Si hacemos una recopilación de nuestras vidas podremos tener la sensación de que hemos vivido varias vidas dentro de una sola, que lo que fuimos en nuestra niñez ya no lo somos cuando adultos. Las personas que se casaron hace 20, 30, 50 años no son las que están casadas el día de hoy, los que iniciaron su carrera en una universidad no son las mismas personas que se graduaron. Cada día nos hizo crecer, madurar, cambiar y día a día construimos un matrimonio, una carrera o una vida entera. No podemos tener los mismos ideales o planes que hace veinte años ya que el mundo no es igual, la gente que nos rodea no es la misma y claramente nosotros tampoco. Esto nos hace conscientes de que todo cambia, se mueve, avanza y esa es la única constante de la vida: el cambio, y es nuestra capacidad de adaptarse al cambio lo que nos ayudará a crear una vida llena de logros, sonrisas y felicidad.
Si no has aceptado los cambios en tu vida y no has evolucionado con ellos, estarás atrapado en una época que ya no existe y esto evitará que lo que vives hoy pase frente a ti sin haberlo vivido.
El perdón es una de las curas más milagrosas de esta «enfermedad» de no poder disfrutar el hoy, el dejar ir, el perdonar nos liberará de este verdugo que es el pasado y nos permitirá vivir el presente con más intensidad. Tal vez alguien nos lastimó hace unos años y hemos vivido llenos de rencor y basura mental y no nos permite avanzar. Tal vez esa persona siguió con su vida y claramente no le da importancia o tal vez sí, no lo sabemos y no importa. Lo importante aquí eres tú, lo que tú piensas, a lo que tú le das importancia. Si algo te lastima, solo te lastima a ti, a nadie más. Así que elimina ese pensamiento, perdona a los que te hicieron daño y libérate. Esto no lo haces por nadie, solo lo haces por ti, para poder seguir adelante.
Otra cosa que nos ancla al pasado es la añoranza de alguna época cuando nos sentimos felices. Esto pasa porque nuestro presente no nos satisface como está y decidimos evadirlo y nos la pasamos pensando en «la época cuando fuimos felices» o «cuando teníamos dinero» o «cuando vivía tu abuela». Esto es parte de no aceptar el cambio, de no aceptar la pérdida y de no dejar ir lo que ya no está. Todo esto nos impide ver lo que sí está, nos impide valorar lo que sí tenemos y apreciar a la gente que sí está, es decir, a aceptar nuestro presente tal cual es y realmente vivir.
Lo mismo pasa cuando vives proyectando tu vida en un futuro que no existe hoy. Me queda claro que para sentirnos vivos hay que tener una ilusión, una meta, un proyecto de vida y hacer planes; esto es útil siempre y cuando tu comportamiento y tus acciones diarias sean congruentes con tus planes. Si solo sueñas y no haces nada por lograrlo te puedes ver atrapado, de repente, en las garras del futuro ilusorio y comienzas a estar ausente de nuevo en tu vida presente.
Como en la historia de Osho, el protagonista posponía para mañana el vivir su vida mientras se concentraba en otras cosas que no le permitían vivirla a plenitud, así pasaron 100 años o 1000 años. No importa cuántos años vivas, lo que importa es cuántos años realmente los vives. Podemos vivir 85 años cronológicamente, pero solo recordamos cinco o seis momentos importantes o, tal vez, ninguno. No querrás tener esa sensación al final de tu vida, ¿o sí? Imagina pensar que no hiciste nada en 85 años, que no te sientas satisfecho de nada, que no exista algo que puedas rememorar al final de tu vida. Muchas veces esto sucede porque siempre estuvimos esperando a que algo pasara o eso creímos, y todo lo que pasó en 85 años, que seguro fue bastante, no estuvimos ahí o no le dimos importancia porque estábamos pensando o esperando algo que nunca llegó.
