1 Portada
2 Créditos Médico, Verónica Laberinto en Londres / Verónica Médico. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2021. Libro digital, EPUB Archivo Digital: descarga y online ISBN 978-987-87-2115-6 1. Narrativa Argentina. 2. Novelas. I. Título. CDD A863 EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINA www.autoresdeargentina.com info@autoresdeargentina.com Diseño de portada: Christian Duarte Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723 Impreso en Argentina – Printed in Argentina
3 I. Desde Londres I. Desde Londres
Un comienzo de palabras Un comienzo de palabras Necesitaba desahogarme, contarme cómo había llegado a una situación que no entendía. Empecé a escribir todo lo que había pasado desde nuestra partida. Seguía sin entender, pero me gustaba cómo me contaba la historia, me gustaba escucharme cuando me releía. Lo que no podía decir en la realidad, lo que no me atrevía a decir, podía escribirlo. Las palabras me sacaban del presente y me llevaban a otro mundo donde yo tenía el control.
Tres semanas Algo se había roto en mí Mi osito inglés Chica de country, chico de cómics Algo estaba fallando Apostemos Esa no era yo Vos, yo y el silencio El laberinto nos atrapó Patética ¿A r t e? Él deseaba a otra mujer Cuando la vida te queda grande Necesitaba desahogarme La traición de Odile Ovillar de vuelta mi vida Distinguir las noches En el Tate Modern Big Ben Laberinto urbano No te voy a dejar escapar Un cerezo japonés Una cabaña Las piernas de Venus A medias Libre en Londres La luna se ponía más clara Lejana Atormentada en Hyde Park El ahora Partida, rota No quiero que se me pase Traidora Una ola que te agarra desprevenida y te revuelca Volver o saltar ¡Merde! Inkscars Sweet Thames Te odio Real London Tonnnta El beso de Trafalgar Square Un dardo al corazón KOKO La reconciliación Indeleble Odile y el oso
4 II. Desde Buenos Aires Directo a tus brazos Penélope Catálogo de besos Cómo vivir lejos de vos La noche de Koko El último laberinto Humedad Recordándote Silencio Ofelia Del odio al amor en las películas El regreso La llegada No sé, quizás, tal vez… Sin vos Millas Mi debut como guionista Su bendición Tramas What shall I do now? What shall I do?
5 Sinopsis
6 Índice
1 Índice de contenido
2 Portada
Médico, Verónica
Laberinto en Londres / Verónica Médico. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2021.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-2115-6
1. Narrativa Argentina. 2. Novelas. I. Título.
CDD A863
EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINA
www.autoresdeargentina.com info@autoresdeargentina.com
Diseño de portada: Christian Duarte
Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723
Impreso en Argentina – Printed in Argentina
Were just lovers like no others
Cos I was just a half, until I found you
–Lovers (Beech)
I. Desde Londres
Necesitaba desahogarme, contarme cómo había llegado a una situación que no entendía. Empecé a escribir todo lo que había pasado desde nuestra partida. Seguía sin entender, pero me gustaba cómo me contaba la historia, me gustaba escucharme cuando me releía.
Lo que no podía decir en la realidad, lo que no me atrevía a decir, podía escribirlo. Las palabras me sacaban del presente y me llevaban a otro mundo donde yo tenía el control.
Cata y yo habíamos terminado el colegio y no sabíamos muy bien qué hacer con nuestras vidas. Habíamos planeado el viaje a Londres con la excusa de perfeccionar nuestro inglés, pero para nosotras era mucho más que eso: tres semanas lejos de nuestros padres. Por fin, independientes; por fin, adultas.
Ella iba por primera vez y yo estaba ansiosa por mostrarle la ciudad. Tres semanas hablando inglés, haciéndonos desear por los chicos que adorarían nuestro acento. Cata fantaseaba con algún rockero; yo, con un modelo de la Fashion Week. Por fin, seríamos cosmopolitas; Pinamar y Cariló habían quedado en el pasado.
—Sofi, prestá atención —dijo mi vieja.
—¿Qué?
—Cualquier cosa, nos llamás.
—Sí, ya sé, que no tome frío, pero si allá es verano, ma. Que ojo con los autos, que van al revés…
—Sofi, te estoy hablando en serio.
—Ya sé. Yo también te voy a extrañar —y le di un beso, eso siempre funcionaba.
Tres semanas. ¡¡TRES SEMANAS!!
Subimos por la escalera mecánica del aeropuerto (nuestras familias tenían prohibido acompañarnos en el último tramo). Ellos abajo, nosotras rumbo al cielo. Nuestros padres, nerviosos; Martín y el hermano de Cata, desesperados por crecer; y nosotras, divinas. Desde lo alto, hicimos chau con la mano, tan elegantes y tan tontas como las princesas saludando a los súbditos.
Mamá gritó:
—¡Te voy a extrañar! Llamame.
Y lo vi. Primero el pelo rubio oscuro, luego sus ojos azules, su nariz perfecta, sus labios carnosos, la barba de dos días. Subía por la escalera. Era mi fashion boy y estaba viendo y escuchando todo lo que yo quería olvidar. Y yo, como una estúpida, con la manito saludando.
Vi sus ojos, me miraba con esa picardía de chico autosuficiente. Seguro no había necesitado una familia que le pagara el viaje. Llevaba colgando la campera sobre su hombro, sosteniéndola con los dedos como si estuviera en una publicidad de perfume. Lo odié, pero era tan lindo.
Pasó al lado nuestro, ignorándonos.
—Es mío —dijo Cata.
—¿Por qué? Yo lo vi primero —estaba dispuesta a pelear, pero me contuve.
Obviamente nos pusimos en la cola del escáner en la que estaba él. Por lo que veía, mi fashion boy no se quedaría con ninguna de nosotras, pensaba, hasta que pasó por el detector de metal y sonó la alarma.
Sacó unas monedas del bolsillo y volvió a pasar. Volvió a sonar. No estaba tan acostumbrado a viajar como me había imaginado. Se sacó una cadena que tenía colgada y sonó de nuevo. Y entonces se puso rojo. Podría ignorarnos, pero no sabía que tenía que sacarse el cinturón. Igual sus abdominales me hicieron perdonarle todo.
En el Free Shop, Cata me dijo:
—Quizás no vaya a Londres.
Levanté un hombro como diciendo “no me importa”.
—¡Qué mala onda! Ayudame. Yo siempre te ayudo.
—Este perfume es un asco y está carísimo —dije.
—Ok, morite —y se fue.
Me había comportado como una tonta.
—No te enojés, es todo tuyo —dije.
—Estoy podrida de que te creas especial cuando sos un desastre.
—Perdón.
—No quiero un perdón de compromiso.
—Perdónperdónperdónpedón —dije mientras caminaba hacia atrás y me choqué con alguien. Me di vuelta: era él. Me hubiera gustado desaparecer.
Cata aprovechó para hacerme quedar en ridículo.
—Disculpá, a veces se vuelve loca —dijo con una sonrisa.
Ella no lo iba a conquistar así de fácil, pensé. Pero vi cómo él le sonreía y cómo me ignoraba. Y casi muero.
Londres estaría llena de chicos que me sonreirían, me dije para consolarme. Pero muy pocos serían tan lindos como él. Los dejé solos mientras miraba los perfumes. La más linda, la más inteligente, la más astuta, me repetí, la más torpe. Ahí estaban los espejos devolviéndome mi imagen. Se notaba mi furia. Yo lo notaba.
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