Empezar con un fin en la mente
Si no se tiene un propósito o un objetivo se acabará vagando y yendo hacia ningún lado. Por ello, antes de iniciar cualquier tarea, es indispensable empezar con un fin en la mente y establecer una metodología con la que poder organizarse para llevarlo a cabo.
Establecer primero lo primero
También, es necesario establecer prioridades. Primero, lo urgente y lo importante; después, lo no urgente e importante; le seguirá lo urgente y lo no importante y, finalmente, lo no urgente y lo no importante.
Si el plan A no funciona no hay que tener un plan B porque cada segundo que se dedica a pensar en el plan B es energía que se le quita al plan A. Por tanto, si la estrategia falla, lo que hay que hacer es buscar otras alternativas o posibilidades, pero no cambiar de plan.
Asimismo, en todo cometido o quehacer, la cooperación con otra/s persona/s puede aportar un análisis óptimo de las opciones creativas y los recursos disponibles, en favor de un beneficio mutuo.
Tal y como su nombre indica, el hecho de afilar la sierra supone arreglar las herramientas de las que se dispone para seguir avanzando y poder realizar las tareas de la manera más beneficiosa posible.
Según lo expuesto, conocer bien el objetivo resulta indispensable a la hora de trazar las estrategias que faciliten alcanzarlo. Esto es algo que trataremos en páginas posteriores en profundidad y resulta fundamental a la hora de poner en marcha un plan de acción durante el proceso de coaching. No obstante, además de estas consideraciones, es muy importante saber valorar y disfrutar de los logros y aprender de los fracasos. Es algo que no se debe olvidar y que ha de servir inspiración para animar a continuar con el trabajo realizado, hasta que dé sus frutos.
3.3. Habilidades sociales
Saber comunicar, hacer que el mensaje cale en el otro, manejar los conflictos adecuadamente, trabajar en equipo, etc., son algunas de las habilidades que permiten ser eficaces en las relaciones interpersonales. Los seres humanos somos seres sociales y cuanto más y mejor desarrolladas estén las habilidades sociales, mayor éxito y satisfacción personal y profesional tendremos. En un estudio realizado por The Consortium for Research on Emotional Intelligence in Organitations , se llegó a la conclusión de que el éxito depende un 23% de las capacidades intelectuales y un 77% de las aptitudes emocionales y sociales.
En este estudio, se distingue entre diferentes tipos de habilidades sociales:
Básicas
Por ejemplo, escuchar, mantener una conversación, ser cortés, expresar afecto, pedir ayuda, pedir permiso, dar las gracias…
Intermedias
Participar, dar y seguir instrucciones, formular o responder a una queja, ayudar a los demás (solidaridad), compartir, disculparse...
Avanzadas
Entre ellas, asertividad, empatía, resiliencia32, negociar, persuadir y evitar ser persuadido, resolver el miedo y la vergüenza, autorrecompensarse…
En cuanto a la gestión de las relaciones interpersonales, además de la empatía, de entre todas ellas, destacaremos la importancia de la asertividada la hora de comunicarse. Como se ha visto, la asertividad se refiere a las conductas y pensamientos que permiten defender los derechos de cada uno sin agredir ni ser agredido.
Cuando una persona no es asertiva, puede dar lugar a dos tipos de comportamientos:
Personas demasiado pasivas
Son aquellas que tienen dificultad para expresar sus sentimientos, sus pensamientos y sus opiniones. Son incapaces de decir que “no” y dejan que los demás violen sus derechos.
Personas demasiado agresivas
Estas personas violan los derechos de los demás con su conducta claramente inapropiada. Carecen de habilidades sociales y recurren usualmente a la ofensa, el insulto o las amenazas.
Cuando se trabaja con individuos demasiado pasivos, hay que animarlos a reflexionar y prestar atención a lo que piensan antes de expresarlo; por ejemplo, practicando cómo pedir las cosas —empezando por aquellas más sencillas y luego por las de mayor relevancia—, lo que ayudará a que muestren una menor indecisión. Por su parte, cuando se trata con individuos demasiado agresivos, se debe conseguir que aprendan a escuchar y a respetar las opiniones de los demás, aunque no las compartan.
Para ello, se puede mejorar su actitud con algunas de estas técnicas asertivas:
Disco rayado
Se suele emplear para rechazar una petición poco razonable. Consiste en la repetición continua del punto principal que se quiere expresar.
Recorte
Esta técnica es apropiada tanto si la persona está siendo atacada y no está segura de haber cometido un error, como si piensa que está siendo atacada, pero no se expresa claramente. Cuando se recorta, se contesta sí o no esperando que la otra persona aclare el asunto.
Desarmar la ira
Consiste en ignorar el contenido y rechazar continuar la conversación mientras la otra persona esté airada.
Banco de niebl a
Esta técnica se basa en dar la razón a la persona en lo que se considere que puede haber de cierto en sus afirmaciones; pero negándose, a la vez, a entrar en mayores discusiones.
En definitiva, desarrollar y potenciar las habilidades sociales es uno de los cometidos principales del coaching —tanto en el coach como en el coachee— y resulta fundamental a la hora de manejar cualquier situación o afrontar cualquier tipo de reto que se presente. Muchos de los problemas que presenta el coachee, vienen derivados de alguna carencia en sus habilidades sociales, por lo que resulta necesario detectar aquellas que en las debe mejorar, para garantizar mayores probabilidades de éxito en la resolución de su problema. Por su parte, en cuanto al coach, según se ha visto anteriormente, contar con unas habilidades sociales bien trabajadas resultará fundamental para desempeñar su labor de manera correcta y eficaz.
3.4. Resolución de conflictos
Otro de los aspectos fundamentales que trata el coaching es la capacidad para gestionar la resolución de conflictosy mejorar la toma de decisiones. Por conflicto, entendemos una situación de enfrentamiento entre dos o más personas cuyas ideas, acciones y puntos de vista son diferentes.
Antes de entrar en materia, es conveniente puntualizar y distinguir entre dos tipos básicos de conflicto:
Conflictos intrapersonales
Este tipo de conflictos son aquellos que ocurren en el interior de cada individuo. Por lo general, suelen ser bastante complejos y complicados de solucionar, requiriendo un mayor período de desarrollo.
Conflictos interpersonales
Por su parte, este tipo de conflictos son aquellos que ocurren entre las personas; ya sea entre dos individuos, entre un individuo y un grupo, dentro de un mismo grupo o entre grupos diferentes.
Este tipo de situaciones, pueden dar lugar a dos tipos de actitudes ante un conflicto: una actitud pasiva que origine un comportamiento negativo, es decir, huir del problema o quedarse bloqueado o paralizado; o por el contrario, se puede producir una actitud proactiva que origine un comportamiento positivo e implique afrontar el problema y luchar por ello.
En relación a esto, es importante atender a nuevos puntos de vista y no solo a estrategias que funcionaron en el pasado, para elegir las decisiones posibles más razonables, hasta eliminar todas las demás, de modo que solo quede una. En este sentido, el coaching plantea varias alternativas, en función de cada circunstancia, distinguiendo entre varios tipos básicos de resolución de conflictos:
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