En qué te he engañado, puedes decírmelo? ¿Te he engañado por no aceptar acostarme contigo? ¿Te he engañado por no haber llegado a besarte? ¿Te he engañado por haber tenido que huir de ti para evitar llegar a algo que tal vez deseaba? ¿En qué te he engañado? -intentaba disculparse Max.

– Me siento como una estúpida. Debería salir corriendo de aquí, pero no sé si es la vergüenza o la estupidez y la humillación lo que me impide moverme. Me he enamorado de ti como una imbécil. Tenías que habérmelo dicho antes.

– Lo reconozco, debería habértelo dicho antes de que te enamorases de mí, pero no encontraba nunca el momento. Tal vez tenga la culpa de haberte dejado que llegases hasta ese punto sin decirte nada, pero cuando me disponía a contártelo tú siempre me dejabas una puerta abierta…

– Una puerta que tú tendrías que haber cerrado y no dejar que permaneciera entreabierta -le recriminó ella.

– Tienes razón, pero no sé bien por qué dejaba que esa puerta continuase entreabierta. Quizá porque en el fondo te deseaba, pero mi condición de sacerdote me impedía dar un paso adelante. Soy un hombre, y, como tal, me gustas. Te confieso que incluso he tenido que luchar conmigo mismo para no besarte, para no aceptar tu invitación de pasar la noche contigo en Berna, pero mi condición de sacerdote hacía que renegase al mismo tiempo de ti. He tenido que luchar contra mí mismo.

– ¿Y qué me dices de mí? ¿Es que yo no he tenido que luchar contra mí misma para no darte un puñetazo? ¿Y me lo dices ahora? ¿Aquí? ¿Así? No sé si pegarte un puñetazo en la nariz o salir corriendo. ¡Qué estúpida he sido! -seguía lamentándose Afdera mientras Max continuaba reteniéndola por el brazo para evitar que se fuera.

– ¿Y bien? ¿Qué quieres hacer?

– ¿A qué te refieres?

– O me das el puñetazo o sales corriendo.

– Debería salir corriendo y dejarte aquí, pero estoy demasiado impresionada como para poder moverme. Prefiero pedir otro par de martinis y hacerte cientos de preguntas. A lo mejor me has mentido en todo lo demás.

– No te he mentido en nada. Reconozco que debería haberte dicho quién era realmente, pero no te he engañado. Pregúntame lo que quieras. Adelante -invitó Max.

– ¿Desde cuándo eres sacerdote?

– Desde hace casi veinticinco años. Ingresé en los jesuitas a los dieciocho. Mi vocación para con Dios fue más un convencimiento, poco a poco, que una inspiración directa. Mi tío, el cardenal Ulrich Kronauer, fue quien me ayudó en mi vocación y quien me obligó a estudiar.

– ¿Dónde has estudiado? ¿En qué universidad?

– En Yale. Estudié historia de las religiones y me especialicé en los orígenes del cristianismo. Una vez licenciado, decidí vivir algunos años en Damasco, en cuya universidad estudié arameo y copto.

– Caray, tu familia tiene dinero… -exclamó Afdera tras beber el segundo martini de un solo trago.

– ¿Por qué lo dices?

– Está claro que si estudiaste en Yale, tu familia debe de tener bastante dinero. Allí estudian sólo los de sangre azul como tú.

– O como tú. Pero sí, mi familia tiene dinero, creo que mucho dinero. Por parte de mi padre, mi familia ha servido a la Iglesia desde hace siglos. Antepasados míos sirvieron a varios papas, hasta mi tío Ulrich, que actualmente es uno de los consejeros más próximos al Santo Padre en el Vaticano. Por parte de mi madre, su familia ha estado relacionada con el negocio del acero desde el siglo XIX.

– ¿De dónde procede tu familia?

– De la católica Baviera, por supuesto. Mi padre nació en una ciudad llamada Ingolstadt. Mi madre nació en Berlín. Y yo en Augsburgo, en septiembre de 1939, pocos días después de que Hitler lanzase al mundo a una guerra. Mis padres tenían su segunda residencia en esa ciudad.

– ¿Qué hicieron tus padres durante la guerra?

– La verdad es que ellos apoyaron el discurso de Hitler y los suyos sobre una Gran Alemania, pero con el paso de los años aquel sueño fue derrumbándose. Muchos amigos de mis padres fueron detenidos y enviados al campo de concentración de Dachau por no estar de acuerdo con el partido. Finalmente, las propiedades de mi madre y de su familia fueron incautadas en virtud de la llamada Ley de Industrias de Defensa. Mis padres decidieron buscar refugio en el Vaticano, gracias a que mi padre consiguió un salvoconducto para toda la familia por mediación de mi tío Ulrich.

– ¿Regresasteis tras la guerra contra Alemania?

– Sí. Mis padres se sometieron a una «desnazificación» por parte de las fuerzas aliadas e intentaron volver a la vida normal, difícil en aquellos años en una Alemania destruida hasta sus cimientos por la locura del nazismo y los bombardeos aliados. Volvimos a Munich, en donde vivimos hasta finales de los años cincuenta. Después, yo ingresé en el seminario.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Laberinto de Agua»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Laberinto de Agua» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Laberinto de Agua»

Обсуждение, отзывы о книге «El Laberinto de Agua» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x