Vuelvo ahora a mis coincidencias con nuestro homenajeado. El método científico no ha sido derrotado o desbancado, como pretenden muchos filósofos. Simplemente, como toda la ciencia, se ha vuelto más humilde, ha perdido su calidad de oráculo fundamentalista cientificista. Se ha humanizado. Es una conjetura.
Todo esto es visto como la caída de la ciencia o de la razón por muchos filósofos, cuando en realidad se trata de la caída de la certeza dogmática. Se trata tal vez del mayor éxito de la búsqueda cognitiva de la historia. Tampoco es el éxito del escepticismo. El escepticismo es soberbio, no tiene nada de humilde. El pensamiento científico contemporáneo tiende a un humilde reconocimiento de sus límites, lo que le da posibilidades de éxito que no tiene ninguna actitud soberbia, ni fundamentalista ni escéptica. La humildad no es aquí solamente un valor moral. Es una promesa de éxito y eficiencia. Porque retroceder a tiempo y probar otros caminos en lugar de insistir sobre vías muertas promete resultados indudablemente más eficaces.
Las desventuras del conocimiento científico, el viejo fundamentalismo cientificista y el nuevo fundamentalismo posmodernista no consiguen sino promoverlo, junto con el conocimiento artístico y filosófico, tecnológico y con el que nos proporciona el sentido común, hacia el más alto grado de sublimación intelectual cognitiva que ha conseguido la especie humana.
Mencionaré ahora algunos resultados importantes y originales de la investigación de Klimovsky en filosofía de las ciencias naturales.
El contexto de aplicación es estudiado de manera clara e iluminadora. La corriente anglosajona impregna sistemáticamente los tratamientos, de un modo muy especial, donde sus ideas personales lo independizan de posiciones conocidas de antemano, dándoles una originalidad que permite apreciar los contenidos de una manera al mismo tiempo similar y diferente a los de los grandes maestros de dicha corriente.
Un excelente ejemplo de ello es el tratamiento del problema de la observación a partir de los puntos de vista de la base empírica filosófica, epistemológica y metodológica. Su defensa de una base empírica epistemológica no cargada de teoría científica es una muestra de lo que acabo de decir. Otro ejemplo, en cuanto a su independencia de criterio respecto de otros autores de la corriente anglosajona, es su tratamiento de las reglas de correspondencia como prácticamente equivalentes a las hipótesis puente. Nos dice explícitamente que estas no implican igualdad de significado, con lo cual se aleja, al menos taxativamente, de la idea del neopositivismo, en cuanto a ser consideradas como canales de transmisión de significado, aunque sea parcial, desde lo observacional hacia lo teórico. Otro interesante tratamiento clave es la diferenciación entre las nociones de evento y acontecimiento, que le permite evitar el desalojo del psicoanálisis del campo de la actividad científica.
Con respecto a los enunciados de teorías científicas, es interesante notar su posición en el sentido de considerar que se pueden aceptar como leyes a enunciados que son generalizaciones existenciales, aun cuando no sean mixtos, es decir, aun cuando no posean un cuantificador universal.
Un punto muy interesante de destacar pues se separa de las posiciones habituales, es su aceptación de algún tipo de inducción en el contexto de descubrimiento y no en el de justificación. Esta es una posición exactamente opuesta a la de Hempel, para quien las hipótesis (aunque no se verifican) se confirman probabilísticamente de manera inductiva. Sin embargo, más adelante, morigera levemente su posición, aceptando la versión probabilístico-estadística de la inducción como una “metodología atenuada” en el contexto de justificación.
