Epistemología y psicoanálisis
VOLUMEN II
Análisis del psicoanálisis
SEGUNDA EDICIÓN
Con el auspicio de
EDICIONES BIEBEL
Epistemología y psicoanálisis
VOLUMEN II
Análisis del psicoanálisis
Gregorio Klimovsky
Klimovsky, Gregorio
Epistemología y psicoanálisis : problemas de epistemología . - 2a ed. - Buenos Aires : Biebel, 2012.
E-Book.
ISBN 978-987-1678-18-1
1. Psicoanálisis. 2. Epistemología.
CDD 150.195
Ediciones BIEBEL
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© 2009, Herederos de Gregorio Klimovsky
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Diseño de cubierta e interior: Cálamus
La ilustración de cubierta pertenece
al artista plástico argentino Guillermo Kuitca,
L’Encyclopédie (planta del piso de mármol de Les Invalides, Paris),
técnica mixta sobre tela, 238 x 205 cm, colección particular
Metodología
y psicoanálisis
Problemas de la metodología
de la ciencia
[PONENCIA][1]
Es posible caracterizar de manera general al método científico como aquel que proporciona investigación sistemática, controlada y nítida. La primera condición, “sistemática”, alude a los nexos inferenciales que ligan a las proposiciones científicas y que permiten operaciones tales como “predicción”, “explicación” y “fundamentación”; estos nexos tienen varias fuentes, entre ellas principalmente dos: la teoría de la deducción en lógica formal y la teoría de la inferencia estadística en lógica inductiva y en matemática probabilística. “Controlada” alude a los criterios y procedimientos que impiden que el discurso científico sea mera especulación, al obligar a algún tipo de confrontación con la realidad; esto se logra mediante la constitución de una “base empírica” y la comparación entre los rasgos de esta con las predicciones observacionales y experimentales que es posible obtener con auxilio de los ya aludidos aspectos “sistemáticos”. La tercera condición, “nítida”, se refiere a la exacta integración de los aspectos semánticos de las proposiciones científicas; aquí interviene la teoría de la definición de los conceptos científicos así como la de las condiciones de verdad, contrastabilidad y contenido empírico de los enunciados empíricos y teóricos.
El éxito del método científico es innegable en lo que atañe a uno de los productos más característicos de la actividad gnoseológica humana: las teorías científicas. Este es el siglo de la teoría de los cuantos, de la teoría de la relatividad, de la teoría de las partículas elementales, de la genética, etcétera. Pero sería un error creer que el alcance del método involucra únicamente teorías. Existen actividades muy importantes para el conocimiento de la realidad física y humana, ligadas a significativas aplicaciones a la política, a la tecnología o a la actividad clínica (para citar solo algunos ejemplos), que no constituyen “teoría” en el sentido propio de la palabra pero que entrañan similares procedimientos de recopilación y examen de datos, formulación y contrastación de hipótesis, definición e indicación de conceptos y variables. Basta recordar casos como el de la medición de magnitudes, la taxonomía, el diagnóstico clínico, el ensayo de materiales, la interpretación psicoanalítica o el psicodiagnóstico.
De las consideraciones anteriores resulta que el problema de caracterizar con exactitud la naturaleza del método científico no es mero tópico filosófico o simple exquisitez intelectual. Posibles discrepancias acerca de los criterios de validación de los métodos empleados pueden afectar no solo los fundamentos de la ciencia básica sino también la adopción de criterios instrumentales que conciernen a tareas de investigación aplicada. En el caso del psicoanálisis, no cabe duda de que las diferencias de opinión acerca de la corrección de las teorías existentes en el campo de esta disciplina afectan los criterios terapéuticos y la presunta objetividad de las interpretaciones. Pues adoptar una terapia es elegir un curso de acción entre varios posibles, elección que está guiada por el conocimiento que el terapeuta tiene de que las consecuencias serán tales y no cuales. Pero ese conocimiento, y el de las leyes de correlación entre decisiones y efectos, depende de la validez de las hipótesis teóricas que se manejen. En cuanto a las interpretaciones, su valor depende de la capacidad explicativa que posean, lo cual —si se adopta el modelo nomológico deductivo de explicación (el famoso “modelo de Hempel”)— presupone nuevamente que se hayan fundamentado las teorías psicoanalíticas usadas. En el caso peculiar del psicodiagnóstico, no cabe duda de que las divergencias que puedan existir en cuanto a criterios epistemológicos para ponderar teorías del diagnóstico se reflejarían en serias discrepancias “técnicas” en cuanto a las investigaciones implicadas en este tipo de tarea.
En consecuencia, nada más oportuno que volver a formular la ya reiterada pregunta acerca de cómo organizar adecuadamente la investigación científica de modo que pueda obtenerse conocimiento fecundo y garantizado. Sabemos que, por desgracia, no existe unanimidad entre los epistemólogos acerca de cómo es necesario organizar o estructurar el conocimiento científico. En lo que atañe a las ciencias empíricas o fácticas, parece existir —según algunos autores— algo así como una “concepción heredada” de la ciencia[2], una especie de combinación de empirismo operacionalista con el método hipotético deductivo. No puede negarse que, en un sentido superficial, existe en este momento del transcurrir de nuestro siglo y especialmente en los países de habla inglesa cierto paradigma ortodoxo, en lo relativo a las normas a aplicar en la investigación científica y en la formulación de teorías, que posee cierta semejanza con algunas de las descripciones de tal “concepción heredada”. Sin embargo, nos parece más exacto y útil distinguir no uno sino dos paradigmas ortodoxos, que llamaremos “empírico-operacionalista” y “teórico-sistemático”, los que nos parecen reflejar con más propiedad ciertos puntos de vista muy influyentes pero algo antagónicos. Intentaremos en lo que sigue captar algunas diferencias notables entre ambos puntos de vista. Luego intentaremos alguna opinión acerca de los méritos que poseen.
Puede caracterizarse el paradigma “empírico-operacionalista” del siguiente modo. Respecto de las facetas “sistemáticas” del método científico, el presente punto de vista toma a la deducción lógica como algo muy subsidiario, como mero instrumento de vinculación obvia y tautológica de las proposiciones científicas. Lo importante es la inferencia estadística, los modernos procedimientos inductivos, las implicaciones probabilísticas. Los análisis descriptivos y muestrales son de significación esencial. Correlación y regresión, análisis univariable y multivariable son los auxiliares indispensables de la taxonomía, de la explicación y de la predicción. La faceta “empírica”, como es lógico, se transforma en algo nodal en esta concepción. Las variables son empíricas explícita o implícitamente. En cuanto a la “nitidez”, los términos que no sean manifiestamente empíricos solo son lícitos si son introducidos mediante definiciones explícitas o definiciones operacionales a partir de términos empíricos (salvo que sean meros auxiliares “sincategoremáticos”[3] de uso instrumental, en cuyo caso hay que dar las reglas sintácticas de su empleo). Cuando las definiciones no sean posibles, pueden suplirse por condiciones de verdad (formuladas usando solo vocabulario empírico) de las proposiciones que utilizan tales términos. Indicadores y reglas de indicación constituyen un recurso típico de este método. En cuanto a lo que garantiza la verosimilitud del conocimiento científico, si bien hay que reconocer que se comparte con el otro punto de vista una actitud “hipotética” ante las afirmaciones científicas, es característico el admitir que hay algo así como el “peso” de ciertas proposiciones, y que cierta información objetiva acerca de la realidad emana de las fuentes empíricas y muestrales de toda esta metodología.
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