1 ...8 9 10 12 13 14 ...21 4. Críticas a la versión estándar. La versión del método científico y de la epistemología que acabamos de trazar es la que dominó el horizonte cultural europeo y americano (especialmente el de habla inglesa y alemana) desde 1940 hasta 1960 aproximadamente. Anteriormente, las versiones epistemológicas oficiales se relacionaban con la tradición aristotélica, con la fenomenología, con el empirismo inductivista y estadístico, con el operacionalismo o con el empirismo lógico. El método hipotético deductivo empírico es resultado de las investigaciones de la escuela popperiana y también de los trabajos de Carnap, Reichenbach, Nagel y Hempel, entre otros. Paulatinamente aparecieron vehementes críticos de esta versión, surgiendo en los propios países de habla sajona una tendencia que es a veces conocida como “nueva epistemología”. En la órbita de habla francesa existen posiciones análogas a esta nueva orientación (en los casos de Piaget, Bachelard, Althusser, especialmente). No parece existir hasta el momento una versión alternativa al método estándar que tenga su riqueza formal y metodológica (salvo la epistemología genética de Piaget). Por ello vamos a limitarnos simplemente a aludir a algunas de las objeciones y modificaciones que se han propuesto con relación a la versión estándar.
a) La distinción “teórico versus empírico” con relación a los términos extralógicos es vista con poco entusiasmo por algunos (Popper, por ejemplo). En el significado de todos los términos científicos hay componentes conceptuales, empíricos y teóricos en algún sentido de esta palabra. Sin que de aquí se desprenda que no hay enunciados básicos, empíricos o de contrastación, se tendría por válido que la distinción en niveles es artificial e inexacta.
b) La teoría deductiva-refutativa de la contrastación parece demasiado esquemática. En realidad, cuando se contrasta una teoría examinando determinado material, es seguro que intervinieron además de las hipótesis fundamentales otras hipótesis, algunas de las cuales son las hipótesis presupuestas para poder siquiera plantear la teoría examinada (por ejemplo, es necesario presuponer la geometría de Euclides para poder enunciar los principios de la física newtoniana), y otras son hipótesis acerca del propio material. La contrastación estaría entonces poniendo a prueba un conjunto muy grande de conjeturas, además de las que definen la teoría propiamente dicha. Por ejemplo, Quine llega a pensar que la contrastación pone a prueba una Gestalt conformada por hipótesis científicas, lógicas y empíricas. Refutar una teoría es difícil, pues la premisa falsa podría estar fuera de la teoría. En particular, siempre es posible introducir hipótesis de trabajo e hipótesis ad hoc para salvar una teoría. Contrastar es entonces un proceso complicado, en el que intervienen decisiones y contrastaciones secundarias (una posición extrema en este punto es la de Imre Lakatos, un popperiano inteligente y original). De acuerdo con esta objeción, la conservación o el abandono de teorías sería un hecho de naturaleza en parte empírica, en parte lógica y en parte pragmática.
c) Los enunciados de nivel I tienen peso excesivo. El propio Popper reconoce que los acontecimientos singulares tienen poco valor científico, y que la fuerza corroborativa o refutativa la tienen los eventos, es decir –según su nomenclatura– las clases de acontecimientos similares. Los enunciados singulares tienen también categoría de hipótesis (debido al carácter disposicional y abierto de todo predicado) y también ellos requieren contrastación (pero esto no lleva a un regreso al infinito pues siempre hay una decisión pragmática que indica provisoriamente los enunciados que se toman básicamente sin discusión, decisión que se considera corregible y modificable). También acá surge un sesgo pragmático en el proceso de contrastación.
d) El concepto de “base empírica” y de “experiencia”, como algo anterior a la teoría, es muy cuestionado. Para las grandes teorías como la física newtoniana, el psicoanálisis, o ciertas teorías sociológicas, los términos empíricos adquieren su sentido según los principios de la teoría. No habría experiencia independiente; las entidades empíricas son un recorte de la realidad efectuado desde dentro de la teoría. La idea de la contrastación de una teoría con una práctica o empiria externa e independiente a ella resulta inadmisible para los cultores de este modo de pensar. El método hipotético deductivo parece equivocado, resultando la metodología de la ciencia una cuestión más interna en la que se demanda mera coherencia lógica entre los aspectos teóricos de la teoría con los aspectos empíricos, que son también determinados por la teoría. Es la práctica y eficacia de la teoría la que lleva –entre otros factores– a su adopción o abandono, y no las dificultades o ventajas externas. La posición de Norwood Russell Hanson es característica en este sentido, como también la de los pensadores de la escuela de Althusser.
e) La descripción del proceso histórico crítico que los hipotético-deductivistas creen advertir en la historia de la ciencia no parece muy adecuada. La ya clásica obra de Thomas S. Kuhn sobre la estructura de las revoluciones científicas señala que durante los períodos de “ciencia normal” no existe nada semejante a la contrastación crítica y continua de las hipótesis fundamentales de la teoría del “paradigma”. Por el contrario, nadie osa poner el paradigma en tela de juicio. Durante las revoluciones científicas la cosa es diferente, pero aun así hay más cuestión de convencimiento, insatisfacción y convicción que de corroboración y refutación. La aceptación y abandono de las teorías científicas es más un fenómeno sociológico relacionado con consenso y decisión que con las propiedades lógicas del conocimiento.
f) El lenguaje científico está poco diferenciado del lenguaje ordinario. En realidad, debiera mostrarse que hay un abismo conceptual entre las nociones del lenguaje ordinario y las de una teoría científica. La admisión de un vocabulario empírico independiente de las hipótesis de la teoría es uno de los obstáculos de esta toma de conciencia de la diferencia aludida. El lenguaje ordinario es naturalmente proclive a las influencias ideológicas negativas. La posibilidad de escapar a la inadecuada influencia de lo ideológico dentro de lo científico (y también dentro de la filosofía de la ciencia) está en constituir con nitidez y especificidad los conceptos de las teorías científicas. El concepto de “ruptura epistemológica” de Bachelard se relaciona con el fenómeno de constitución autónoma y clara de la red conceptual de cada teoría científica y su separación radical de las nociones del lenguaje ordinario y de sus fuentes ideológicas, entre las que no están ausentes, curiosamente, la noción aristotélica de verdad, la concepción semántica del lenguaje o la noción de hipótesis.
Muchas de estas objeciones tienen fuerza. No obstante, un examen detallado de la metodología usual de las teorías científicas permitiría advertir que la práctica científica y la estructura lógica de la mayoría de los trabajos de investigación contemporáneos se adapta bastante más a la versión estándar que a alguno de los modelos planteados por sus críticos. Es probable que el tema sea demasiado complicado para agotarlo convincentemente en un solo artículo, y lo dejaremos aquí como cuestión opinable.
Bibliografía
Althusser, L.: La filosofía como arma de la revolución. Pasado y Presente, Córdoba, 1971.
Althusser, L.: La revolución teórica de Marx. Siglo XXI, Buenos Aires.
Bachelard, G.: Epistemología. Anagrama (textos escogidos por D. Lecourt).
Badiou, A.: El concepto de modelo. Siglo XXI, Buenos Aires, 1973.
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