Previamente Jones se preguntó “por qué se identifican dos ideas que la mente consciente no encuentra similares” y su respuesta fue que “es la mente primitiva que establece la comparación entre las dos ideas y no la mente adulta, consciente”. Ahora se formula otra pregunta: “por qué de dos ideas inconscientemente asociadas una simboliza siempre a la otra y nunca a la inversa. Para ilustrar con un ejemplo lo que se quiere decir: una torre de iglesia en un sueño [...] a menudo –aunque no siempre– simboliza al falo, pero un falo en un sueño nunca es un símbolo de una torre de iglesia”. Y se responde:
“Toda la experiencia psicoanalítica muestra que las ideas primarias de la vida, las únicas que pueden ser simbolizadas –aquéllas que conciernen a la mismidad corporal, a la relación con la familia, nacimiento, amor y muerte– retienen en el inconsciente, a través de la vida, su importancia original y que de ellas derivan una parte considerable de los intereses más secundarios de la mente consciente. En tanto la energía fluye de ellas y nunca hacia ellas, y en tanto constituyen la parte más reprimida de la mente, es comprensible que el simbolismo tenga lugar sólo en una dirección. Sólo lo que está reprimido está simbolizado. Esta conclusión es la piedra de toque de la teoría psicoanalítica del simbolismo”.
Si tomamos la constitución del aparato psíquico siguiendo el modelo del Capítulo VII de “La interpretación de los sueños”, el movimiento de la excitación, en su camino progresivo, se dirige desde las huellas mnémicas más primitivas o primarias a las más complejas y desarrolladas. Pero también puede darse y se da el camino regresivo y uno de los motivos por los cuales toma este camino es la represión. Si el símbolo se constituye mediante la represión, el camino regresivo sería el que termina fijándolo y la identificación entre ambas series de ideas, que según Jones caracteriza al simbolismo, deberá ser secundaria a una regresión a la identificación entre sistemas de huellas mnémicas previamente diferenciadas.
Discute luego Jones el concepto de Silberer de simbolismo funcional:
“Las ideas o actitudes mentales inconscientemente representadas en verdaderos símbolos producen, por supuesto como resultado de la represión, gran cantidad de otras manifestaciones además del simbolismo [...] éste es, de hecho, el principal camino por el cual significados secundarios, metafóricos, quedan ligados a símbolos. Pero cuanto más esto tiene lugar, más se aleja este proceso del simbolismo [...] lo que Silberer [...] designa como el pasaje del simbolismo material al funcional yo preferiría describirlo como el reemplazo del simbolismo por la metáfora”. Antes dijo: “Dichas manifestaciones pueden ser de índole positiva, como el resultado de la sublimación y otras modificaciones, o negativa, como formaciones reactivas”.
Y continúa luego:
“de modo que finalmente vemos una idea concreta, originalmente usada para simbolizar una idea concreta reprimida, usada ahora para expresar un pensamiento abstracto [...]. De aquí el punto de vista común pero equivocado que es característico del simbolismo en general el representar lo abstracto en términos de lo concreto”.
Siguiendo nuestro análisis: si el simbolismo es una formación sintomática consecuencia de una represión y toda represión impone una regresión y si hay una identificación entre la idea secundaria y la primaria, presuponemos una previa diferenciación entre ambas; para que luego se produzca una identificación la idea secundaria ha de ser arrastrada por regresión a la primaria por lo cual lo abstracto (la idea secundaria), por regresión, estará representado en términos de lo concreto (la idea primaria). Sin embargo lo que permanece en la conciencia es la idea secundaria, pero con el valor o significación correspondiente a la primaria: aparece en el sueño la torre de la iglesia pero con el valor del falo, es decir, el afecto se traslada de la idea secundaria a la primaria.
Hasta ahora Jones consideró dos aspectos del simbolismo: 1) su relación con el complejo inconsciente y 2) su relación con los otros derivados de éste, el simbolismo funcional de Silberer (metáforas). Pasa ahora a considerar 3) su relación con la realidad exterior. Dice:
“Ningún conocimiento es reconocido como mitológico por la persona que cree en él, al menos no en el momento en que lo cree. Esto también vale para el simbolismo. Es sólo cuando descreemos en su realidad objetiva y literal que los reconocemos como símbolos [...]. El punto aquí en discusión es si el símbolo puede tener alguna relación, y si la tiene, cuál, con la idea (la ‘forma más elevada de verdad’) que luego, ya sea en el mismo individuo o en otro, reemplazará al símbolo y a su estadío mitológico del conocimiento. ¿Puede la forma ulterior, más objetiva de conocimiento, estar ya implícita en la presentación simbólica anterior de la tentativa de tratar el problema? Jung sin duda contestaría por la afirmativa [...]. Yo no pienso que la idea futura esté implícita en el símbolo; por el contrario, la existencia del símbolo –para ser más preciso, el uso simbólico del símbolo– es a menudo lo que justamente impide que la idea sea formulada”.
Evidentemente hay una barrera entre el símbolo y las ideas abstractas que eventualmente derivan de él y diferencia Jones las generalizaciones científicas de los símbolos:
“Ellas [las generalizaciones científicas] como los símbolos, surgen como resultado del conflicto entre impulsos inconscientes y las fuerzas inhibitorias de la represión, pero difieren de los símbolos en que, mientras que con los últimos la significación total del complejo original se mantiene inalterada y simplemente transferida a una idea secundaria (la del símbolo), con las primeras sólo la energía psíquica, no la significación, es derivada de los complejos inconscientes y transferida a otro grupo de ideas que tienen su propia significación independiente. Es verdad que aquí también la regresión puede llevar al verdadero simbolismo, en el que las ideas que resultan de la sublimación pueden temporariamente perder su propio significado intrínseco y volver a sumergirse para devenir simples símbolos de los complejos de los cuales su energía fue ampliamente derivada. Pero en este caso son símbolos en sentido estricto y no simbolizan las sublimaciones, a pesar de su asociación indirecta con éstas”.
Aquí se hace evidente que para Jones toda expresión psíquica es producto de un conflicto, aún las formas más tempranas: lo inconsciente no se diferencia de lo inconsciente reprimido (como dije antes Freud tampoco los había diferenciado en esa época y aún es dudoso que lo hubiera hecho después: el yo reprimido estará diferenciado del ello, pero es un tema que no recuerdo que lo hubiera desarrollado). La sublimación toma la energía del símbolo pero no su significado; acá habría que agregar, siguiendo a Freud, que se refiere al significado sexual. La energía se desexualiza en la sublimación pero en la regresión se resexualiza y se hace nuevamente símbolo. Es interesante señalar que aquí a la idea primaria la llama complejo inconsciente y que por lo tanto no es una idea sino un complejo de ideas y afectos y supongo que también lo será la designada como idea secundaria.
“Finalmente debemos considerar brevemente un cuarto aspecto, aquél al cual Silberer dio el nombre de ‘anagógico’ [...]. Por significación anagógica del simbolismo se entiende la doctrina mística, hermética o religiosa que se supone contenida en el símbolo. Se toma al símbolo como la expresión de un tender a un ideal ético elevado, que no se alcanza y que se detiene en el símbolo; sin embargo, al ideal último se lo supone implícito en el símbolo y simbolizado por éste. Por este camino la escuela post-psicoanalítica [se refiere a Silberer, Jung y Adler] se pierde en una niebla de misticismo, ocultismo y teosofía...”.
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