Este libro ha sido financiado por
el Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura, 2018.
Quiero agradecer excepcionalmente la colaboración de Francisca Vergara, Carolina Nahuelpi y Francisca Fernández por la lectura de este trabajo y sus importantes comentarios.
© LOM ediciones / JC Saez editorPrimera edición, marzo 2021 Impreso en 850 ejemplares ISBN impreso: 9789560013934 ISBN digital: 9789560014214 Fotografía de portada: Paulo Slachevsky Todas las publicaciones del área de Ciencias Sociales y Humanas de LOM ediciones han sido sometidas a referato externo. Edición, diseño y diagramación LOM ediciones. Concha y Toro 23, Santiago Teléfono: (56-2) 2860 6800 lom@lom.cl | www.lom.cl Diseño de Colección Estudio Navaja Tipografía: Karmina Registro n°: 202.021 Impreso en los talleres de LOM Miguel de Atero 2888, Quinta Normal Impreso en Santiago de Chile
Puede que la humanidad acabe consiguiendo vivir sin ojos, pero entonces dejará de ser humanidad.
José Saramago
A mis padres, Pancha y Pablo, los principales responsables de mi pasión por la lectura.
Juan Carlos Sáez
Si esta nación es tan sabia como fuerte, si queremos alcanzar nuestro destino, entonces necesitamos más ideas nuevas, más hombres sabios, más libros buenos en más bibliotecas públicas. Estas bibliotecas deben estar abiertas a todos, excepto al censor. Debemos saber todos los hechos, escuchar todas las alternativas y oír todas las críticas. Acojamos libros polémicos y autores controvertidos.
John Fitzgerald Kennedy , expresidente de los Estados Unidos .
Este libro supone al menos que aceptamos el siguiente acuerdo social: la lectura, y su soporte más antiguo, duradero y noble, el libro físico y de algún modo también su complemento moderno más cercano, el libro digital, son los fundamentos de una sociedad libre de verdad.
No hay ciudadano si no hay comprensión profunda del discurso público. No hay comprensión profunda del discurso público si no hay pensamiento crítico. No hay pensamiento crítico si no hay lectura crítica. Y no hay lectura crítica si no hay millones de libros distintos que nos permitan ver múltiples miradas del mundo, en una bibliodiversidad infinita como la diversidad del universo y de la vida.
El libro es el soporte fundamental de esa diversidad, de los conocimientos, de las verdades y el enemigo número uno del pensamiento homogéneo y, por lo tanto, de la pobreza no solo material de una sociedad, sino de la peor pobreza, la incapacidad de salir de ella. Porque el desarrollo no es otra cosa que la capacidad autónoma de los pueblos de construir su propio futuro y hacer frente a sus desafíos con sus capacidades intelectuales, espirituales y materiales propias, y en armonía con su ecosistema.
Si en eso estamos de acuerdo, podemos avanzar en la discusión que nos convoca.
¿Qué nos convoca? Tener una política nacional de la lectura y del libro. Ya la tenemos.
¿Qué más nos convoca? Hacer eficiente y eficaz esta política. No basta con decir lo que vamos a hacer. Hay que proporcionar los recursos y usar estos de forma eficiente. Es decir, que los recursos no se queden en el camino solo en estructuras burocráticas, sino que sean aplicados de forma rigurosa. Si los recursos son escasos, que se elija no solo lo mejor, sino la mejor relación precio/calidad, por solo dar un ejemplo.
Que sea eficaz es también fundamental para lograr que los propósitos de la política pública se cumplan. Es decir, si queremos diversidad, que se busque garantizarla con instrumentos apropiados para la diversidad. Si queremos dar una oportunidad al pensamiento y obra nacionales, con instrumentos que busquen ese objetivo.
Hace años nos preguntábamos junto al autor de este libro, Andrés Fernández, el gasto público en libros y lectura, ¿es coherente y consistente con los propósitos de la riquísima experiencia y el magnífico resultado del proceso participativo que congregó en 2014 y 2015 a más de 700 actores del libro a desarrollar y proponer este ejercicio fabuloso de política pública?
Nos sentimos y nos sentíamos felices, acaso orgullosos, de este proceso inédito en Latinoamérica. En cada reunión internacional lo presentábamos, lo mostrábamos, lo explicábamos. Pero luego de recibir la admiración y las felicitaciones de todos nuestros colegas, nos embargaba esa suerte de duda existencial consistente en «saber» o intuir que el paso fundamental para darle «sentido» y vida a esta política pública pasaba por lo que ahora llaman en forma tan sui generis «la sala de máquinas» (para referirse a los mecanismos institucionales) y los recursos necesarios para hacer funcionar la sala de máquinas.
Los recursos públicos destinados al libro y la lectura, desde el año 1990, han ido en aumento, aunque con algunos períodos de preocupante estancamiento. Pero como lo hemos mostrado en otros estudios, no siempre el crecimiento de la cantidad viene acompañado de una cualidad deseable y deseada por los actores nacionales del libro.
En efecto, en enero de 2015, se aprobó en Chile la nueva Política Nacional de la Lectura y el Libro 2015-2020 (PNLL). Esta política, de enfoque sistémico y participativo, reconoce el acceso a la lectura y el libro como un derecho para la ciudadanía y una condición fundamental para fomentar y consolidar su participación en el desarrollo cultural y político de la nación.
Esta política se diseña, construye e instrumenta sobre ocho principios: participación, diversidad cultural, interculturalidad, inclusión social, territorialidad, equidad y fomento de la creatividad. Su diseño fue realizado respondiendo a la tendencia mundial de protección y fomento de la diversidad de las expresiones culturales impulsadas desde la UNESCO.
Se esperaba y creemos que se espera con la nueva PNLL contribuir a convertir al país en uno plenamente desarrollado en lo cultural, en lo político y en lo material, mediante el fomento de la lectura, habilidad fundamental para profundizar una democracia participativa y crítica, potenciar una economía creativa y de alto valor añadido.
Para ello es también necesario fomentar una industria nacional del libro basada en la diversidad cultural.
Sin embargo, esta nueva PNLL nace en el contexto de un gasto público histórico, en el área de fomento a la lectura y el libro que, presumiblemente, decíamos, no responde a los propósitos declarados en ella.
El gasto público actual en estos sectores es el resultado natural de una historia y no de un relato de políticas públicas explícitas. Es posible que algunas de las partidas presupuestarias respondan a decisiones y promesas sectoriales, o a razones de carácter circunstancial heredadas de los intereses de gobiernos anteriores.
Otras partidas de gastos pueden originarse en lógicas que se han sumado en el tiempo, como son las orientadas por los fondos concursables.
Y finalmente, decíamos, habrá otras que responden claramente a políticas de fomento de largo plazo con una mayor consistencia filosófica.
Actualmente, son visibles algunas discrepancias entre gasto público y objetivos de la PNLL.
Por ejemplo: el gasto público en textos escolares va en su mayoría a empresas de capital extranjero, contraviniendo el objetivo de fomento de la industria nacional del libro y su internacionalización, propósitos claves de la PNLL.
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