Andrés Trapiello - Los amigos del crimen perfecto
Здесь есть возможность читать онлайн «Andrés Trapiello - Los amigos del crimen perfecto» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Los amigos del crimen perfecto
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:5 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 100
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Los amigos del crimen perfecto: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los amigos del crimen perfecto»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Los amigos del crimen perfecto — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los amigos del crimen perfecto», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
– Ya lo has oído, Espeja, sois todos una familia de putos Espejas.
Espeja se quedó de piedra, oyendo motejar a su tío Espeja el muerto y a su hijo de putos e indecentes, y se le descolgó la mandíbula. La ceniza del cigarro estuvo a punto de caérsele sobre la portañuela. No daba crédito a lo que había oído. Perdía a su autora de novelas rosas y a su autor de novelas negras el mismo día, pero en cuanto al lenguaje jamás había tenido ni los escrúpulos de Cortés ni el celo de la censura.
– Paco, tú eres el que eres un hijo de la gran puta -gritó, poniéndose de pie-. Sal inmediatamente de esta casa.
Los cristales temblaron.
– Adiós -se limitó a decir Paco, encogiéndose de hombros.
Vio la carpeta azul sobre la mesa. Pensó llevársela. Pero eso habría complicado las cosas.
Era una despedida demasiado breve para veintidós años de relaciones laborales con ambos Espeja. En un segundo le cruzaron a Paco Cortés por la cabeza al menos diez respuestas brillantes que hubiera podido pronunciar cualquiera de sus personajes novelescos.
Delley hubiera dicho: «Bien, Espeja, a partir de ahora vas a tener que escribir tú mismo esas novelas que son una porquería…».
John Murray, el detective aristócrata de Surrey, habría sido más cínico: «Espeja, no dejes de mandarme ninguna de esas novelas nuevas. Seguramente serán obras maestras…».
De pronto la palabra le gustaba lo indecible, puto, puta…
Francis Avon, otro de sus detectives, habría sido más contundente: «Espeja, ahórcate». O mejor: «Espeja, que te aspen».
Pero en su cabeza Paco Cortés oyó una traducción simultánea. Que te follen, Espeja. También le dio gusto esa conjugación. Lástima que lo hubiera descubierto justamente en el momento en que había decidido dejar de escribir. Se lo cedía a los jóvenes. Lamentó no haber salido de esa época de su vida sin dar un portazo. Pero si quería recuperar a Dora, tendría que dejar la novelística. Es lo malo de la vida: acaba muchas veces por donde debería empezar y empieza cuando ya está acabada. Lo mismo que las decisiones graves, como ésa. Percibió que en realidad ya la había tomado mucho antes, no supo cómo. Todo lo que sucede, sucede siempre un poco antes, como ocurre con los relámpagos, con los truenos, con los rayos. Y aquél había resonado de manera grandiosa en aquel cuarto.
Cuando iba a salir del despacho, Espeja le gritó:
– Eh, ¿crees que puedes dejarme así, gilipollas?
Espeja, en cambio no sentía el menor apuro en utilizar la viva lengua del pueblo.
– Yo tengo unos compromisos con la imprenta -siguió tronando-, tengo unos compromisos con la distribuidora. Y unas letras que pagar al banco. ¿Te enteras? Tengo el papel comprado para todo el año, y estamos en febrero. Esto es una maquinaria que funciona como un reloj y si no cumples, te demandaré. Te voy a freír vivo.
El nuevo «gilipollas» que cerró su frase, sonó como la expectoración de un sargento en combate. Modesto y la señorita Clementina se miraron sin saber si tenían que intervenir y separar a dos hombres que por las apariencias se diría que se estaban matando allí dentro.
Cuando apareció Cortés, Modesto Ortega ya le esperaba de pie. El novelista salía pálido y despulsado. Le temblaba ligeramente el labio, con un tic nervioso que Modesto no le conocía.
La señorita Clementina se levantó agitada. Llevaba en la mano el lápiz con el que había estado meneando la tierra negra del cactus. Alarmada por lo sucedido, y fiel a su jefe como una perra vieja, tenía todo el aspecto de ir a clavar el lápiz en el cuello del novelista.
Espeja insultaba a Paco sin reparar en el abogado.
– Esto no se va a quedar así, imbécil -gritaba cada vez más fuerte.
– Adiós Clementina. Dele recuerdos a su madre.
Paco Cortés siempre le daba recuerdos para su madre. Creía que las secretarias viejas agradecían mucho esa fineza y que un escritor de novelas policíacas podía perder los nervios ante un superior, pero nunca ante una secretaria.
Espeja había salido de detrás de su mesa, gesticulaba con el puro en la mano y hacía con él fintas de florete.
– No eres nadie, ¿te enteras, cretino? Te has hecho en esta editorial, ¿y así es como nos pagas a mi-tío-que-en-paz-descanse y a mí? ¿Crees que van a querer publicarte esa bazofia en otra parte? En España no hay otra editorial para novelas de kiosco. Esta es la número uno. Muy bien, escribe novela social, que es lo tuyo, muerto de hambre…Eres hombre muerto.
La última frase era a todas luces un plagio de las novelas de Cortés, que tan malas le parecían. De pronto Espeja recordó que Cortés se llevaba treinta mil pesetas prestadas, y los alaridos subieron al cielo.
– Y devuélveme ahora mismo ese dinero…Te voy a meter un paquete, ladrón, más que hijo de la gran puta.
– ¿Qué ha pasado? -le preguntó Modesto Ortega ya en la calle. Se agarraba al ejemplar de No lo hagas, muñeca como a un salvavidas.
– No voy a volver a escribir.
Modesto Ortega pegó un brinco y cambió de sitio. Antes caminaba a la derecha de su amigo y al oír esa noticia se halló en el lado izquierdo, sin saber bien cómo.
