La falta de acceso y de uso de servicios es todavía considerable entre grupos objetivo como la niñez, la adolescencia o las mujeres. De acuerdo con el reciente informe de la Organización Panamericana de la Salud (ops), [11]en 2016 la cobertura de atención a la salud en Haití es de 28%, cuando la emmus de 2012 la estimó en alrededor de 7.5%, con discrepancias importantes por sexo, nivel de educación y socioeconómico, y por región de residencia. Asimismo, se encontró una cobertura de seguro de salud en las mujeres que viven en regiones urbanas de 5.8%, a diferencia de 1.5% en las residentes de áreas rurales. Además, la zona metropolitana de Oeste tiene 8.3% de afiliación a un seguro de salud, mientras que en los departamentos más pobres es menor de 2%. Se indica que existen mujeres que no han buscado atención médica por falta de dinero (76%) y de distancia (43%). Además, la epsss destacó que dos tercios de los establecimientos de salud ofrecieron seguimiento de crecimiento en la niñez, mientras que las vacunas básicas (diteper/pentavalente, polio, sarampión, bcg) se encontraron en un poco más de la mitad de las instituciones, lo que resulta contrario al objetivo de la salud reproductiva de tener hijos sanos.
La salud reproductiva es uno de los componentes principales de la atención primaria de salud. En las nuevas estrategias de planificación familiar en 2014 se propuso la integración de la PF en todos los componentes de la atención a la salud materna considerada como un derecho de la mujer y para disminuir de manera significativa la demanda insatisfecha (oms, 2014). Los indicadores clave de la cobertura de la atención materna del cuadro siguiente han registrado progresos significativos desde el año 2000, por medio de las tres encuestas demográficas y de salud. La mortalidad materna disminuyó de manera importante (Cayemittes et al., 2001, 2007, 2013) (véase el cuadro 1.2).
La emmus v de 2012 reveló que 67% de las mujeres embarazadas tuvieron las cuatro visitas prenatales recomendadas; la asistencia al parto por personal capacitado estuvo cerca de 37% y el parto institucional sigue presentando una proporción escasa (36%). El último tiene efecto directo en las muertes maternas e infantiles, y de infecciones o de discapacidades asociadas. La cobertura de atención posnatal dentro de las veinticuatro horas posteriores a la terminación de un embarazo es de solo 5% y más de dos tercios de las parturientas no recibieron atención aún dos días después. Además, el diferencial de este déficit en el uso y en el acceso a los servicios de salud reproductiva sigue persistiendo por departamento, nivel socioeconómico y región urbana o rural (Cayemittes et al., 2013).
Este bajo uso de atención posnatal o la baja calidad de los servicios se consideran factores que favorecen el alto nivel de la mortalidad materna y neonatal debido a la ausencia de una revisión inmediata después del parto que podría revelar los signos precursores de peligro para la vida de la mujer o de su producto. Con la escasa cobertura de seguro médico, la búsqueda de la atención de salud podría ser vista como un factor que contribuye a aumentar la pobreza extrema (Banco Mundial, 2012).
Entre 2010 y 2015, la tasa global de fecundidad (tgf) en América Latina y el Caribe era de 2.1 y 2.3 hijos en promedio por mujer, respectivamente. Este descenso respecto a los años anteriores es sobre todo el resultado de la mejora en el acceso a la educación, la alta utilización de los anticonceptivos y la postergación de los embarazos (cepal, 2016). En Haití, en 2012, la tgf del país era de 3.5 hijos por mujer. Según datos de la emmus v, se estima que 36% de las mujeres en edad fértil, activas sexualmente, reportan no querer más hijos o desean retrasar el siguiente embarazo y no usan ningún método anticonceptivo, donde 16% lo necesitaba para espaciarlos y 20% para limitarlos (Cayemittes et al., 2013).
