José Rivera Ramírez
La urgencia de ser santos
Ejercicios espirituales para sacerdotes
Transcripción de: Jesús A. Hermosilla
Ediciones Trébedes
1ª edición, marzo 2011. Instituto Teológico San Ildefonso, Toledo, España.
© del texto, Fundación José Rivera.
© de esta edición, Ediciones Trébedes, 2019.
Rda. Buenavista 24, bloque 6, 3º D. 45005, Toledo.
Portada: Ediciones Trébedes
Nihil obstat. Censor: Julio Alonso Ampuero.
Imprimatur. Braulio Rodríguez Plaza, Arzobispo de Toledo, Primado de España. Toledo, 3 de febrero de 2011.
www.edicionestrebedes.com
info@edicionestrebedes.com
ISBN de la edición impresa 978-84-120497-2-5
ISBN 978-84-120497-3-2
Edita: Ediciones Trébedes
Printed in Spain.
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“Nosotros somos los que hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él
(1Jn 4, 16)
“Hay quien se burla de la obediencia, del ayuno, de la oración... Sin embargo, ése es el único camino de la verdadera libertad. Yo suprimo las necesidades superfluas, domo y flagelo mi voluntad altiva y egoísta por medio de la obediencia, y así, con la ayuda de Dios, consigo la libertad del alma y, con ella, la alegría espiritual”.
F. Dostoiewski, Los hermanos Karamazov,
Segunda parte, Libro VI, cap II, V
“Sigue siendo válido para todos –sacerdotes, personas consagradas y laicos, y especialmente para los jóvenes– la invitación a recurrir a los consejos de un buen padre espiritual, capaz de acompañar a cada uno en el profundo conocimiento de sí mismo, y conducirlo a la unión con el Señor, para que su existencia se conforme cada vez más al Evangelio. Para ir hacia el Señor necesitamos siempre una guía, un diálogo”
Benedicto XVI, Catequesis sobre
Simeón el Nuevo Teólogo,
16 de septiembre de 2009
NOTA A LA SEGUNDA EDICIÓN
Junio 2019
La Fundación José Rivera, ante la demanda de este volumen, agotado en su primera edición, nos encargó en mayo de 2018 la reedición de La urgencia de ser santos, de José Rivera, publicado siete años atrás por el Instituto Teológico San Ildefonso de Toledo.
Como el objetivo de esta reedición era fundamentalmente proporcionar a los lectores nuevos ejemplares de este libro, hemos intentado reducir al mínimo las modificaciones sobre la edición anterior, manteniendo las notas a pie de página, el texto y la estructura general del libro. Solo hemos introducido algunos cambios en la cubierta y las fotografías, adaptándolas a una edición de estas características, se han corregido algunas erratas tipográficas y se ha ajustado la maquetación al estilo de nuestra editorial.
La elaboración de esta edición se ha demorado hasta ahora por nuestra voluntad de incluir el acceso al audio original de don José Rivera, como ya hicimos en la colección de predicaciones recogidas en el libro El hechizo de la misericordia, editado por nosotros en 2018. Desgraciadamente, las grabaciones que fueron transcritas para elaborar este volumen no han podido ser localizadas y no queríamos demorar la publicación. Si aparecieran en el futuro, nos encantaría incluirlas en ediciones posteriores.
Desde la primera edición, en 2011, hasta la fecha de la publicación de esta edición, ha ocurrido un hecho destacable: la proclamación de José Rivera Ramírez como Venerable por la Iglesia, el 1 de octubre de 2015. Este hecho aporta un interés adicional a esta publicación por difundir los textos de alguien reconocido como digno de veneración. El Decreto de Virtudes Heróicas por el que se le declara Venerable puede encontrarse en el libro Tu rostro buscaré, editado por Ediciones Trébedes.
Finalmente, agradecer al Instituto Teológico San Ildefonso de Toledo toda su colaboración en la transferencia de toda la información del libro en su primera edición y su generosidad en la cesión de los derechos de edición.
El editor
El Siervo de Dios José Rivera Ramírez nació en Toledo (España) el 17 de diciembre de 1925 y murió el 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación del Señor, de 1991. En su juventud empezó a hacer estudios universitarios de Filosofía y Letras, en Madrid, que interrumpió para prepararse al sacerdocio. Ingresó en el Seminario de Comillas (Santander) donde estuvo cinco años y donde conoció al P. Nieto, jesuita que dejó huella en él por su profunda vida de oración y austeridad. Más tarde se trasladó a Salamanca donde concluyó los estudios teológicos. En 1953 recibió la ordenación sacerdotal y realizó los primeros años del ministerio en algunas parroquias de Toledo.
La intensidad con que vivió el ministerio los diez primeros años desembocó en “un agotamiento físico y psíquico que le hizo necesaria una temporada de retiro y descanso”1; en un noviciado de los Hermanos de san Juan de Dios va a pasar dos años dedicado a la oración y al estudio.
Desde 1957 se dedicó, sobre todo, a la dirección espiritual; primero en Salamanca, en el Colegio Mayor del Salvador y en el Colegio Mayor Nuestra Señora de Guadalupe. Más tarde en el Seminario de Palencia y, después, ya hasta el final de su vida, en Toledo. Además de la dirección espiritual de seminaristas, D. José atendió espiritualmente a numerosas personas: sacerdotes, religiosas y laicos, dirigió multitud de retiros y ejercicios espirituales por muchas diócesis españolas y vivió la opción preferencial por los pobres, especialmente con los gitanos de Toledo.
Anunció y diagnosticó lo que se ha llamado la crisis posconciliar de la Iglesia, especialmente de la Iglesia española, en sus causas más profundas, hasta el punto de ser considerado por muchos exagerado y raro, e hizo todo lo que pudo para ponerle remedio, sobre todo predicar incansablemente el amor de Dios, el llamado a la santidad y la abnegación cristiana viviendo en radicalidad evangélica. En 1970 escribió:
“Sólo un éxito, aunque, eso sí, esencial, pero no mío; incomparablemente mayor que todos mis ensueños de adolescente: esa inquebrantable terquedad de mi confianza, este no dimitir jamás, ni en las circunstancias más desalentadoras, de mi esperanza de ser santo”.
D. José no escribió propiamente libros para la publicación2; decía que Jesús no había escrito sino sus discípulos... En colaboración con D. José María Iraburu publicó, en 1982, la obra Espiritualidad católica (Madrid, Cete) de más de mil páginas. De ella surgió después la Síntesis de Espiritualidad Católica, un tratado excelente de teología y lectura espiritual.
El 13 de marzo de 1991, mientras se dirigía en autobús a predicar un retiro, sufrió un infarto y días después otro; el 25 de marzo falleció, a los sesenta y cinco años de edad. Unos meses antes de su muerte había ofrecido a Dios su vida por la vuelta al ministerio de otro sacerdote. Su cuerpo fue trasladado a la Facultad de Medicina de la Complutense de Madrid a la que había hecho donación del mismo. Allí permaneció hasta que, cuatro años después, fue enterrado en la capilla del Seminario Santa Leocadia de Toledo. En la lápida de su sepultura se lee: “Formador de sacerdotes, maestro de vida espiritual, padre de los pobres”. El 21 de noviembre de 1998 se abrió, en Toledo, el proceso de canonización de este Siervo de Dios y sabio sacerdote3.
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