Siguiendo el interesante estudio de Pascual, Etxebarria y Pérez, bajo el término vergüenza en castellano se englobarían expresiones emocionales provocadas por: a) situaciones en las que hay un sentido de exposición, es decir, la persona queda expuesta al juicio de otros cuando se ha cometido una falta mínima, muy leve; b) situaciones en las que hay un sentido de exposición y se ha cometido una falta más seria, pero no de carácter moral, y c) situaciones en las que hay un sentido de exposición, pero además se ha cometido una falta de naturaleza moral 26.
Como se aprecia, faltan en los términos de ambas lenguas las referencias a: el respeto, veneración o reverencia en relación con alguien, entre los mismos dioses, de los hombres para con los dioses o entre los hombres, de acuerdo con su condición; la consideración y respeto a personas más débiles, protegidas por las leyes divinas, como los ancianos o los padres, o en relación con las leyes de la hospitalidad, y la acepción referida a las acciones de consideración, agradecimiento, compasión, piedad y remisión, incluso en términos jurídicos que sí aparecen tanto en αἰδέομαι como en αἰδώς.
Sin embargo, siguiendo nuevamente el estudio de Pascual, Etxeberria y Pérez, pueden advertirse ciertas diferencias entre la expresión de estas emociones en el idioma castellano y en el inglés (el castellano y el euskera coinciden casi plenamente). Así, por ejemplo, se advierte en los dendogramas que refieren las estructuras de vergüenza y culpa en castellano y euskera, que difieren del dendograma de la triada guilt , shame y embarrasment. Y es que, en efecto, este último término también se utiliza para expresar situaciones de vergüenza:
Estos análisis mostraron que en inglés, los participantes, para designar lo que sentían en las situaciones en que el protagonista cometía una falta que suponía un daño para una tercera persona o contravenía su propio sentido de lo que “debe” ser, utilizaban el término guilt . Para designar las reacciones de vergüenza utilizaban, en cambio, dos términos: embarrassment , cuando había sentido de exposición y la falta era muy leve, y shame , en las otras dos situaciones 27-28.
Más importantes son sus conclusiones, sin embargo, cuando se compara shame con la vergüenza. Según estos autores, shame se adentra en el campo semántico de lo que en castellano se entiende por culpa, revelándose su significado más próximo a guilt que a embarrassment 29.
c. La tesis de Dodds y otros
También han hecho uso de esta categorización otros pensadores para explorar, por ejemplo, el mundo griego, como ocurre en el interesante trabajo de Dodds. Pero para comprender cómo este considera que la griega primitiva es una cultura de la vergüenza y no de la culpa debemos detenernos en todo el giro argumental que desarrolla el autor 30. De otro modo, no logrará entenderse su perspectiva.
Lo que ha motivado al autor irlandés a formular su tesis es el deseo de analizar los aspectos irracionales de la cultura griega. Contra la afirmación según la cual los poemas homéricos no tienen un contenido religioso 31, analiza detenidamente el sentido de algunos términos, como ἄτη y μένος, con el objeto de explicar la forma en la que en Homero se caracterizan los tipos más comunes de intervención psíquica. Todas las desviaciones respecto de la conducta normal cuyas causas no son inmediatamente percibidas, sea por la conciencia del sujeto o por los otros, se atribuyen a un agente sobrenatural, lo que para Dodds supone una sorpresa tratándose de poemas que se suponen no religiosos 32.
Así, por un lado, ἄτη decía relación con la obnubilación, la ofuscación o la locura, mientras que μένος se refería a la inspiración o el coraje que uno no tenía, como si este nos viniera de otro. Lo cierto es que se trata de experiencias humanas bastante comunes, que es posible apreciar en crímenes denominados pasionales, en los que el sujeto no puede explicarse cómo ha hecho tal cosa, como si fuese un extraño; entonces, tal arrebato puede ser análogo a lo que los griegos entendían por ἄτη. Por ejemplo, cualquiera que explore la vida de músicos sabe que sus composiciones aparecen muchas veces espontáneamente, como moniciones, como si las mismas les fueran ajenas 33.
