La crítica y la respuesta rápida
Es una experiencia única presenciar un diálogo en el que, cual payada filosófica, se enfrenta nuestro homenajeado con algún contendor, sea este último incauto o no. La respuesta rápida y segura, la crítica aguda y a veces mordaz, produce estragos entre sus contendores y crea en sus oyentes la sensación de una trituradora intelectual imposible de detener o desviar de su camino.
La capacidad de trabajo
He conocido pocas personas con la capacidad de trabajo de nuestro homenajeado. Las clases en diversas instituciones, las conferencias, mesas redondas, reuniones académicas, viajes al interior del país; el ejercicio de actividades directivas, la dirección de tesistas, sin olvidar sus demás actividades no académicas, igualmente importantes y que llevan no menos tiempo, me hacen pensar en muchas personas en lugar de una. Solo faltaría verlo en varios lugares y actividades al mismo tiempo.
Y así, en plena tarea, me confesó una vez: “Estoy un poco cansado.” Y siguió adelante como si lo dicho hubiese sido solo la expresión de una abstracción.
La vocación por el interior del país
Pocas personalidades en la cima de su prestigio se han sacrificado viajando por nuestro país para participar no solo en reuniones académicas sino para dar conferencias, clases o aun cursos largos, que a veces lo obligaban a quedarse viviendo transitoriamente en dichos lugares y que otras veces resolvía viajando permanentemente ida y vuelta. Hace pocos años, mientras era miembro de la Conadep y decano de la Facultad de Ciencias Exactas, viajaba tranquilamente una vez por semana a Santiago del Estero, frente a la estupefacción de quienes lo rodeábamos y conocíamos el cúmulo de sus actividades.
El sentido del humor
El humor sutil, a veces sarcástico, siempre ágil y oportuno, no lo abandona nunca. Desde el cuento corto que alivia tensiones hasta su hábito de usar el humor como recurso didáctico, nos señala un modo cálido, gentil, profundo y, paradójicamente, serio, de transmitir información, conceptos y vivencias.
Tal vez un rasgo que no es humorístico, pero que no está exento de humor, es la lista que guarda celosamente y enriquece permanentemente, de las personas cuyo nombre está correlacionado con su ocupación. Aquí el humor se relaciona con la aparente ruptura lógica y con la capacidad de asombro que, por suerte, no ha perdido.
Discutiré ahora algunas ideas relacionadas con su trabajo, especialmente aquellas que se vinculan con la filosofía de las ciencias naturales y con el método hipotético-deductivo. Klimovsky habla y escribe acerca de “las desventuras del conocimiento científico”. No nos habla de las “aventuras” sino de las “desventuras” del conocimiento científico. Desarrollaré una interpretación personal de aquellas palabras, interpretación que no sé si será la del autor, pero que es, sin lugar a dudas, la de uno de sus lectores.
Para ello intentaré diferenciar el pretendido saber fundamentalista, del más modesto y humilde saber de la ciencia contemporánea. El fundamentalismo, arrastrando su viejo nombre con que la moda y también la necesidad, ha reemplazado los antiguos dogmatismo y fanatismo, con nuevas connotaciones ligadas a las problemáticas actuales, riega los cauces intelectuales de nuestro siglo como los regara en la Edad Media, y en muchas otras épocas pasadas. A veces se trata de “iluminados” que nos acercan benévolamente la verdad. Pueden ser profetas que traen la verdad revelada o pueden ser ellos mismos los dioses que nos la revelan. Puede ser un Moisés que nos trae las Tablas de la Ley entregadas a él por Dios o puede ser Dios mismo que baja de su morada proveyéndonos de la verdad.
