Por otra parte, en 1842 se fundó la Escuela Normal, para la formación de los profesores que habrían de tener a su cargo la enseñanza en las escuelas de todo el país. Aunque la información estadística indica que el esfuerzo en materia educacional fue reducido en relación a las necesidades advertidas, se logró un crecimiento de consideración en un decenio: de las 80 escuelas públicas existentes se pasó a más de 120, si bien con una estructura muy modesta.
El informe del visitador Juan Domingo Vico, designado en 1850 por la Facultad de Humanidades para la provincia de Santiago, que abarcó a las escuelas conventuales, particulares, municipales y fiscales, ofrece un panorama poco estimulante: en general las escuelas estaban en estado “deplorable”, eran pobres, sucias, con aulas de mala calidad, pocos alumnos, con preceptores de formación inadecuada y con dudosos métodos de enseñanza 971 .
Si bien el informe del visitador Vico corresponde a Santiago, es posible deducir iguales o más agudas deficiencias en otras regiones, como lo comprueba una estadística de las escuelas privadas y públicas del país en 1877 972 .
Cuando en 1887 el arzobispo Casanova realizó la visita pastoral, envió el formulario de interrogatorio a los párrocos 973 , en cuya quinta pregunta se pedía saber cuántas escuelas de niños y niñas había en la parroquia. La información proporcionada por las 80 parroquias de todo el obispado, desde Talca hasta San Felipe dio 441 escuelas públicas y 44 privadas, algunas muy innovadoras, como las escuelas mixtas. En la parroquia de Quillota había una escuela superior, dos elementales, una nocturna, y tres mixtas, en tanto que en la parroquia Los Doce Apóstoles había nueve escuelas fiscales y una financiada por la masonería.
El aporte en materia educacional de la Iglesia Católica fue significativo, tanto por las congregaciones que ingresaron al país como por las fundaciones del clero secular y de laicos.
Así, en 1870 el arzobispo Valdivieso creó la Sociedad de Escuelas Católicas de Santo Tomás de Aquino, que hacia 1899 atendía a mil 793 alumnos. En 1875 Enrique Lyon solicitó la aprobación de la personalidad jurídica para la Sociedad Católica de Instrucción Primaria de Valparaíso, Escuelas y Talleres para el Pueblo 974 . En 1888 se fundó la Universidad Católica de Chile. Las congregaciones religiosas nuevas, masculinas y femeninas, hicieron un aporte importante, pues, además de abordar numerosos aspectos religiosos y sociales, dirigieron preferentemente su atención al establecimiento de escuelas primarias y secundarias. En 1838 llegó a Chile la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, y establecida en Valparaíso y Santiago abrió escuelas en ambas ciudades. En 1855 abrió un colegio y una escuela gratuita en La Serena. En 1854 el gobierno encargó a las religiosas del Sagrado Corazón de Jesús, llegadas a Chile el año anterior, dirigir la Escuela Normal de Preceptoras; estas religiosas establecieron en Santiago un internado y un externado gratuito, abrieron una casa en Talca en 1858 para dirigir una escuela gratuita y en 1870 hicieron otro tanto en Valparaíso. En 1853 ingresó la Congregación de las Hermanas de la Providencia, que atendió casas de huérfanos, asilos y escuelas, y en 1867 se estableció en Concepción; en 1854 lo hicieron las Hijas de la Caridad, quienes abrieron escuelas y pensionados femeninos. Las religiosas de la Congregación del Buen Pastor comenzaron a llegar en 1855 y fundaron casas en Valparaíso, Santiago, Quillota, San Felipe, Curicó, Talca, Rancagua, Los Ángeles, Chillán, Cauquenes y Concepción, las cuatro últimas a mediados del decenio de 1880, haciéndose cargo de casas correccionales de mujeres y de escuelas; las religiosas de la Compañía de María Santísima llegaron en 1868 para atender en Molina una escuela para niñas pobres y abrieron también una escuela en Santiago. En 1878 el gobierno autorizó el establecimiento de la Congregación de las Hermanas de la Caridad Cristiana de la Inmaculada Concepción, que abrió un internado de niñas. Las Hermanas de la Inmaculada Concepción, religiosas alemanas de Paderborn, hicieron su primera fundación en Ancud en 1874, y desde allí se extendieron hacia el norte, creando escuelas y atendiendo hospitales en Puerto Montt y Valdivia en el periodo estudiado. Entre las comunidades masculinas debe recordarse a la Congregación de los Sagrados Corazones, llegada en mayo de 1834, y que fundó un colegio en Santiago a fines de 1848; a la Compañía de Jesús, que se volvió a radicar en Chile en 1843, para fundar el Colegio de San Ignacio el 1 de mayo de 1856 en Santiago —la orden se instaló en 1871 en Concepción y en 1859 en Puerto Montt—, y los Hermanos de la Salle en 1862.