Ahora bien, una explicación para estos comportamientos psíquicos anormales, siguiendo a Dodds, es ofrecida por Nilsson, en el sentido de que los héroes homéricos tienen propensión a bruscos cambios de humor, padeciendo de inestabilidad mental. Aun hoy día, una persona que tenga ese temperamento, al cambiar su ánimo, contempla lo hecho como algo ajeno. Decir que no era su intención hacerlo es decir que no fue ella en realidad quien lo hizo. Para Nilsson, a partir de esta repentina e inexplicable situación psíquica interna, sea la sensación de poder, la monición interior o la pérdida de juicio, es que nace la explicación de los dioses como aparición física de estos fenómenos. Al transportar el acontecimiento interior al exterior, la vaguedad queda eliminada, el demonio indeterminado pasa a ser un dios determinado 34.
Dodds prefiere alejarse de la explicación psicológica de Nilsson, que busca el origen del relato en la inestabilidad psíquica de los personajes de Homero, y perseguirla en dos peculiaridades de la cultura homérica. La primera es que no existía en el mundo homérico una idea de la personalidad o del alma. Con psyché se refería Homero, según Dodds, a un algo después de la muerte, cuya única función respecto del hombre vivo era abandonarlo. Por el contrario, thymós podía haber sido un alma-aliento, una especie de conciencia, pero que operaba separada del sujeto, que le indicaba qué debía hacer, pero que podía ser tanto oída como desoída 35. Este hábito de objetivar los impulsos emocionales, según Dodds, debe haber abierto la puerta para la idea religiosa de la intervención psíquica. La segunda influencia era el hábito de explicar el carácter o la conducta en términos de conocimiento, es decir, según un enfoque intelectualista de los sentimientos y la moral, de modo que las paradojas socráticas de que nadie hace mal sin conocimiento son muy antiguas en la tradición del pensamiento griego 36. Este tiene que haber favorecido el pensamiento de la intervención psíquica. Si el carácter es conocimiento, lo que no es conocimiento le viene al hombre desde afuera 37.
Tal intervención externa, y con ello llegamos al punto, según Dodds, sirve al hombre para proyectar la vergüenza, de modo similar a como en nuestra sociedad el hombre se desembaraza de su culpa proyectándola en otros. La cultura homérica es para el autor una cultura de la vergüenza, en la medida que el sumo bien del hombre homérico no era disfrutar de la conciencia tranquila, sino de la timé , la estimación pública, y la mayor fuerza moral no era el temor de dios, sino el respeto a la opinión pública, αίδώς. Aun así, hay dos advertencias importantes que formula el autor. En primer lugar, que las emplea solo como descripciones, no como teorías sobre las culturas, para diferenciar los períodos arcaico y clásico. Por lo mismo, en segundo término, señala que se trata de categorizaciones relativas, pues tipos de comportamiento atribuibles a ambas se encuentran en los dos períodos 38.
Así, Dodds llama cultura de la vergüenza al período arcaico de la religión y la moralidad griegas. En este mundo, el de la cultura de la vergüenza, los dioses de la Ilíada se preocupaban, en primer lugar, por su propio honor 39. De ahí que el descuido del culto, o tratar mal a un sacerdote, se tradujera en un menosprecio a los dioses. Los dioses, por ejemplo, no tenían nada contra la mentira, pero prohibían que sus nombres de tomaran en vano. En la Odisea aparece, sin embargo, un Zeus preocupado de castigar a los malos y beneficiar a aquellos de buen comportamiento 40. En efecto, buscar una explicación religiosa a este hecho implicaba abandonar el límite temporal de la muerte. Entonces, se ensayaron dos tipos de explicaciones: la culpa hereditaria, en la que los descendientes debían responder de las deudas, comerciales y morales, de sus antepasados, o, en una versión más elaborada, perteneciente más bien al período racional de Grecia –concretamente desarrollado con la democracia ateniense–, la consideración de un juicio después de la muerte para aquellos que hubieren obrado mal 41.
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