MÁS LEYENDAS URBANAS DEL ROCK
MÁS LEYENDAS URBANAS DEL ROCK
JOSÉ LUIS MARTÍN
© 2020, José Luis Martín Caperote
© 2020, Redbook Ediciones, s. l., Barcelona
Diseño de cubierta: Regina Richling
Diseño de interior: Amanda Martínez
Fotografías interiores: Creative Commons / APG imágenes
Todas las imágenes son © de sus respectivos propietarios y se han incluido a modo de complemento para ilustrar el contenido del texto y/o situarlo en su contexto histórico o artístico. Aunque se ha realizado un trabajo exhaustivo para obtener el permiso de cada autor antes de su publicación, el editor quiere pedir disculpas en el caso de que no se hubiera obtenido alguna fuente y se compromete a corregir cualquier omisión en futuras ediciones.
ISBN: 978-84-9917-618-5
Producción del ePub: booqlab
«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.»
«No todo tiene una explicación. No siempre existe una respuesta. No debes encontrar el sentido a todo. Porque no todo es justo y lógico. Aprende a vivir con ello.»
Proverbio chino
Dedicado a Mónica Fernández y Manuel López Poy, porque sigo sin entender su apoyo impertérrito.
I. Prólogo
II. El gran mito de las teorías de conspiración
¿Quién asesinó a Kurt Cobain?
El asesinato de Sam Cooke
La trágica muerte de Brian Jones
AC/DC y Bon Scott: el crepúsculo de los dioses
Amy Winehouse, cuidado con lo que deseas
El envenenamiento de B.B. King
Chris Cornell y la mano que mece la cuna
III. Historias fascinantes
Clapton is God
La guitarra de Jimi Hendrix
Esquerita, el gran olvidado
Pattie Boyd, la musa engañada
Rompiendo moldes y lo que haga falta
La leyenda de Mia Zapata
IV. El gran circo del rock and roll
El contrato más corto del mundo
The Verve, sinfonía de una injusticia
La verdad sobre «Hotel California»
La mujer fantasma de Black Sabbath
La portada de Rolling Stone
La leyenda de Jazz Sabbath
V. Exorcismos, mentiras y blasfemias
Dakota, la casa del diablo
James Brown, un monstruo maltratador
El mítico Fillmore nació por casualidad
Little Richard se salió del guion
Rainbow falseó una fotografía
Studio 54, del cielo al infierno
George Harrison salvó la vida de Brian
«Gloomy Sunday», invitación al suicidio
Moondog, el vikingo de la Sexta Avenida
La maldición de «Jeremy»
Bibliografía
Playlist Spotify
De nuevo me encuentro sentado en un tren que se dirige al apasionante mundo del rock and roll, donde las estaciones irán marcando a grandes rasgos la falta de valores, ética y veracidad de lo que irá reflejado en el diario de a bordo.
No se trata de una ruta que busca el glamour , las chispeantes burbujas del champán o las luces deslumbrantes y cegadoras de la pista del circo del rock. Aquella por la que acróbatas, contorsionistas, equilibristas, forzudos, hombres bala, magos, malabaristas, mimos, payasos, trapecistas, ventrílocuos y domadores, nos ofrecen su particular arte, carisma y mejor semblanza.
El billete indicaba perfectamente que vamos a la trastienda, donde no se escuchan las fanfarrias de trompetas ni el júbilo del público.
En esa zona del circo se entrelazan las mentiras y la realidad, los gladiadores se acuchillan por la espalda, los payasos son pervertidos violadores de menores, el forzudo se inyecta esteroides y drogas de diseño, los malabaristas hacen sus trucos con royalties ajenos, mientras que el mimo vocifera teorías de la conspiración que encandilan y doblegan la ecuanimidad de los equilibristas y amansa a las fieras, que se han zampado al domador en un festín patrocinado por la dirección.
Todo ello en una maravillosa barahúnda que se empaqueta convenientemente, se envuelve en papel de regalo y se pone a la venta como suvenir de la memoria y nostalgia de lo que pudo ser y no fue. Porque en este circo se aprovecha todo, no hay ni desperdicios, ni inmundicia que no pueda triturarse y envasarse en cápsulas antidepresivas, caramelos ansiolíticos y píldoras de la felicidad que algún día creímos haber conseguido.
Comenzaremos nuestro viaje, con un recorrido por el universo de las conspiraciones, que si bien es cierto que la totalidad son musicales, comprobaremos cómo se escapan de la fina línea que las separa de la paranoia social e incluso política. Compartiremos las dudas vertidas en las versiones oficiales y sin desdeñar ninguna conclusión, dejaremos entrar el fantasma de la incertidumbre. Los muertos irán pasando sin previo aviso del suicidio al asesinato, de la borrachera a la mala praxis o por qué no, de la drogadicción al maltrato paterno o la pederastia.
La segunda estación posee una vía muerta por la cual circulan relatos de un magnetismo maravilloso. Músicos que juegan a ser dioses o dioses que bajaron al mundo para ser simples músicos, guitarras legendarias que podrían en ocasiones terminar en un amasijo de astillas sin perder la compostura, amores que no lo fueron, pero que la obsesión los transformó en neurosis y asesinos que elevaron a la categoría de leyenda a su víctima.
No deberemos perder de vista en ningún momento donde nos encontramos, en el maravilloso circo del rock’n’roll, ese que nos regala obras musicales prodigiosas, con la misma pomposidad que nos muestra comportamientos esperpénticos y rastreros. Contratos con letra pequeña para protagonistas ignorantes, managers que chupan la sangre de sus protegidos, promociones surrealistas y cuentos fantasmagóricos, es lo que encontraremos en este aquelarre caótico.
Cuando el trayecto llegue a su destino, habremos dejado pasar pequeños rumores en formato mentiras, blasfemias y quizás nos encontremos con el Diablo sin saberlo, ni pretenderlo, en una colección de leyendas que intentan escapar de los consabidos chismes de portería y que entre líneas, nos dejaran una buena dosis de adrenalina rock.
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