“[…] si este producto de la diferenciación llega a la psiquis de otro individuo, se produce una nueva retro-transformación […] las palabras son símbolos… una forma universalmente humana y comprensible […] es decir quitarles la impronta personal”.
Con las palabras se pasa de la “comprensión” a la “simpatía” y “[…] cuando se trata de individuos de distinto sexo, crece al punto de desear entregarse totalmente (el Yo entero). Esta fase del instinto de reproducción (transformación) que es la más peligrosa para el Yo, está acompañada de sensaciones placenteras, porque se produce la disolución en el semejante amado (= en el amor).”
R.A.:En resumen enfatiza, en el ser humano, biopsíquico, su componente de destrucción como regresión que lleva a la disolución del ser, o de partículas del ser. Lo que aparece como el Yo inconsciente es la presencia, en cada uno de nosotros, del psiquismo de la especie, que nos universaliza pero que nos disuelve como individuos. Y es a partir de la destrucción, por ejemplo de las células germinales en el acto sexual, que se produce una nueva vida o la revitalización de la especie.
No hay referencia al tema de la sexualidad infantil ni por supuesto, al conflicto neurótico entre el Yo y aquélla, tampoco mención alguna al complejo de Edipo, temas que hacen a la esencia de lo que para Freud es el psicoanálisis.
S.S.:En el caso del neurótico “las representaciones de destrucción superan las del devenir”.
R.A.:¿Es un carácter que define a las neurosis o es un rasgo accesorio de las mismas?
El amor particular tiende a diluirse en el amor universal (y bisexual). Todo apunta a la fusión, destrucción y recreación (si lo entiendo bien).
Para rescatar al simbolismo del olvido1
[COMENTARIO A ERNEST JONES]
INTRODUCCIÓN
A partir de la lectura de textos escritos por psicoanalistas de la primera generación así como de los primeros psicoanalistas argentinos (Garma, por ejemplo) me llamó la atención la frecuencia del uso de interpretaciones simbólicas así como la desaparición del tema del simbolismo en el psicoanálisis actual, por lo menos en los trabajos con los que yo tengo contacto. Veo que tampoco se lo utiliza en la clínica. La interpretación simbólica fue muy usada por M. Klein (por ej., la referencia a la fantasía de las heces, penes y niños en el interior del cuerpo materno), por lo que recuerdo no tanto por sus discípulos, siendo luego remozada por Meltzer. Como no estoy actualmente en contacto con analistas kleinianos y más con analistas seguidores de Kohut, Winnicott y franceses contemporáneos (además, por supuesto, de posiciones personales), el tema del simbolismo desapareció para mí. ¿De qué modo lo incluyo, si es que lo hago? Prefiero reflexionar sobre este tema tras haberlo tratado de analizar y en particular de definirlo.
Para ello he tomado como base el trabajo de E. Jones, de 1916, “La teoría del simbolismo”,2 que me parece que desarrolla de un modo exhaustivo este tema desde el punto de vista del psicoanálisis. Si bien hago alguna incursión en el campo del simbolismo en el arte y en el de la filosofía (o más bien antropología), mi interés está centrado en el tema del simbolismo en psicoanálisis tal como lo trataron Freud y sus discípulos.
Al principio de su trabajo, comenta Jones:
“... si la palabra simbolismo es tomada en su sentido más amplio, el tema parece comprender casi todo el desarrollo de la civilización [...] El progreso de la mente humana, si se la considera genéticamente, puede verse que consiste [...] por un lado en la extensión o transferencia de interés y comprensión desde ideas más tempranas, más simples y más primitivas, etc. a ideas más difíciles y complejas, que en un sentido son continuaciones de las primeras y que las simbolizan; y por otro lado del constante desenmascarar de simbolismos previos, el reconocimiento de que éstos, aunque pensados previamente como literalmente verdaderos, eran realmente sólo aspectos o representaciones de la verdad, los únicos de los cuales nuestras mentes, por razones ya sea afectivas o intelectuales, eran en ese momento capaces”.
Me parece que en este contexto más general el término simbolismo coincide con los diferentes sistemas de huellas mnémicas que Freud desarrolla en el Capítulo VII de “La interpretación de los sueños”. Una diferencia, al menos en la formulación, es que Jones habla de ideas en lugar de sistema de ideas o huellas mnémicas: una idea tiene sentido en tanto esté incluída en un sistema. Llama la atención la expresión “desenmascarar”: como si las ideas “más simples y primitivas” presupusieran a la vez una máscara. Más allá de estas reflexiones, en este caso la formación de símbolos equivaldría a la formación del aparato psíquico en general y toda idea es símbolo de otra anterior en dicha formación.
“Un símbolo es representativo o sustituto de alguna otra idea de la que en el contexto deriva una significación secundaria no inherente en sí misma. Es importante notar que el flujo de significación es desde la idea primaria a la secundaria, al símbolo, de modo que típicamente una idea más esencial es simbolizada por una menos esencial”.
¿Por qué es más esencial la idea primaria, la simbolizada? Las secundarias, siendo más abstractas, deberían abarcar aspectos más esenciales que las primarias, más primitivas; a menos que Jones considere a las secundarias menos esenciales en tanto se desarrollen a partir de significaciones secundarias. Pero aquí es importante destacar que el símbolo lo es a partir de otra idea y no, por ejemplo, de una parte del cuerpo, por ej. el pene o las heces: la primaria es la idea que se tiene del pene o de las heces (o del padre, etcétera).
“Representa al elemento primario por tener algo en común con él”.
“Un símbolo se caracteriza por ser sensorial y concreto mientras que la idea representada puede ser relativamente abstracta y compleja. De este modo el símbolo tiende a ser más corto y condensado que la idea representada”.
Pero antes dijo, identificando el simbolismo con el progreso de la civilización, que “las ideas más tempranas, más simples y más primitivas” transfieren su “interés y comprensión” a “ideas más difíciles y complejas, que en cierto sentido son continuaciones de las primeras y que las simbolizan”.
“Modos simbólicos de pensamiento son los más primitivos, tanto ontogénica como filogenéticamente y representan una reversión a algún estadío más simple y temprano del desarrollo mental”.
Enfatiza el carácter primario y más elemental del símbolo, supongo que ligado a lo “sensorial” y “concreto”, también acá en contraposición a lo más difícil y complejo de las ideas-símbolos en su definición general.
“En su uso más frecuente un símbolo es una expresión manifiesta para una idea que está más o menos oculta, secreta o mantenida en reserva. En su forma más típica la persona que emplea el símbolo no es siquiera consciente de lo que realmente representa”.
El carácter de lo oculto no está necesariamente incluido en la definición más general.
“Los símbolos se asemejan al chiste en cuanto que se realizan espontáneamente, automáticamente y, en el sentido más amplio del término, inconscientemente”.
En resumen: un símbolo es una relación entre dos ideas, la primaria o simbolizada y la secundaria o el símbolo. Por lo tanto un símbolo no representa directamente una situación, un hecho, un objeto material o una parte del cuerpo, sino que representa una idea que a su vez representa (¿por qué no simboliza?) hechos materiales o experiencias concretas.
Trataré de comparar las características de ambas ideas:
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