Cabe agregar a lo anterior que, como se ha visto antes, una de las preocupaciones principales de las misiones fue la fundación de escuelas 975 .
INCORPORACIÓN DEL TERRITORIO DE MAGALLANES A LA DIÓCESIS DE ANCUD
Hay dos zonas o áreas territoriales en las cuales la iglesia católica chilena tuvo que hacer esfuerzos significativos para establecer su presencia. Con la creación de la diócesis de Ancud se presentó el desafío de incorporar plenamente el territorio de Magallanes a su jurisdicción; el segundo correspondió a los territorios de Tarapacá y Antofagasta, ocupados por Chile después de la guerra del Pacífico, materia cuyo examen no corresponde a este volumen.
La bula de erección de la diócesis de Ancud (Ubi primum , 6 de junio de 1840), definió en forma genérica los límites de ella, indicándose que comprendía las provincias de Valdivia, Llanquihue, Chiloé y el territorio de Magallanes. Los límites eran por el oriente la cordillera de los Andes y por el sur el cabo de Hornos.
El gobierno chileno utilizó el término “territorio” para referirse únicamente a este espacio geográfico, y se empleó hasta comienzos del siglo XX. Tiene, sin duda, una orientación de integración o de colonización en lo civil y de misión en lo eclesiástico.
Pero el concepto de territorio creó cierta ambigüedad: Magallanes pertenecía a la diócesis de Ancud, pero al mismo tiempo, dado que era una zona de misión, podía tener un vínculo con la Congregación de Propaganda.
La evolución de la condición jurídico-canónica de este territorio se puede seguir mediante las relaciones diocesanas de visita ad limina de los obispos de San Carlos de Ancud.
En los informes ad limina del obispo Francisco de Paula Solar, de 1866 y 1877, no se encuentran descripciones del territorio de Magallanes. En el capítulo primero de ambos, que trata del estado material de la iglesia, se indica únicamente que la “diócesis está dividida en tres provincias y un Territorio” 976 . Solo desde el informe de visita ad limina de 1888, del obispo dominico Fr. Juan Agustín Lucero, se incrementa discretamente la información en el capítulo primero. En la sección límites indica las ciudades y lugares sujetos al obispado 977 : “fuera de la parte continental, comprende numerosísimas islas, divididas en cuatro archipiélagos, llamados Chiloé, Chonos, Taitao y Magallanes. En este inmenso territorio viven alrededor de 200 mil hombres, de los cuales unos 25 mil no han sido bautizados, careciendo por lo tanto de nuestra fe y beneficios, especialmente en las selvas de la Patagonia y Tierra del Fuego”.
Después, al describir los conventos, indica que “los padres de la Congregación de San Francisco de Sales, fundada por D. Bosco, son siete; de los cuales son cinco sacerdotes y dos hermanos laicos profesos, los cuales están en el pueblo de Punta Arenas desde agosto, en una misión dedicada a la conversión de los indios patagones y fueguinos”. En el capítulo del informe dedicado al clero secular no hay descripciones en la sección parroquia acerca de su posible administración a cargo de los misioneros salesianos.
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