Con base en los datos de la Encuesta sobre las Condiciones de Vida de los Hogares después del Sismo (ecvmas por su sigla en francés), realizada por el ihsi en 2012, se pudieron calcular los nuevos umbrales de pobreza moderada (2.41 dólares diarios en ppa de 2005) y extrema (1.23 dólares diarios en ppa de 2005) tomando en cuenta el costo de las necesidades básicas. De acuerdo con lo anterior, se ha encontrado que 58.5% y 23.8% de la población se encuentra, respectivamente, en situación de pobreza moderada y extrema, y con mayores proporciones en el norte del país y las zonas rurales (Banco Mundial y onpes, 2014).
Según un informe publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud), el desarrollo humano hace referencia al “desarrollo de las personas para las personas y por las personas mediante la creación de capacidad humana, la mejora de su vida y su participación en los procesos que determinan su vida” (pnud, 2015, p. 2). La medición del índice de desarrollo humano (idh) abarca las siguientes tres dimensiones: la capacidad de vivir por un largo tiempo y de manera saludable, la capacidad para adquirir conocimientos y para tener un nivel de vida digno. Este índice toma valores dentro del rango de cero a uno (pnud, 2015). En 2014, con un idh de 0.483, Haití se encontraba entre los países con menor idh (pnud, 2015).
El índice de desigualdad de género mide la pérdida de desarrollo humano debido a las disparidades que hay entre hombres y mujeres tomando en cuenta los siguientes aspectos: empoderamiento, salud reproductiva y mercado laboral. En 2014, Haití formó parte de los países de la región de alc con mayor índice de desigualdad de género (0.603) (pnud, 2015).
Organización de los servicios de salud en Haití
El sistema de salud en Haití está compuesto por tres sectores: el sector público, administrado directamente por el Ministerio de Salud Pública y de la Población (mspp), que controla 31% de las instituciones sanitarias; el sector privado, que agrupa 46% de los establecimientos de salud, sea con fines de lucro, dirigido por inversionistas o grupos financieros, o sin fines de lucro, funcionando bajo subvenciones externas y donde ejercen también los profesionales por cuenta propia y, por último, las instituciones mixtas, donde el Estado contribuye con los salarios y el sector privado se encarga de los costos administrativos (sobre todo las organizaciones no gubernamentales —ong— y las comunidades religiosas); se anexan también las instituciones paramédicas y las de formación médica para la formación académica. Cabe destacar que el mspp es el garante de la salud pública, así que tiene la vigilancia de todo el sistema (ihe e icf, 2014; mspp, 2013). De acuerdo con la nueva política de salud de 2012, el sistema se organizaba en tres niveles de atención (véase la figura 1.1).
El primer nivel comprende las estructuras sanitarias primarias, donde 94% son del primer o segundo grado y el resto se refiere a los hospitales comunitarios de referencia. El segundo nivel está representado por los diez hospitales departamentales y, en el tercer nivel, se inscribe el Hospital Universitario del Estado y algunos centros de especialización. Además, 70% de las personas hacen de la medicina tradicional su primera elección en la búsqueda de la atención de salud (mspp, 2013), sea por creencias o por complicaciones para obtener los servicios sanitarios básicos.
Entre 1996 y 1998 se realizaron reformas en la política de salud de tipo estructural, enfocándose, por un lado, en la descentralización hacia las unidades comunales de salud (ucs) que son las divisiones territoriales y administrativas y, de otro lado, en la implementación del paquete básico de servicios. Este último es el modelo de organización de la atención sanitaria cuya racionalidad propone canalizar los recursos públicos con parsimonia y eficiencia en la meta de resolver los problemas sociales más importantes (ops, 2003; Moreno-Serra y Smith, 2012). Sin embargo las inestabilidades políticas de 1990 y 2004, el sismo de 2010, el surgimiento de la epidemia de cólera en el mismo periodo y los huracanes han afectado considerablemente la infraestructura sanitaria y la organización de la respuesta rápida y eficaz (Herrera et al., 2014). La necesidad de planes de desarrollo actualizados condujo al mspp a formular la nueva política sanitaria de 2012 para los veinticinco próximos años con la meta de hacer funcionar todas las unidades administrativas de salud (uas) a través del Plan Rector de Salud 2012-2022. Esta nueva división basada en el modelo de descentralización en vigor, desarrollado por el Ministerio de Interior y de Colectividades Territoriales del país, ha reorganizado la atención sanitaria por medio del paquete esencial de servicios (pes). Este último es la estrategia renovada del paquete básico para proveer atención primaria a la población integrando diez componentes [4]de servicios básicos, que se ofrece a nivel primario, secundario y terciario de la organización de la atención. La misión principal del pes es:
acordar las orientaciones generales establecidas por el mspp en su Plan Rector 2012-2022; explorar el conocimiento empírico de las necesidades, procedentes de la experiencia acumulada por los actores del sistema; aprovechar la oferta existente, consolidar y mejorar los beneficios actualmente disponibles en el sistema; racionalizar las opciones teniendo en cuenta los criterios económicos, técnicos y políticos (mspp, 2015b, p. 17, traducción propia).
El nuevo paquete básico de atención a la salud que se está desarrollando tiene el objetivo de reorganizar la atención hacia una mejor cobertura de la salud materna para resolver problemas de acceso y de disponibilidad que aún son predominantes (mspp, 2015a). Sin embargo, se puede decir que esta propuesta todavía no logra desempeñar su papel de reflejar eficazmente la oferta de atención de la salud, si vemos los datos de la encuesta de Evaluación de la Prestación de Servicios de Atención de la Salud (epsss) [5]que indicó que solo 52% de las instituciones de salud ofrecieron todos los servicios esenciales en esta materia [6]en 2013 (mspp, ihe e icf, 2014).
Es importante señalar que la utilización de los servicios depende mucho de su disponibilidad y del grado de urbanización de la región administrativa de residencia (onu-Habitat, 2012). De un lado, si bien aún no existe una recomendación específica internacional sobre la tasa de camas hospitalarias por habitantes, la de 7 por 10 000 habitantes de Haití es ampliamente menor a la de Cuba (52), Trinidad y Tobago (28) o Argentina (50) (cepal, 2018; mspp, ihe e icf International, 2014). En el mismo periodo, se registraron 2.3 médicos y 3.5 enfermeras por cada 10 000 habitantes, con diferencias significativas entre los departamentos y sectores público y privado, contra 17.6 y 14.3 para la región de América Latina y el Caribe respectivamente (ops, 2017b). De otro lado, si bien, en general se espera que la urbanización moderna lleve a una mejora en el acceso a los servicios básicos, por el contrario, en Haití aumentó la población urbana sin un cambio significativo respecto a dicho acceso. Desde 1950 a 2012, la tasa de urbanización en América Latina ha pasado de 27% a 80% y en Haití, rebasó 50% en 2012, con mayor efecto en la zona metropolitana del Oeste que contiene a Puerto Príncipe (la segunda ciudad más poblada del Caribe). Si bien la zona metropolitana del Oeste alcanzó un alto grado de urbanización, 70% de su población urbana vive en tugurios, solo 15% de los hogares urbanos recibieron agua por tubería y un cuarto tuvieron saneamiento apropiado (Bárcena, 2001; onu-Habitat, 2012; ops, 2017a).
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