El CAPÍTULO III, Atravesando el Conflicto, focalizará en aquellos elementos del campo disciplinar del Trabajo Social que pueden verse interpelados, como ser la concepción de “sujeto”. Plantearemos, asimismo, por qué el área de los cuidados paliativos (que es parte del campo de la Salud) se presenta como aquella más proclive a incorporar herramientas holísticas en los procesos de intervención, para cerrar este apartado con la presentación preliminar de algunas de las técnicas que son parte de las estrategias de acción desde el enfoque holístico.
Por último, el CAPÍTULO IV, Construyendo lo Nuevo, presentará los resultados obtenidos en este proceso de investigación-acción participativa, procurando traer la voz de las/os colegas que participaron del camino y a quienes no dejamos de agradecer. Como complementario a este capítulo, se encontrará en las últimas páginas un Apéndice Metodológico, que presenta con mayor detalle los elementos constitutivos de ambos proyectos. Finalmente, las Conclusiones para este libro, darán cuenta de las principales reflexiones resultantes de todo este proceso, que lejos de tener un fin más bien presenta nuevas inquietudes y focos de interés.
Para ir concluyendo con el prólogo, deseamos compartir que tenemos la intención de desarrollar una próxima producción en donde se expongan casos y situaciones de intervenciones profesionales desde el enfoque holístico, con la participación de diversa/os colegas que ya lo están implementando. Las/os invitamos a recorrer las siguientes páginas... ¡¡Nos estaremos encontrando por los diferentes espacios para seguir co-creando conocimientos colectivos, con el propósito de mejorar nuestras intervenciones y continuar evolucionando como seres humanos/as, al tiempo que acompañamos los complejos problemas de otros seres!! ¡¡Muchas gracias!!
CAPÍTULO 1
Caminando hacia lo nuevo, diverso y…
“Proponemos una ciencia que recupere las raíces
de la filo (amor) sofía (saber),
una ciencia que nos proporcione sabiduría,
ya no para avivar y lucir nuestro cansado ego,
sino para nuestro buen vivir!!”
Claudia Perlo
Mónica...
(Por Patricia Pavón Rico)
Mónica, de 58 años, mi primer consultante en el año 2012 (en el marco del Trabajo Social independiente), derivada por una psicóloga -conocida en común-, me demanda ayuda para resolver una situación convivencial con un hermano adulto mayor, con diagnóstico de esquizofrenia y uso problemático de sustancias psicoactivas, situación que no deseaba judicializar. En un proceso de escasas semanas, nos dispusimos a redimensionar esa situación problema. Luego de manifestar con detalle su tránsito por el cáncer, pasamos a trabajar sobre sus medios de subsistencia, luego sobre su proyecto ocupacional, hasta llegar a su “despertar espiritual” (tomando sus mismas palabras). Vale decir que esto último fue lo que más me interpeló en este caso. Y fui yo quien me dispuse a aprender de algunas de las herramientas que Mónica desarrollaba, como el Chi-kung, disciplina oriental que despliega una forma de meditación en movimiento. Desde ese entonces, el vínculo se fue transformando de tal manera que se tejían lazos tanto de intervención profesional como de amistad. Creo que fue uno de los motivos por el que necesitamos tomar cierta distancia; más allá de que ella no suele sostener vínculos de proximidad con ninguna persona.
Al año siguiente solicita desarrollar un nuevo proceso, decía “siento que hay algo más”, y como era de esperar llegó a la raíz de lo que en ese momento se le presentaba como obstáculo o bloqueo, eso que le impedía tomar decisiones y articular recursos. Y como les pasará a la mayoría de los/las colegas, fue esa maravillosa oportunidad que tenemos los Trabajadores Sociales para establecer un vínculo de confianza, la que posibilitó abrir aquella puerta y develar “el secreto”, no sin tener que utilizar múltiples técnicas, y en este caso el Psicodrama individual y grupal fue un gran aliado, como también el Reiki y el Yoga. En palabras de la propia Mónica: “…retorno a terapia, comienzo a recordar, aparece el miedo, siento mucha tensión interna, estoy en alerta, más consciente de lo que me distrae, y por doloroso que sea desarrollo una relación diferente y me sereno, esto me alivia para poder estar tranquila. Estoy preparada para comprender, creo estar saliendo de ese sufrimiento, el miedo también es parte de ese proceso, exige, molesta… Recuerdo… fui abusada de niña y parte de mi adolescencia, fui sometida por un hermano de mi madre… Sale a la luz”.
