Historia A cargo de esta colección: Julio Pinto
© LOM Ediciones
Primera edición, mayo 2021
Impreso en 1000 ejemplares
ISBN impreso: 9789560014054
ISBN digital: 9789560014153
RPI: 2021-a-2053
Las publicaciones del área de
Ciencias Sociales y Humanas de LOM ediciones
han sido sometidas a referato externo.
imagen de portada: Fotografía del Puerto de Pisagua,
gentileza de Sergio González
Edición y maquetación
LOM ediciones. Concha y Toro 23, Santiago
Teléfono: (56-2) 2860 68 00
lom@lom.cl | www.lom.cl Tipografía: Karmina Impreso en los talleres de LOM Miguel de Atero 2888, Quinta Normal Impreso en Santiago de Chile
A la memoria de mi padre, Ernesto Valdivia Araya, quien un día 9 de diciembre de 2014 se durmió para siempre. Hombre esencialmente social, solidario y allendista, que amó la vida.
Como en otras ocasiones, este trabajo ha contado con la colaboración de un importante grupo de historiadores, consagrados y jóvenes, quienes participaron en todo el proceso investigativo, discutiendo hipótesis, perspectivas analíticas, propuestas interpretativas, enfoques y esta nueva mirada a la historia del siglo XX chileno. Sin duda, Rolando Álvarez y Karen Donoso, nuevamente, han sido puntales del proyecto como co-investigadores, haciéndose cargo de aspectos centrales de los problemas de orden y seguridad interna, nutriendo el análisis global. Considerando la importancia crucial de la izquierda marxista y del Partido Comunista, en particular, la presencia de Rolando en el proyecto ha sido determinante para el logro de alguno de sus objetivos. Ha sido un colaborador en sucesivos proyectos, por más de veinte años, y sobre todo, un amigo entrañable y leal. No tengo sino palabras de gratitud. Llegada a este pequeño equipo en 2004, Karen introdujo una mirada heterodoxa a nuestras perspectivas, enriqueciéndolas, a la vez que daba vida a una mixtura entre la historia cultural y la historia política. Llena de la energía de la juventud y con una disciplina a toda prueba, su presencia en el proyecto ha sido clave, renovando la visión sobre la libertad de expresión en Chile. Tanto como lo académico, quisiera destacar el cariño que hemos desarrollado al calor de los debates historiográficos, en un ambiente de compañerismo y carente de todo individualismo competitivo.
Junto a ellos ha habido una pléyade de historiadores jóvenes, irreverentes, autónomos e inquietos intelectualmente, que dieron dinamismo a las discusiones y «transpiraron» en las distintas secciones de la Biblioteca Nacional, especialmente en Periódicos, y algunos, en los archivos. Israel Fortune, Magíster en Historia de la Universidad de Santiago de Chile, se convirtió en un colaborador estrecho, contribuyendo con la revisión de numerosas y variadas fuentes primarias, apoyo tecnológico y crítica constructiva. Pedro Lovera, Licenciado en Historia de la Universidad Diego Portales y Magíster en Historia por la Universidad de Santiago de Chile, es un excelente y acucioso investigador, lector atento de los borradores surgidos en el proceso. Joven promesa de la historiografía, que ya avanza en sus primeras producciones. Juan Pablo Acevedo, también originario de la Universidad Diego Portales y Magíster por la Universidad de Santiago de Chile, miembro inicial del grupo, del que se alejó por un tiempo, reintegrándose en 2017, contribuyó a las reconstrucciones históricas que fijamos como método de trabajo. Camilo Plaza, el único integrante del equipo de historiadores jóvenes que permaneció a lo largo de los cuatro años que duró el proyecto, nos ilustró acerca de las policías, especialmente de Investigaciones, con total autonomía. En el último semestre se incorporó el estudiante de Licenciatura en Historia, de la Universidad Diego Portales, Franco Raglianti, quien, a pesar de su juventud, se insertó plenamente en el grupo y en la investigación misma, mostrando sus habilidades para el trabajo historiográfico. Asimismo, quisiera mencionar a Carolina Jiménez y María Jesús Erdmann, entonces estudiantes de Licenciatura en Historia de la Universidad Diego Portales, quienes también colaboraron en algunos períodos en la revisión de fuentes primarias, aportando al caudal de información que este libro recoge.
Un párrafo especial quiero dedicar a mi amiga, historiadora, Teresa Gatica, quien durante 2017 comenzó a trabajar en esta investigación, convirtiéndose en una colaboradora entusiasta, disciplinada, muy eficiente, con una iniciativa admirable. Teresa se sumergió en este desafío, pasando largas horas en la Biblioteca Nacional, llamando mi atención sobre ciertos aspectos y trabajando a prisa cuando sabía que yo necesitaba algo para la escritura. Su aporte ha sido invaluable; sin ella, este libro habría demorado mucho más. Este proyecto nos permitió recuperar algo del ambiente de trabajo de nuestra juventud, cuando recién empezábamos nuestras carreras como historiadoras, investigando en ese añorado Salón Fundadores de la Biblioteca Nacional. Su compañía ha sido mucho más que trabajo.
El apoyo de los directivos y el personal de la Biblioteca Nacional ha sido fundamental. Su Director Pedro Pablo Zegers, el Jefe del área de Usuarios, José Manuel Sepúlveda, y la Directora de la Sección Periódicos, señora Paulina Olivos, han facilitado el acceso a parte de la documentación depositada allí. Igual agradecimiento a Jimena Rozenkranz, Juan José Alfaro y Sergio Palleres en el actual Salón de Investigadores y a todos los funcionarios de la Sección Periódicos, especialmente a Antonio Guerrero, quienes por largos años han colaborado con nosotros.
Un agradecimiento muy especial a Constanza Bravo, encargada del archivo del diario La Nación en la Universidad Diego Portales, por su tremenda generosidad para facilitar el trabajo de este equipo. Su apoyo ha sido inmenso.
La documentación depositada en el Archivo Nacional en Santiago fue crucial para la elaboración de este libro, tarea para la que siempre contamos con la excelente disposición del personal, tanto en calle Miraflores como en el Archivo de la Administración. En el caso de este último quisiera agradecer el apoyo que desde fines de los años ochenta, cuando el archivo estaba en la maestranza de ferrocarriles en calle Antofagasta, me ofrecieron Luis Serené y Pablo Ramírez. En el archivo de Miraflores a José Huenupi; en Matucana y hoy ARNAD, a Julio Almeyda, Erick Martínez, Pablo Azúa, Sabino Yáñez, Alexis Cofré y Diego Medel, quienes facilitan nuestra incesante búsqueda del pasado. De igual forma, del Archivo Regional de Tarapacá obtuvimos información precisa y determinante para el análisis que aquí se presenta. Agradezco a su director Ernesto Almonte y todo el personal que allí labora, quienes ayudaron a que nuestras estadías fuesen fructíferas y muy gratas.
Asimismo, agradecer el respaldo recibido durante una década de parte de Manuel Vicuña, decano de la Facultad de Ciencias Sociales e Historia de la Universidad Diego Portales, hasta 2019, como de quienes fueron/son directores de la Escuela de Historia, Consuelo Figueroa, Claudio Barrientos y Cristián Castro; igualmente al abogado y académico de la misma universidad, Domingo Lovera, por su generosidad para ayudarme con precisiones de orden legal y jurídico.
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