El acceso al conocimiento científico a través de las actividades online provee recursos que no pueden actuar como limitaciones (como ocurre con la demanda de alta velocidad), sino como apoyo al contacto sistemático con la psicología, que depende de la madurez que se obtiene a partir de los insumos del currículo y de la elaboración reflexiva del alumno. La capacitación profesional requiere que el estudiante perciba la subjetividad articulada en estructuras, en sus formas de manifestación, en sus diferencias en las etapas de crecimiento, en las habilidades, en la relación yo-otro, en el desempeño del trabajo, en los problemas de comportamiento y en sus fronteras con los sistemas biológicos, socioculturales y políticos. Ello es el resultado de la reflexión, de la interlocución y de las experiencias profesionales que ubican al individuo en un proceso de continuo desarrollo que corresponde a la demanda de comprensión de la existencia de la persona dentro de una sociedad que no cesa de evolucionar, de presentar nuevos problemas y de innovar en soluciones para ellos, lo que a su vez realimenta la demanda de desarrollo de la comprensión. Mientras tenga un inicio en el pregrado y un punto formal de término, simbolizado y formalizado con el título de grado, la formación profesional será un proceso permanentemente enriquecido por los programas complementarios y por nuevos tipos de pasantías que la convierten en un proceso que no tiene punto de llegada.
En el caso particular de la formación profesional en psicología, la visión totalizante y sistemática de esa ciencia será efectiva si expone la diversidad epistemológica reconocida por su pluralismo de abordajes. Esa diversidad está registrada en la propia historia de la psicología, cuyo desarrollo revela un esfuerzo continuo de aprehensión y comprensión de su objeto de estudio. Esa diversidad es un factor crucial para la comprensión de las habilidades de los psicólogos. La diversidad enriquece y complica la formación profesional básica de los psicólogos, pues la psicología no es una masa estable, homogénea y pacífica de teorías y conceptos, sino un conjunto de conocimientos que, desde que fue concebida, en la segunda mitad del siglo XIX, acumula diferenciaciones en sus criterios epistemológicos.
Habilidades para el ejercicio profesional en psicología
Si hubiese alguna auditoría en la psicología, sería muy difícil evaluarla como sistema de conocimiento, porque su objeto de estudio es captado solamente en parte por la observación, siempre abierta a nuevas contribuciones que cuestionan los criterios epistemológicos, como las que recientemente recibió de la neurociencia, del transhumanismo, de la psicología positiva y de la teoría del deseo mimético. La captura de su objeto y las nuevas contribuciones hacen de la psicología una continua reflexión epistemológica. Ese predicado condiciona la actualización del psicólogo con respecto a la reflexión crítica para comprender el sistema de conocimiento en el cual trabaja. Como es frecuente en la tradición científica, nuevos criterios epistemológicos cuestionan abordajes anteriores y obligan a ofrecer respuestas frente a las innovaciones conceptuales. Ese proceso de innovación conceptual puede ser observado en trabajos que comparan el estudio de alguna cuestión con distintos abordajes epistemológicos. Una ilustración de tal comparación se desarrolla en la tesis de doctorado de Luciano Sewaybricker (2017), en la cual el autor pregunta qué es la felicidad, a la filosofía, a la psicología y a la política, poniéndolas en interlocución.
Su conclusión, que no cabe en este análisis, fue el reconocimiento de tres objetos distintos, que son llamados con un solo nombre, que a su vez comunica, de manera imprecisa, la idea de un solo objeto. Otra ilustración de distintos abordajes despunta en el análisis de Valsiner (2007), a través del cual el autor justifica el cambio en la orientación epistemológica de un periódico conocido. Esos dos estudios confirman que la psicología estuvo siempre abierta a la reflexión filosófica para comprender el comportamiento y la existencia humana, desde los primeros pasos de su construcción como ciencia. Esa apertura se evidencia en los estudios pioneros del comportamiento, en los trabajos de Ivan Pávlov, Wihelm Wundt, Edward Titchener y Sigmund Freud, aún en el siglo XIX, fundados sobre diferentes bases epistemológicas. Tal creatividad se amplió con ritmo constante a través de distintas trayectorias epistemológicas que revelan la reconocida fertilidad de las ideas y la diversidad de fuentes de observación que son desarrolladas en la consolidación de la psicología, mediante trabajos como los de John Watson, Lev Vygotsky, Kurt Lewin, Karen Horney y Erick Erickson, para limitarse a los casos más conocidos.
Esos representantes de la segunda generación de fundadores de la psicología trabajaron dentro de las fronteras ya reconocidas entonces como territorio de esa ciencia. Esa apertura y esa flexibilidad de la psicología fueron reconocidas recientemente, en la alborada del siglo XXI, gracias al enriquecimiento que recibió de pensadores de campos del conocimiento vecinos al suyo, o mezclados con otros campos del conocimiento, como René Girard en la literatura, Zygmunt Bauman en la sociología y Daniel Kahneman en la economía, cuya contribución expuso más claramente la complejidad epistemológica de su objeto de estudio. En el campo de la POT, análogamente, el objeto de estudio evolucionó: de la relación funcional trabajador-tarea pasó por la experiencia de la relación trabajador-tarea como parte de un sistema, hasta mirar hacia todos los fenómenos y problemas que ocurren en el espacio entre la persona, el trabajo y la sociedad y las complejas relaciones entre ellos. Esa evolución del objeto de estudio es también observada en la demanda, hoy multidisciplinar, del combate a la covid-19, en el cual, como se mencionó anteriormente, la psicología social ofreció una contribución crucial (van Bavel et al ., 2020).
La trayectoria de la psicología y de la mayoría de las otras ciencias revela que sus objetos fueron construidos a partir de la reflexión interna sobre su propio campo, permanentemente cuestionado, y a través de la interlocución externa, con otros campos con los cuales había alguna frontera. El objeto de la psicología fue testeado y aplicado en una amplia variedad de campos, como los de la salud, la educación, el trabajo, la comunicación, la marginalidad y los problemas de conducta; de esta manera, se configuraron especializaciones que tienen la subjetividad y el comportamiento como denominadores comunes, pero aplicados a diferentes problemas. En esa trayectoria, la psicología encontró su objeto de estudio, siempre con un continuo diálogo entre la teoría y la intervención, principalmente a través de las prácticas profesionales. En este paso, la psicología siempre demostró el reconocimiento de la creciente complejidad de la sociedad, activando la interlocución como herramienta fundamental de su desarrollo. Evolucionada como ciencia plural a través de ese proceso de revisión de su objeto de estudio (Heidbreder, 1933), de la diversidad de sus métodos (Mahoney, 1991) y de la amplia aplicación y la interdisciplinariedad de sus prácticas profesionales, la formación de los psicólogos implica la exposición y la interlocución como insumos de la reflexión. La exposición sistemática de esas teorías, esos métodos y esas aplicaciones a los alumnos en capacitación profesional estimula la reflexión sobre su historia, motiva al aprendiz a reconocer su pluralismo, no como limitación o incapacidad metodológica, sino como manifestación de la complejidad de su objeto. Ese reconocimiento es la base de la competencia crítica del futuro profesional y, por tal motivo, una meta del pregrado, que es un proceso de maduración que capacita al aprendiz para ese reconocimiento.
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