Hacia una exploración epistemológica del cuento
Tatuado
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
Video killed the radio star
La Ola
Árboles en la noche
Un cuento cotidiano
Encomendar el alma
Tiempo, intervalos, escalar, quemar grasas
1. Secuestro
2. Amanecer
El otro lado del muelle
Nos invaden los humanos
Cyborgiano ka’u (El cyborg de Kuré-reví City)
Cabeza de poeta
Información sobre los autores
Hacia una exploración epistemológica del cuento
La construcción de la prosa en América Latina se funda socialmente en la exploración de nuevas formas de tomarle el pulso a diversos temas emergentes en la vida de los Estados; es decir que la narrativa en formato cuento es un modo de conocer lo real. Un conocer a partir de la representación de lo real y, sobre todo, a partir de su interpretación por parte de un autor determinado que viene cargado de una serie de experiencias domésticas, cotidianas, educativas y económicas que determinan su escritura y el foco de atención que coloca sobre el devenir de sus personajes (que son creación, recreación e imaginación). Así, el cuento latinoamericano contemporáneo afronta también la ruptura con la tradición. Y no es una tradición que haya ceñido el sistema narrativo del cuento, más bien es una que colocó al cuento en un lugar específico del campo literario e hizo de él una ballena blanca cuya cacería implicaba un riesgo y un ejercicio de estilo, pero también una política. La política del cuento es un reconocimiento sobre su estética, su brevedad y revelación. Si bien la fórmula remite a los factores clásicos de manual de escritura del cuento, hay que notar que ese piso mítico afronta su mutación y distorsión debido a los contextos cambiantes del universo sobre el cual el escritor tiene puestos los pies al momento de escribir. Y es que ningún escritor escribe desde un vacío. Ni tampoco escribe sin precedentes o sin precursores. Por ello, el escritor busca establecer un puente entre ese manual clásico de la escritura del cuento y una forma diferente de conectar lo íntimo con lo exterior; y lo exterior en muchos de los cuentos de esta antología tienen sello de realidad concreta, marcas de agua que delimitan, nombran y connotan una geografía. Una geografía que permite que el cuento tome muchas formas de presencia en el espacio público del debate sobre la narración del presente.
Aprehender el presente es el límite de la literatura. Es el límite que impone la tradición del rol del escritor como gran traductor de la realidad a una forma de ficción que puede ser consumida como entretenimiento pero que, al mismo tiempo, posee la capacidad de interrogar a lo que cuenta a medida que lo va escribiendo.
En todo proceso creativo hay problemas, y lo que hace el escritor es recurrir a una selección de lo que se debe contar por el bien de la historia y lo que se debe contar por el bien del formato cuento. En esa tensión de resolución por la historia y el formato, el escritor debe decidir el sentido y el significado que desea otorgarle a lo que escribe. Lo que escribe, entonces, termina por convertirse en la síntesis creativa de una forma de afrontar la selección que la escritura impone al escritor, su rigor y su mirada. El foco de atención es desplazado en procura de la economía de palabras o por la fuerza de la metáfora en el momento justo, o por la epifanía que remite a la idea de que la expiación del personaje debe ser tal solo si tras su descenso al infierno emerge renovado con una pátina vital que le ayudará a afrontar su nueva existencia. A veces, incluso, el cuento solo narra el antes y lo que viene después del conflicto; queda en manos del lector, en su imaginación, el rellenar los vacíos.
En ese sentido, la interpretación social del cuento es un puente sobre un vacío: un sentido que la prosa en el cuento intenta indagar sobre la discontinuidad. Aquí no se trata de interpretar el tema y los recursos para ponerlos en escena, sino la forma, y más que la forma, los recursos conceptuales y teóricos sobre los que el cuento inconscientemente se mueve para funcionar y ser escrito. Una epistemología del cuento interroga esos niveles de decisión creativa por los cuales atraviesa el escritor a la hora de dar sentido a una historia que tiene en mente; o una historia, si se prefiere, que ha sido socialmente invisibilizada, y el rol que escoge el escritor es básicamente el de hacer emerger esa historia a la superficie. Poner en cuestión la realidad es sacar a flote lo que la propia realidad histórica de cada sociedad se ha empeñado, desde los imaginarios culturales modernos, en ocultar bajo un discurso de modernización y progreso.
Ningún cuento de esta antología reflexiona por fuera del Estado, aquella formación que históricamente se ha constituido como estructura de dominación que emprende procesos hegemónicos para establecer una gramática que apoye su funcionamiento y su intervención para mapear el sentido de la acción colectiva; es en el espesor de esta realidad que los cuentos funcionan. Dialogan con este estado de situación para romper la tradición desde un lugar de enunciación que posibilita la materialización de una narrativa disruptiva con el orden imperante.
Los cuentos de esta antología cuestionan esa normalidad y atentan contra la legitimidad política, social y cultural del Estado. Son las formas diversas por las cuales este se presenta en la sociedad porque no puede ocultar ni reducir la prosa a un ejercicio de retórica. Los cuentos de esta antología desmienten la retórica de la narrativa instrumental que repite el ejercicio de estilo porque la fórmula funciona. El cuento como lo conocíamos terminó cuando la modernidad entró en crisis. Porque la crisis motivó formas, sentidos y voces inéditas que buscan dar cuenta de una realidad porosa y contradictoria. El Estado y el estado del cuento en América Latina hasta hace veinte años han necesitado que no exista la contradicción porque el sentido buscado era lo homogéneo, lo sólido y lo tranquilo.
La soledad del neón, por ello, es peligrosa, porque en esa soledad ocurre todo. El silencio. El peligro y la violencia, la evocación y la exploración artificial de lo natural; la sustitución de lo artificial por lo natural no termina de cuajar y por eso algunos de los cuentos presentes en este libro indagan en el grado de verosimilitud de la propia realidad: como si estuviesen escritos por David Lynch, buscan el reverso perverso de la forma social, a la que quieren insertar el bisturí para que la pus sea el antídoto del aburrimiento y del tedio.
Lo que parece un simple cuento resulta ser un cazador solitario que busca, sin ir muy lejos, revelar lo que se puede hacer legible de las relaciones humanas que funcionan como agentes constitutivos de formaciones sociales en cambio. El proceso de cambio ingresa de distintas formas en la percepción del mundo, y por tanto los cuentos de este libro se convierten en registros de época, en marcas de un tiempo en duda. Por eso, en apariencia los cuentos empiezan de una forma, y a medida que avanzan parecen ser una cosa, pero terminan siendo otra muy distinta y eso se debe a que el lector, por un lado, está acostumbrado a que el cuento funcione como un artefacto que produzca sorpresa. Pero por otro lado, aquí el motivo del cambio de final parte de un cuestionarse a sí mismo como género y se rebela a su propio autor cuando desea ser algo que ni el mismo autor predijo que sería.
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