Considerando la posición de Haití en la región, se puede suponer que las políticas de mejora de la planificación familiar son débiles. Sin embargo, de acuerdo con la información de las encuestas emmus anteriores, el programa de anticoncepción tiene un desempeño exitoso en el país, sobre todo en el sector público y mixto, aunque las adolescentes usan poco este servicio. Una de cada siete adolescentes ha empezado su vida reproductiva vinculada a las necesidades insatisfechas de anticoncepción elevadas, siendo este grupo el más afectado, con 57% (Cayemittes et al., 2013). En 2012, 14% de las adolescentes entre 15 y 19 años había empezado su vida reproductiva, un tercio de ellas tenía 19 años, contaban con educación primaria o menos y la mayoría se ubicaba en los hogares de nivel socioeconómico bajo (Cayemittes et al., 2013).
Otro de los temas importantes estudiados en el campo de salud reproductiva es la epidemia de vih/sida. En cuanto a la prevalencia del vih en el país, las cifras disponibles para el año 2012 indican que 2.2% de los adultos de 15 a 49 años (2.7% en las mujeres y 1.7% en los hombres) tenían la infección (Cayemittes et al., 2013). Dicho porcentaje es 4.6 veces mayor en comparación con el conjunto de países [12]de la región de alc. Posiblemente eso se podría explicar por la baja proporción de adultos en Haití que tiene un conocimiento preciso de la infección [13](37% y 31% de las mujeres y hombres respectivamente de 15 a 49 años) (Cayemittes et al., 2013). De la información obtenida en el Programme National de Lutte contre le sida (2016), es posible concluir que la epidemia se ha estabilizado, ya que la tasa en el año 2012 es la misma que la que se había registrado en 2006. Si bien se ha caracterizado la epidemia como generalizada, algunos subgrupos tienen prevalencias más altas. En el año 2014 se estimó para los hombres que tienen sexo con hombres una prevalencia de 12.9% y para las personas dedicadas al trabajo sexual, de 8.7%. Con respecto a la transmisión materno-infantil del vih, existe en Haití un programa de prevención que consiste en detectar a las mujeres embarazadas que tienen el virus y proporcionarles tratamiento antirretroviral. Sin embargo, se ha estimado para el año 2015 que casi 10% de las mujeres embarazadas no conocen su estatus serológico y que 4.38% de los nacidos en los doce meses previos había adquirido el virus a través de su madre. En las consultas de atención materna se busca detectar también otras infecciones de transmisión sexual como la sífilis. En el año 2012 se encontró que la prevalencia de vih en mujeres embarazadas era de 5.8%. En un estudio realizado en el año 2015 se estimó que 88.5% de las mujeres embarazadas que asistieron a consultas prenatales recibieron la prueba para detectar sífilis y, entre ellas, 2.96% tuvo un resultado positivo (Programme National de Lutte contre le sida, 2016). La diferencia respecto a lo encontrado en el año 2012 puede deberse a que el primer estudio incluyó a las mujeres que no asistieron a consultas prenatales.
Instrumentos para el seguimiento
de la situación de la salud reproductiva
Los artículos 2, 19 y 23 de la Constitución de 1987 enmendada en 2012 garantizan el derecho a la vida, a la salud sin discriminación por el lugar de residencia, la cultura o la lengua, refiriéndose a la Declaración Universal de los Derechos Humanos (République d’Haïti, 2012). El Estado tiene también la responsabilidad de proteger, mantener y restablecer la salud de la población utilizando la infraestructura médica funcional. El decreto de 2006 que regula la reorganización del Ministerio de Salud Pública y de Población (mspp) reafirmó su papel como garante de la salud de sus ciudadanos. A dicha institución se asigna la misión de desarrollar y aplicar de manera multisectorial la política nacional de salud y favorecer la promoción del bienestar físico, mental y social de los habitantes del país (République d’Haïti, 2006). Los resultados anteriores reflejan los retos y cumplimientos estructurales, así como las políticas en la salud reproductiva.
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