¿Tienes un sueño, una meta? Pues entonces dedícate a hacerlo realidad, que el sueño sea tu motor, pero no te quedes atrapado en él. ¿No funcionó? Vuélvelo a intentar de otra forma, en otro lado, con otras personas, después de un tiempo, pero no te quedes lamentándote de que no lo hiciste. Si después de un tiempo ya no te mueve igual y te sientes desanimado, busca otro sueño, otra motivación, otro motor. Como bien dicen: «La vida es el viaje, el trayecto, no el destino». Es más memorable toda la anécdota de cómo lograste un sueño, de cuánto trabajaste, de todo lo que hiciste para lograrlo, que el logro mismo.
Una de las maravillosas ventajas y beneficios de la meditación es que nos ayuda a disfrutar del momento presente con más intensidad. Cuando hacemos consciente lo que somos hoy, lo que tenemos hoy, y lo aceptamos y lo abrazamos, podemos vivir más intensamente nuestra vida.
Si vivimos conscientes y presentes el hoy, tendremos un pasado armonioso que solo nos hará sonreír y un futuro paciente y bien planeado al que no tendremos prisa por llegar.
Hay otra famosa frase que usaré para cerrar este capítulo: «Vive cada día como si fuera el último día de tu vida» y así cada día. Como se menciona en la historia de Osho, cuando vives plenamente cada segundo y aceptas y agradeces tu realidad, estarás tranquilo y no tendrás miedo de dejar este mundo, ya que lo que has vivido hasta ahora fue vivido plenamente y no te arrepientes de nada y no tendrás pendientes que resolver que te hagan aferrarte a la vida sin razón. Así que vivamos nuestra vida conscientes, plenos y entregados para que el día que nos toque abandonar este mundo lo hagamos tranquilos, satisfechos y con una sonrisa en el rostro.
No podemos saber cuándo vamos a morir, puede ser dentro de cincuenta años, puede ser mañana, ¿por qué esperar más tiempo para reconciliarme con esa persona o conmigo mismo?, ¿por qué esperar a cierta fecha para ir a ese lugar especial?, ¿por qué esperar más días para decirle a esa persona que la amas?, ¿por qué seguir dejando tu vida pasar?, ¿por qué esperar más para empezar a vivir?
CAPÍTULO VII
APEGO Y EXPECTATIVA
Decidí hablar de estos dos conceptos juntos, apego y expectativa, ya que las considero dos de las principales razones de la infelicidad del ser humano y son dos de las más grandes «enfermedades» de nuestro tiempo y si entendemos qué son y cómo trabajan en nosotros, tal vez podremos llegar a dominarlas en lugar de que ellas nos dominen a nosotros.
Estos dos conceptos también son parte de la gran basura mental que debemos desechar o que podemos trabajar con la meditación.
Primero vamos a definirlos. El apego hacia una persona se define como una vinculación afectiva intensa, duradera, de carácter singular, que se desarrolla y consolida entre dos personas por medio de su interacción recíproca y cuyo objetivo más inmediato es la búsqueda y mantenimiento de proximidad en momentos de amenaza, ya que esto proporciona seguridad, consuelo y protección.
Esta definición tomada de Wikipedia es simple pero muy completa a la vez. La primera parte habla de una vinculación afectiva intensa, ya sea que nos enamoramos de alguien o simplemente hablamos del amor de una madre o un familiar. Después habla de una interacción recíproca, generalmente es una interacción igualitaria de las dos partes, se acostumbran una a la otra, se necesitan y se procuran. En la segunda parte se habla de un objetivo inmediato en esta relación que es buscar seguridad, consuelo y protección.
El apego como tal es un fenómeno de comportamiento natural, no tiene por qué ser siempre negativo, simplemente es sentir una afinidad por algo o por alguien, y esto nos hace agruparnos y querer voluntariamente estar cerca de alguien porque nos aporta y nos hace sentir bien, igualmente con alguna actividad o algún lugar. Si no se cumplen estas condiciones entonces no es un apego positivo, si confundimos el amor con posesión o el querer estar juntos al deber estar juntos, a obligaciones más que voluntades entonces el apego se convierte en algo negativo.
Читать дальше