– Paco, ¿qué estás diciendo? Si hay que pleitear, se pleitea. Seguro que este caso lo tenemos ganado. Ese hombre es un negrero.
Paco Cortés caminaba en silencio y no oía muy bien las palabras de ánimo que le prodigaba su amigo. Le silbaban los oídos con un pitido agudo que aumentaba y decrecía, dejándole en él mínimos acúfenos alónales.
Se diría que el novelista ni siquiera era consciente del paso que había dado.
– Ya no aguantaba más. Es un viejo indecente -concluyó, tratando de infundir serenidad a sus palabras-. Se acabó.
Modesto Ortega caminaba junto a Cortés como un boxeador sonado da vueltas por el ring. ¿Qué se iban a hacer de las andanzas del bueno de Wells, siempre tan solícito, tan desprendido, tan de vuelta de todo, tan romántico? ¿Y la inteligencia de Tom Guardi, el italiano que conocía como nadie los entresijos de la mafia, implacable, amante de las tradiciones de sus ancestros, capaz de descubrir las más endiabladas tramas criminales ante un plato de pasta y un vaso de vino de Marsala? ¿Y Marck Flaherty, el irlandés que sabía de contrabandistas de whisky lo que no estaba escrito? ¿Iban a desaparecer para siempre? ¿Y el distinguido caballero inglés James Whitelabel, el discreto, ingenioso, excéntrico sir James, con castillo en Escocia, un ama de llaves implacable, un hijo bala perdido y una inteligencia a prueba de una bomba atómica, siempre dispuesto a socorrer a los atolondrados inspectores de Scotland-Yard para resolver crímenes que se presentaban como irresolubles? ¿También él iba a pagar a Carente con el dinero del señor Espeja y a perderse para siempre en el otro lado de la laguna Estigia?
– No puedes hacer eso. Paco. Piénsalo fríamente antes de tomar ninguna decisión -acertó a mistarle con un hilo de voz-. ¿Cuántas novelas llevas escritas ya?
– Por eso mismo, Modesto. Mírame. Treinta y tres con Los negocios sucios del Gobernador , y sigo como sigo; eso quiere decir que las cosas no iban bien, Modesto. Ahora quieren otra cosa. Los detectives son expertos en cocina mediterránea y filosofan sobre la lucha de clases. Antes los que filosofaban eran los sargentos de la comisaría y los horteras de farmacia. Los jóvenes buscan emociones sofisticadas que yo soy incapaz de darles. Quieren novelas en las que los asesinos sean más inteligentes que los policías, los ladrones más despiertos y con mejor suerte que las personas decentes y los sinvergüenzas más subyugantes que la gente honrada. Los malos son los buenos y los buenos, los tontos. Y desde que hay sociología, la culpa de los crímenes la tienen o la infancia atribulada o el medio hostil. Nadie es culpable de nada ni el mal existe en sí mismo. En una palabra, el problema no reside en el Whos done it? Todos creen que lo que determina el crimen es el campo de fuerzas que se crea alrededor de la víctima, la coacción al destino, que emana de ella, de su relación con los demás, ese sistema de fuerzas y probabilidades que rodea a toda criatura humana y que se suele llamar destino. ¿Me sigues? Yo creo en el destino, pero dentro de un orden, o sea, de un caos. Porque es verdad que sin destino no hay Crimen Perfecto, pero sin caos no hay novela ni literatura. Ahora todo el mundo quiere ser como Bogart en el cine, pero al mismo tiempo hacerse millonario, tener una casa en Beverly Hills y ponerle un pisito a Lauren Bacall para hacer con ella, los fines de semana, escalibada con ajitos tiernos y sepia a la plancha, en la cocina. Se podía ser detective y cultivar rosas, pero ¿dónde se han visto detectives con el mandil puesto? Hemos degenerado como bizantinos. Se han roto las reglas. Somos de otro tiempo. Además, en todos estos años yo no he dado con un personaje como Dios manda. He tenido buenos casos, no lo niego, pero los han resuelto malos personajes. En este negocio depende todo del detective. Los crímenes son poco más o menos todos igual en todas partes y en todas las épocas. Se mata por amor, por dinero o por poder. Lo que varía es el modo de resolver los casos. Tampoco entiendo a las mujeres en las novelas. No se me dan bien. Todo lo que me gustan en la vida, en las novelas se me atragantan. Las novelas policíacas clásicas, como yo las entiendo, son cosa de hombres, como las de caballería. ¿Quién es Dulcinea? Nada, nadie, una sombra, el deseo de don Quijote. Por eso el Quijote no les gusta a las mujeres. Allí no sale una mujer romántica, que suspira. El que suspira es el hombre, y eso a las mujeres no les gusta ni en la vida ni en las novelas. Dímelo a mí. Los crímenes, los toros y las guerras son cosa de hombres. Qué le vamos a hacer. El sol asoma por otros cerros. Las que compran los libros hoy son las mujeres, y quieren resarcirse con un poco de romanticismo. Así que los que vienen ahora las sacan a todas desnudas y con una temperatura para mí inalcanzable. Siguen de rodillas, pero con amor y fantasía se las engaña. Yo, Modesto, no he dado con un buen personaje, ni de hombre ni de mujer. He picoteado aquí y allá, he floreado, como quien dice, todos los asuntos. ¿Y con qué resultado? A la vista está. El primer imbécil puede decir que lo que hago no es más que una porquería. Y además lleva razón. Se lo voy a decir a Dora esta misma tarde. Se acabó la intriga, en las novelas y en la vida, al menos para mí. Me corto la coleta. Ella tenía razón.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Los amigos del crimen perfecto»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los amigos del crimen perfecto» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Los amigos del crimen perfecto» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.