Jorge Semprún - El Largo Viaje

Здесь есть возможность читать онлайн «Jorge Semprún - El Largo Viaje» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Largo Viaje: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Largo Viaje»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Corre el año 1943.En un angosto vagón de mercancías precintado, ciento veinte deportados cruzan las tierras francesas camino del campo de concentración. Es un viaje claustrofóbico, vejatorio: los cuerpos hacinados caen de agotamiento, han perdido la cuenta de los días que llevan allí, y la angustia crece porque nadie sabe cuándo acabará ese viaje hacia el horror.

El Largo Viaje — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Largo Viaje», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Le recuerdo a alguien? -me pregunta con voz velada.

– Tal vez -le digo-, sus ojos azules.

Por lo visto encuentro muy sencillo que haya comprendido esto, que me recuerda a alguien de otro tiempo. Por lo visto todo lo encuentro normal esta noche, en este hotel de Eísenach de un encanto envejecido.

– Venga a verme a Semur -dice ella-. Hay árboles altos, una larga alameda por entre los árboles y tal vez hasta hojas muertas. Con un poco de suerte.

– No lo creo -le digo-, no creo que vaya.

– Qué noche, Dios mío, esta noche no acabará nunca -decía el chico de Semur.

Bebo un largo trago de coñac francés y era la cuarta

noche de viaje hacia ese campo en Alemania, cerca de Weimar. De repente oigo música, una melodía que conozco muy bien y ya no sé dónde estoy. ¿Qué pinta aquí «In the shade of the oíd apple tree»?

– Me gustaba mucho bailar en mi juventud -digo a la muchacha morena.

Nuestras miradas se cruzan, y echamos a reír juntos.

– Perdone -le digo.

– Es la segunda vez que resbala usted por la pendiente del ex combatiente -dice.

Los oficiales franceses han encontrado discos y un fonógrafo. Sacan a bailar a las chicas alemanas, francesas y polacas. Los ingleses no se mueven, no es asunto suyo. Los americanos están locos de alegría y cantan a voz en cuello. Miro a los maítres alemanes. Parece que se acostumbran muy bien a su nueva vida.

– Venga a bailar -dice la muchacha morena.

Tiene un cuerpo flexible, y las arañas del salón dan vueltas por encima de nuestras cabezas. Nos quedamos abrazados, esperando que pongan otro disco. Es una música más lenta, y la presencia de esta muchacha de ojos azules se precisa.

– ¿Qué hay, Martine? -dice una voz cerca de nosotros, hacia la mitad del baile.

Es un oficial francés, en uniforme de combate, con boina de comando en la cabeza. Tiene aires de propietario, y la muchacha de la calle Scheffer deja de bailar. Me parece que no me queda más que marcharme con los compañeros y beber coñac francés.

– Buenas noches, viejo -dice el oficial, mientras coge a Martine del brazo.

– Buenas noches, joven -le contesto, muy digno.

Su ceja izquierda se sobresalta, pero no reacciona.

– ¿Vienes del campo? -dice.

– Como usted ve -le respondo.

– Ha sido duro, ¿efe? -dice el oficial de la boina de comando, con aire reconcentrado.

– Qué va -le digo-, era pura broma.

Se encoge de hombros y se lleva a Martine.

Los compañeros seguían allí. Estaban bebiendo coñac, preguntándose qué iban a hacer una vez llegados a casa.

Más tarde, en el cuarto que compartía con Yves, éste me dijo:

– ¿Por qué has dejado a esa chica? Parecía que la cosa iba bien.

– No lo sé. Vino un imbécil de oficial, con una boina con cintas, y se la llevó. Parecía que ¡a chica le perteneciera.

– Mala suerte -dice, lacónico.

Más tarde, mucho más tarde, cuando, sin darme cuenta, comencé a recitar en voz alta el principio de un poema antiguo: «Jeune fille aride et sans sourire / ó solitude et tes yeux gris…» [18],' Yves refunfuñó: «Si quieres recitar versos, vete al pasillo. Mañana tenemos que madrugar».

No fui al pasillo y nos levantamos al amanecer. La ciudad de Eisenach estaba desierta cuando el convoy con los tres camiones puso rumbo a París.