En todo el proceso de intervención con Mónica fue necesario articular con múltiples recursos institucionales, como lo haría seguramente cualquier trabajador/a social; lo distintivo para mí fue atender a su propia maestría al demandarme con tanta claridad el trabajar sobre sus emociones (así como transmitía una paz indescriptible, la atravesaban momentos de desesperación y angustia) y espiritualidad (tan sólo su mirada transmitían los mensajes de su alma, muy difícil de explicar el tipo de conexión que nos sucedía). Hoy entiendo que nuestras almas sabían que debíamos recorrer un camino juntas, aunque mi ego lo interpretó después de un tiempo de conocernos. Todo ello me obligó a enfrentarme a las limitaciones de la “formación” y recrear toda la metodología aprendida; integrando otras herramientas “alternativas o complementarias” que si bien ya venía desplegando, era la primera vez que las incorporaba en un plan de intervención de caso. Y fue así que por momentos nos centramos en un abordaje personalizado; luego transitó por talleres grupales con psicodrama y otras técnicas que atienden tanto al cuerpo físico, mental, como emocional y espiritual. En el momento de la “develación” entró en un estado depresivo que me instó a derivarla a un equipo de psiquiatría y psicología, con el acompañamiento de una colega que me ayudó a encontrar el profesional con el perfil adecuado (requería que su enfoque fuese tan holístico como el de Mónica). Continué acompañando su proceso de cambio, logrando involucrar y trabajar la revinculación con su único hijo (un joven de 27 años), resignificando su red de contención y potencialidades en esa familia que en algún momento había decidido invisibilizar.
Ya sea por un padecimiento vinculado a la salud o a cualquier otra problemática, es en el marco de tales vivencias que se ponen en juego una serie de estrategias, en las que tanto la persona como su entorno familiar intentan -a través de distintas vías-, lograr la resolución, transformación o, al menos, el alivio de la situación problemática, y es así como la persona se acerca al Trabajador/a Social en los diversos servicios donde éste se desempeña.
Como es sabido, la experiencia de enfermedad (o de muchas otras situaciones problemas) no puede entenderse por fuera de la cultura, pues sus manifestaciones son leídas, contextualizadas, narradas e interpretadas en el marco de los sistemas culturales.
Desde una perspectiva holística, para comprender las etiologías de ciertos estados del Ser, es necesario tener presente que la persona es mucho más que cuerpo biológico -descriptible por la biología- puesto que integra diversas entidades como cuerpo etéreo, espíritu, alma, energía, etc. Nociones que juegan un rol importante en la selección y combinación de medicinas, terapias y servicios, las que involucran prácticas muy diversas en cuanto a sus fundamentos terapéuticos. “De acuerdo con Idoyaga Molina (2002) las elecciones terapéuticas, así como en la combinación de medicinas, revelan la incidencia de factores culturales, socioeconómicos, étnicos, políticos y las identidades religiosas de los enfermos, así como los estilos de pensar (Douglas, 1998) y la calidad de los servicios biomédicos, a los que los diferentes usuarios tienen acceso. Las posibles elecciones de medicinas y terapias se enmarcan en las opciones disponibles en el contexto de un sistema etnomédico lugareño” (Gimenez y Fuentes, 2013). En este sentido, desde la perspectiva de “lo local” tan presente en el Trabajo Social, podría plantearse si la misma contempla todas estas estrategias que las personas crean o “necesitan” incorporar en sus procesos de cambio individual, familiar, social, o si más bien la situación se delinea en función de los recursos disponibles que el trabajador/a social “maneja” o que el dispositivo institucional provee. Aún recuerdo cuando ante la insistencia de Mónica de que fuese yo quien la atendiera, por tiempo indeterminado, mi primer respuesta fue: “pero si necesitás una orientación puntual puedo dártela, no hay problema, yo no tengo consultorio”; y su respuesta fue: “pero yo te voy a necesitar por un tiempo”… Esa comunicación telefónica marcó un antes y un después en mi desarrollo profesional, en tanto aparecieron nuevas preguntas, nuevas demandas y nuevas estrategias de intervención posibles. Por eso y mucho más, a Mónica gracias eternas!!! Así vino la necesidad de investigar, capacitarme en diversas ramas socio-terapéuticas y adentrarme en nuevas formas de construcción del conocimiento.
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