El lado oscuro del Rock
José Luis Martín
© 2020, José Luis Martín
© 2020, Redbook Ediciones, s.l., Barcelona
Diseño de cubierta: Regina Richling
Diseño de interior: David Saavedra
Fotografías interiores: APG imágenes
Fotografía de cubierta: Shutterstock
ISBN: 978-84-9917-589-8
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Índice
Introducción
Mis satánicas amistades
Bienvenidos al lado oscuro
I. Brujería, ocultismo, superstición & blues
El origen del vudú de Nueva Orleans
Marie Laveau, la reina vudú
El hoodoo de Luisiana
Conjuros y amuletos
El cruce de caminos
II. Rock’n’roll. La música del Diablo
El blues tuvo un hijo bastardo al que llamaron rock’n’roll
Dios le tendió la mano al Diablo
The Four Horsemen Of The Apocalypse
Elvis Presley. El lado oscuro del rey
Jerry Lee Lewis. El asesino del rock’n’roll
Little Richard, la reencarnación de Satanás
Chuck Berry, el padre del rock and roll
Screamin’ Jay Hawkins. El voodoo del rock’n’roll
Acoso y derribo
III. Corrompiendo la flema inglesa
Semillas de maldad
Del skiffle al blues. La semilla del diablo
Aleister Crowley, The Beast 666
Graham Bond, el genio ocultista
Tipos extraños en un mundo decadente
Chris Curtis, el batería visionario
Joe Meek. El loco del rock espacial
Crazy World Of Arthur Brown. Quemándolo todo
Screaming Lord Sutch. El padrino del shock rock
IV. Simpatía por el Diablo
The Beatles, de chicos buenos nada
Más famosos que Jesucristo
La conexión Crowley
El misticismo hindú
La inspiración de Charles Manson
The Rolling Stones o Sus Satánicas Majestades
Bienvenidos al lado oscuro
El inicio de la etapa satánica
Sympathy for the Devil
1969, el año maldito
Led Zeppelin. El ocultismo de Jimmy Page
V. Buscando la nueva espiritualidad
Millbrook, la puerta de la consciencia
Bienvenidos al verano del amor
Jim Morrison, el chaman eléctrico
La era psicodélica
El final de un sueño lisérgico
VI. Bajo el signo de Satán
Anton LaVey, el Papa Negro
Coven, la primera banda satánica
Black Sabbath, jugando con el Diablo
La consolidación del ocultismo
VII. Bajando a los infiernos
Alice Cooper, el teatro del horror
Judas Priest, los predicadores del mal
Iron Maiden, el número de la bestia
Lemmy, el azote de la religión
En busca del demonio más rentable
AC/DC. Los cuernos de Satanás
Kiss. La máquina de hacer dinero
Otras bandas con universos oscuros
Venom. Satán es poder
Mercyful Fate. El Rey Diamante
VIII. Culto a la muerte y el Anticristo
Rock Gótico, el sonido de la muerte
Rock industrial. La maldición de las máquinas
Nine Inch Nails, los clavos de Cristo
Orgy. Del emo a la ciencia ficción
Ministry. Rescatando a Crowley
Laibach. En guerra con la Iglesia
Fuego infernal y zombies
Marilyn Manson. La llegada del Anticristo
Columbine o la venganza del puritanismo
Metal extremo. La filosofía del mal
Sepultura. La fuerza de la superstición
Cradle Of Filth. La calidad de lo extremo
Behemoth. Hacia el paganismo nórdico
Cannival Corpse. Ignorados, prohibidos y estigmatizados
Brujeria. Decapitando gringos
Inner Circle: quemando las iglesias
IX. Nuevo siglo, mismo horizonte
El templo satánico
Ghost. El Cardinal Copia y sus Nameless Ghouls
Las brujas al poder
Propuestas para cruzar al lado oscuro
Listados de música
Bibliografía
Introducción
N
Mis satánicas amistades
Lo primero que debería dejar claro es que no creo en el Diablo, Satanás o Lucifer, porque esa creencia me llevaría a reconocer la existencia de alguna divinidad superior como contrapunto. Según esa apreciación, es bastante triste y deprimente que una fuerza superior, si es que existe, permita que el mundo haya rodado de la forma irracional que lo ha hecho a lo largo de su historia, para eso ya nos valemos nosotros sin necesidad de supervisión. Llamadme ateo si preferís.
Mis relaciones con Satanás vinieron a través de la música o como excusa de ella. Fueron mis amigos los que me embrujaron con discos e historias de Black Sabbath o Led Zeppelin primero, para al poco adentrarme en el universo oscuro de Iron Maiden, Judas Priest o Motörhead. Tommy ejercía de satánico, chamán o maestro de ceremonias; servía su elixir mágico, hoy conocido como cerveza de litro y evaporábamos aromas que invitaban a abrir la mente, en ocasiones cortados con tanta basura que lo único que daban era dolor de cabeza. Cuando la química acompañaba, era sencillo, dejar deslizar la aguja sobre el vinilo, bajar la intensidad de la luz y cerrar a cal y canto la habitación para que no se escapasen los efluvios mágicos.
Recuerdo que Tommy tenía un concepto diferente sobre la muerte, los espíritus y los demonios, que me sorprendía y embobaba. Hoy en día lo achaco a su procedencia gallega y la seguridad de que las brujas, hechiceros, demonios y fantasmas, haberlos haylos. Quizás por eso cuando se te acercaba a oscuras en Les Enfants Terribles y simplemente te llamaba y te enseñaba la mano cornuda, era digno de respeto.
Aunque no recuerdo su nombre, un año conocimos a su hermano, que daba más grima que él, posiblemente porque vivía en Galicia y conservaba todo su mojo intacto. En una sesión de brujería casera y mientras sonaba Black Sabbath, nos enseñaron fotografías de ellos durmiendo dentro de un nicho abierto en su tierra natal y ahí subió de categoría y todos lo vimos como nuestro Ozzy particular.
Nuestras sesiones diabólicas también se desarrollaron en lo alto del Montseny, refugiados en un monasterio abandonado que era el escenario ideal para una cinta de terror de serie B. Podíamos olvidarnos la comida, pero la música, la bebida, las substancias «alternativas» y las ganas de cruzar al lado oscuro no. Recuerdo que en la tercera visita al monasterio tuve una mala experiencia, aunque no creo que fuera con el submundo, ya que desde entonces no puedo ingerir alcohol blanco sin ver a la virgen y todas las estrellas.
El paganismo y la magia las encontré más adelante de la mano de amigas que no nombraré porque no les he pedido permiso, pero el tarot, el espiritismo y la ouija estuvieron muy presentes, con su propia banda sonora a base de Gwendal, Alan Stivell y otros grupos que ni recuerdo.
Menos intenso fue tropezar con acólitos del nuevo pensamiento universal a base de música progresiva. El LSD no me sienta del todo bien y estar en una reunión donde todos viajan sin maletas y tú no tienes combustible, no será el infierno pero se le parece mucho.
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