La discusión académica sobre el giro a la izquierda en América Latina ha atravesado tres etapas. En la primera los estudios se limitaron a argumentar que, en efecto, se estaba produciendo dicho giro y comenzaron a plantear de manera preliminar sus causas, aunque sin mostrar evidencia de ello (Borón, 2004; Boersner, 2005; Panizza, 2005; Paramio, 2006; Touraine, 2006). En estos trabajos se aprecia un optimismo moderado sobre las posibilidades que los nuevos gobiernos tienen para efectuar cambios importantes y se señalan algunos desafíos que enfrentaría la izquierda (amplias demandas de la población, deterioro económico previo, necesidad de gobernar eficazmente para aliviar las carencias de los sectores más empobrecidos y de hacerlo de manera más incluyente) que además le permitan construir o mantener su credibilidad. En la segunda etapa la academia discutió ampliamente las causas del giro y los tipos de izquierda que se pueden identificar en los gobiernos de la región. Al respecto, hay consenso de que la crisis económica de finales de los noventa e inicios de este siglo 7desencadenó la ola de triunfos de candidatos izquierdistas, aunque las lecturas sobre ese episodio varían, ya que para algunos se trató de la culminación del fracaso del neoliberalismo en generar crecimiento, mejorar las condiciones de vida de la población y reducir la desigualdad (Laclau, 2006; Arditi, 2009; Macdonald y Ruckert, 2009; Sader, 2009; Borón, 2012), en tanto que para otros lo que hubo fue un desencanto social con los resultados económicos obtenidos luego de varios años de reformas, aunque el saldo sería más bien mixto, ya que las mismas permitieron al menos mantener la estabilidad de las economías (Lanzaro, 2008; Paramio, 2008; Panizza, 2009; Santander, 2009; Beasley-Murray, Cameron y Hershberg, 2010; Luna, 2010; Levitsky y Roberts, 2011; Weyland, 2010; Oxhorn, 2009). 8
Otras de las causas frecuentemente mencionadas en la literatura son la crisis de representación que sufrió la clase política ante la ciudadanía, el mal desempeño de los gobiernos en la región y la falta de rendición de cuentas democrática (Lanzaro, 2007; Paramio, 2008; Cameron, 2009; Panizza, 2009; Santander, 2009; Silva, 2009; Luna, 2010; Thwaites, 2010), que se pueden aglutinar bajo el término déficits del sistema político democrático . Esto ya había sido diagnosticado en un documento elaborado por el PNUD (2004) (con datos hasta 2002) y ampliamente difundido en la región en el que se mostraba que la insatisfacción ciudadana con la democracia había aumentado y que los partidos políticos y los cuerpos legislativos recibían el apoyo de menos de un cuarto de la población, todo ello a pesar de que la mayoría de los países gozaba de más de veinte años de vida democrática ininterrumpida. La principal diferencia en la interpretación de ese fenómeno entre los autores es que unos (aquellos para los que el fracaso del neoliberalismo es el único factor causal del giro a la izquierda) lo conciben como parte integral del deterioro neoliberal (es decir, las reformas estructurales de mercado habrían sido más que un cambio de las políticas de desarrollo, y constituían también un proyecto de transformación político, social y cultural), 9sin embargo para otros los ámbitos económico y político son autónomos, aunque ciertamente existe relación entre las crisis en ambos de principios de siglo. 10
La crisis económica y los déficits del sistema político democrático latinoamericano son las causas del giro a la izquierda más mencionadas en la literatura (aunque ningún estudio ofrece un planteamiento metodológico causal para demostrarlo). 11También se suele resaltar el impacto que tuvo la normalización electoral en la región, ya que en la medida en que se institucionalizó la competencia política las elecciones se convirtieron en parte de la vida de los países y fueron asumidas por los distintos actores (incluidas las izquierdas) como la única ruta para la conquista del poder. En ese sentido, era esperable que tarde o temprano los partidos y candidatos que no habían accedido a los gobiernos tuvieran su oportunidad, la cual llegó cuando el electorado pudo castigar a sus autoridades por la crisis económica y por el mal desempeño público (Castañeda, 2006; Cleary, 2006; Levitsky y Roberts, 2011). Es más, algunos autores señalan que el giro a la izquierda no fue más que una alternancia política en que la población no votó a favor de la izquierda, sino de oposiciones o de líderes que no habían gobernado previamente, esto con el fin de que haya cambios en los gobiernos (Panizza, 2009). ¿Por qué entonces no llegaron las izquierdas antes al poder?
La crisis de la deuda de la década de los ochenta del siglo XX afectó la credibilidad de los planteamientos que señalaban la necesidad del involucramiento del Estado en la economía, mismos que siempre han sido parte de los programas de la izquierda política. El desprestigio de estas ideas fue tan grande y el acuerdo sobre la conveniencia de las reformas de mercado llegó a ser tan amplio que varios candidatos que se postularon por partidos de tradición nacionalista-revolucionaria se ajustaron a los señalamientos del Consenso de Washington cuando les tocó gobernar. 12El éxito en contener la inflación y en conservar la estabilidad económica, en un contexto en que el recuerdo de los trastornos provocados por la crisis aún estaban frescos, permitieron la continuidad de dichas políticas. Sin embargo, las izquierdas fueron avanzando de forma gradual en elecciones subnacionales y municipales, lo que les permitió, antes de llegar a la presidencia, gobernar regiones importantes de los países y ciudades tan centrales como Caracas, Brasilia, São Paulo, Montevideo, San Salvador y la Ciudad de México. Ese ejercicio de gobierno no solo les permitió ganar experiencia en la gestión pública, sino también construir una buena reputación al respecto. 13Además, el acceso que tuvo la izquierda a los poderes legislativos le permitió proyectar su imagen y mezclar discursos de oposición radical con el juego pragmático de alianzas y compromisos parlamentarios. En ese sentido, el giro habría sido producto de un proceso de acumulación política de la democracia que tomó casi dos décadas, tiempo en el cual las ideas de mercado perdieron fuerza y los partidos de izquierda acumularon experiencia y ganaron aceptación.
Las causas desarrolladas en los dos párrafos anteriores pueden sintetizarse bajo las expresiones institucionalización de la competencia política y acumulación política democrática . A las mismas la literatura agrega dos factores causales de índole internacional: el retiro de Estados Unidos de la región después del ataque a las Torres Gemelas de 2001 (Cameron, 2009) y el surgimiento de un proceso de difusión regional hacia la izquierda, similar a un efecto contagio de un país a otro (Levitsky y Roberts, 2011). En relación con el primero, se menciona que el país norteamericano concentró sus esfuerzos militares, diplomáticos y económicos en las invasiones a Irak y Afganistán y en los efectos negativos que estas generaron en los países cercanos, lo que provocó que América Latina pasara a un segundo o tercer plano de su agenda internacional, motivo por el cual la fuerza cada vez mayor que iba cobrando el giro a la izquierda no se vio amenazada por una reacción contraria desde Washington. Esta postura de Estados Unidos incluso aumentó después de la IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata cuando prácticamente quedó sepultada cualquier posibilidad de que se concretara la iniciativa norteamericana de constituir un área de libre comercio continental (ALCA). Respecto al proceso de difusión regional se señala que el éxito de los primeros gobiernos de izquierda en lograr un buen desempeño económico (en buena medida gracias al aumento de precios internacionales de materias primas) eliminó las reservas que algunos sectores de la población en otros países tenían con la izquierda y dio mayor impulso al cambio. El cuadro 2 resume las causas en América Latina que identifica la literatura comparada.
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