Si dejamos de lado el conocimiento artístico y filosófico, el tecnológico y el conocimiento que nos aporta el sentido común, la historia reconoce tres fuentes de pretendido conocimiento: la religión, el pensamiento mágico y la ciencia. Los tres han reconocido dogmas; pero la ciencia comienza a liberarse de ellos en el presente siglo. Luego de los golpes a su omnipotencia, dados especialmente por las revoluciones relativista y cuántica, así como por graves dificultades en relación con la fundamentación de las ciencias formales, ya son pocos los científicos que suponen que están a punto de encontrar la verdad absoluta, como se pensaba a fines del siglo pasado. Los científicos contemporáneos, vistos por los epistemólogos contemporáneos, se han vuelto humildes. Trabajan con conjeturas. Evitan la idea de verificación en sentido fuerte. Se conforman modestamente con la corroboración o con la confirmación probabilística. Sus teorías están siempre suspendidas debajo de la espada de Damocles de la posible refutación o del posible rechazo. Vemos que con el advenimiento de la modestia científica, el fundamentalismo cientificista está en franco retroceso.
Dicha evolución hacia la modestia, por parte del pensamiento científico, ha generado el vicio opuesto: el extremismo relativista de, por ejemplo, ciertos posmodernistas o de los adherentes a la llamada New Age. De lo que estos no se percatan es de su fundamentalismo. El mejor indicio de la presencia del fundamentalismo es el atrincheramiento. La dificultad para escuchar a los que disienten con ellos. La firme vivencia de poseer la verdad, aunque sea la verdad de que no existe la verdad. La necesidad de adoctrinar a los demás en su dogma y de considerar enemigo y satanizar al que no se deja seducir.
Todas estas ideas, relacionadas con la modestia de la nueva ciencia y la nueva filosofía de la ciencia, impregnan las palabras y la obra de Klimovsky. Él muestra con claridad, y en ello concuerdo plenamente, que el método científico ya no es tratado como el remedio para todos los males, ya no es considerado como el oráculo acerca de lo que está bien y lo que está mal en ciencia. El método científico no es más (ni menos) que un conjunto de tácticas y estrategias, que el epistemólogo observa como exitosas cuando el científico las aplica.
Pero, y aquí aparece un punto en el que me permitiré disentir parcialmente con Klimovsky, él dice que solo las tácticas pueden variar de disciplina en disciplina, y pueden modificarse a lo largo de la historia, tanto en el pasado como en el futuro. Las estrategias, si bien pueden ser diferentes cuando se pasa de las ciencias formales a las fácticas, y si bien existe la posibilidad (no avalada pero tampoco excluida definitivamente por él) de que no sean las mismas cuando pasamos de las ciencias naturales a las ciencias sociales, reinan, sin embargo, en las ciencias naturales, casi, podríamos interpretar, de una vez y para siempre, si bien admiten importantes modificaciones. El método hipotético-deductivo y el método estadístico, ambos en sus diferentes variantes, configurarían la condición determinante de una disciplina y de una teoría, para ser considerada científica. Son dichas estrategias las que condicionan o determinan el estatus de fruto de la actividad científica y no a la inversa.
La flexibilidad y amplitud de criterio que muestra Klimovsky es enorme, ya que desgaja por una parte tácticas de estrategias y, aun en relación con estas últimas, permite su variedad en relación con los grandes grupos: ciencias formales, ciencias naturales y ciencias sociales. Sin embargo, a mi modo de ver, ello no es suficiente. Pienso que no podemos arrogarnos la certeza de saber qué sucederá en el futuro con respecto a dichas estrategias. Si Aristóteles, que estuvo a un paso de encontrar el método hipotético-deductivo, como nos lo relata Klimovsky en una de sus obras, pero que no lo encontró, se hubiese arrogado la certeza de que su método demostrativo era el método por antonomasia, diríamos ahora que se equivocó. No solo se encontró posteriormente el método o la estrategia hipotético-deductivista, sino que se desarrolló también la estrategia estadística. ¿No nos puede ocurrir a nosotros algo similar a lo que le ocurrió a Aristóteles y a tantos otros? ¿No es razonable pensar que las estrategias hipotético-deductivista y estadística, así como nacieron y crecieron, pueden también, no solo multiplicarse y mutar sino tal vez morir, reemplazadas por otras más exitosas, más eficaces? ¿Por qué no darle al método científico el derecho, no solo al progreso sino a la caída y al reemplazo, como se lo hemos comenzado a dar a las teorías recién en este siglo?
Читать дальше