«Esta noche, Dios mío, esta noche no acabará nunca», decía el chico de Semur, y esta otra noche tampoco acababa, esta noche de Eisenach, en esta habitación de hotel alemán de Eisenach. ¿Era la extrañeza de la cama verdadera con sus sábanas blancas y el edredón ligero y cálido? ¿O era el vino del Mosela? Quizás el recuerdo de esta muchacha, la soledad y sus ojos grises. La noche no acababa, Yves dormía el sueño de los justos, del mismo modo que nunca acababan las noches infantiles, acechando el ruido del ascensor que anunciaría la vuelta de los padres, acechando las conversaciones en el jardín cuando Swann venía a cenar. Me reía por lo bajo de mí mismo, con una lucidez alegre, conforme iba descubriendo los tópicos, las trampas abstractas y literarias de mi vigilia poblada de sueños. No podía dormir. Mañana, la vida volvería a comenzar y yo no sabía nada de la vida. Es decir, de esta vida que iba a comenzar. Había salido de la guerra de mi infancia para entrar en la guerra de mi adolescencia, con una leve parada en medio de una montaña de libros. Me encontraba a mis anchas ante cualquier libro, ante cualquier teoría. Pero en los restaurantes los camareros no veían jamás mis gestos de llamada; en los almacenes debía de volverme invisible, pues las vendedoras jamás advertían mi presencia. Y los teléfonos no me obedecían, siempre daba con un número equivocado. Las muchachas tenían esa mirada azul, inaccesible, o bien eran tan fáciles que todo se convertía en una mecánica carente de auténtico interés. Mañana, la vida volvería a comenzar y yo no sabía nada de esta vida. Daba vueltas en la cama, más o menos angustiado. La noche no acabaría jamás, el ascensor no se detenía en nuestro piso, y yo acechaba la marcha de Swann, que se retrasaba charlando en el jardín. Daba más vueltas en la cama, en este cuarto de hotel alemán de Eisenach, y buscaba un consuelo en mi memoria. Y entonces recordé a aquella mujer israeli de la calle Vaugirard. Ante el palacio del Luxemburgo, un camión descargaba montones de carne para los cocineros de la Webrmacht. Yo había echado una ojeada al espectáculo, levemente asqueado, y había proseguido mi camino. Caminaba sin meta precisa, hacía demasiado frío en mi habitación. Me quedaban dos cigarrillos Gauloises y había salido para entrar un poco en calor, andando y fumando. Había pasado la verja del Luxemburgo, cuando advertí la actitud de aquella mujer. Se volvía hacia los transeúntes que llegaban a su altura y les miraba de hito en hito. Se hubiera dicho, es decir, me dije, que buscaba una urgente respuesta a una pregunta esencial en los ojos de los transeúntes. Les miraba de hito en hito, parecía medirles con la mirada: ¿eran dignos de su confianza? Pero ella no decía nada, volvía la cabeza y continuaba su caminar atropellado. (Por qué «atropellado»? Me pregunté por qué me vino al espíritu esta expresión tan manida de «caminar atropellado». Miré a esta mujer solitaria, en la acera de la calle de Vaugirard, algunos metros delante de mí, entre la calle Jean-Bart y la de Assas. La expresión «caminar atropellado» que había venido espontáneamente a los labios de mi pensamiento era exacta, bienvenida. Cierta curva de la espalda, esta rigidez de las piernas, este hombro izquierdo algo caído, reflejaban bien lo abrumada que se sentía y su atropellamiento. Entonces pensé que iba a alcanzar a esta mujer, que se volvería hacia mí, y que era preciso que me hablara. Sencillamente, era preciso que me hiciera esa pregunta que la atormentaba. Pues esta pregunta la atormentaba, yo había advertido la expresión de su rostro cuando se encaraba con los transeúntes. Aminoré la marcha, para retrasar el momento en que me encontraría a su lado. Pues podía dejarme pasar de largo, como hasta ahora a todos los demás, y eso hubiera sido catastrófico. Si me dejaba pasar de largo, me convertiría en un ser indigno de la confianza de una mujer abrumada, tropezando a cada paso, a lo largo de aquella interminable calle de Vaugirard. Resultaría lamentable que me dejara pasar de largo, que tampoco a mí tuviera nada que decirme.

Llegué a su lado. Se volvió hacia mí y me miró de hito en hito. Tendría unos treinta años. Su rostro estaba desgastado por este caminar atropellado, que impulsaba no solamente con sus piernas sino con su ser entero. Pero tenía una mirada implacable.

– Por favor -me dice-, ¿la estación Montparnasse?

Tiene un acento eslavo, lo que suele llamarse un acento eslavo, y su voz es levemente musical.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Largo Viaje»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Largo Viaje» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Harry Harrison - Largo! Largo!
Harry Harrison
Francisco Cabrera Sánchez - Viaje por el camino sanabrés
Francisco Cabrera Sánchez
Jorge Semprún
Неизвестный Автор
Simon Ortiz - Un buen viaje
Simon Ortiz
Jorge Bericat - En viaje a Way Point
Jorge Bericat
José Fernández Díaz - El viaje de Enrique
José Fernández Díaz
Fernando González - Viaje a pie 1929
Fernando González
Jorge Larrosa Bondia - Elogio del profesor
Jorge Larrosa Bondia
Отзывы о книге «El Largo Viaje»

Обсуждение, отзывы о книге «El Largo Viaje» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x