Me interesa muy especialmente destacar el desarrollo que hace nuestro homenajeado de lo que denomina “método hipotético-deductivo en versión simple”, donde incluye su concepción de las teorías científicas, y también un caso “ejemplar”, el de la teoría de Darwin, así como otras importantes aplicaciones. Es muy atractiva la importante distinción que hace entre las nociones de testeo y contrastación. Magistral y didáctico, sus ideas fluyen en sus clases y en sus obras sin trabas, con toques metafórico-dramáticos, que son en muchos casos realmente admirables o con arrebatos de fino humor, no exentos de sarcasmo. A modo de ejemplo: “En esta concepción del método, la vida de una hipótesis (o de una teoría) es dura, trágica, y para cada una de ellas podría escribirse acerca de su nacimiento, pasión y muerte. Ante el problema que debe resolver, la hipótesis nace, pero luego empieza el terrible proceso de contrastación por medio del cual se la intenta aniquilar. Ella resiste, pero constantemente es agraviada por nuevos episodios de contrastación hasta que, finalmente, la refutación termina con ella en un dramático episodio de muerte epistemológica.” Otro: “[...] y esta vez la experiencia se realizó con crueldad, extirpándoles a los peces sus ganglios olfativos. (La repulsa que al autor le producen estas prácticas le impedirían dedicarse a la biología experimental, y sin duda preferiría ser psicoanalista, que según se sabe ‘es un médico judío con horror a la sangre’.)”
Otro punto que desarrolla magistralmente en uno de sus libros es el de las experiencias cruciales, cuando discute cuatro hermosos ejemplos. Aquí el autor hace gala de su original diferenciación entre experiencias cruciales de primera y segunda especie.
Como punto final de esta charla, me gustaría mostrar brevemente a qué se refiere Klimovsky cuando nos habla del “método hipotético-deductivo en versión compleja”. Se refiere a que la pretendida refutación posible de la teoría específica se diluye frente al hecho de que otras teorías o datos pueden ser los “culpables” de la falla de alguna consecuencia observacional. Es interesante su taxonomía de datos, hipótesis colaterales auxiliares (factoriales y existenciales), colaterales subsidiarias e hipótesis y teorías presupuestas, que cortejan la teoría específica como presuntos “sospechosos” en una novela policial. El nombre y las ideas de Popper sobrevuelan permanentemente las obras y las clases de Klimovsky. Indudablemente se advierte la influencia que este filósofo ha tenido en su ideas, independientemente de que dichas ideas sean favorables o contrarias a la posición de aquel. Tal vez se podría decir que Klimovsky lleva consigo un Popper internalizado, con el que se pelea y reconcilia permanentemente.
Es interesante notar que el método ha sufrido variantes que lo colocan al borde de la posición de Lakatos y, en algún sentido, del mismo Kuhn. Las actitudes metodológicas que apoya y denomina “conservadoras” se asemejan mucho, como él mismo lo dice, a las ideas de Lakatos y Kuhn al respecto. También se relaciona con las posiciones de estos filósofos la idea de rechazar en lugar de refutar una teoría, en relación con la opinión de la comunidad científica: lo que Klimovsky denomina “refutación por cansancio”.
Prólogo
El psicoanálisis y el método científico
por EUDARDO ISSAHAROFF
Desde comienzos de los años sesenta hasta este momento, Klimovsky mantuvo una actividad epistemológica ligada al psicoanálisis de manera constante. Publicó numerosos trabajos en revistas y libros especializados, participó en jornadas, conferencias, cursos y congresos, y fue invitado en tres oportunidades al congreso de la IPA para presentar trabajos. Ha recibido el premio de la IPA a colaboradores no psicoanalistas y es miembro honorario de la Apdeba. Es miembro fundador y ex presidente de la Adep.
En Buenos Aires hemos tenido la fortuna de que nuestra comunidad psicoanalítica contara con el trabajo como epistemólogo de Klimovsky en grupos de estudio, seminarios y cursos. En ellos se examinaron trabajos teóricos, clínicos y técnicos. Klimovsky contribuyó a que tomáramos conciencia de la importancia de la epistemología para comprender nuestra propia actividad que, como ustedes saben, ha sido desde su nacimiento objeto de pasiones encontradas, a favor y en contra.
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