•Si tiene úlcera en miembros inferiores, tomar pulsos pedio y tibial posterior, tomar índice tobillo brazo, si es dudoso el resultado el índice dedo brazo; si es diabético se debe tomar glucometría, resultado de exámenes recientes, que servirán de guía; realizar valoración de neuropatía y clasificación con la escala de San Elián.
•Valoración de la herida: medición y registro fotográfico.
•Si el paciente presenta IMC <18, recomendar albúmina; si la herida lleva múltiples tratamientos sin evolución favorable o más de seis meses, recomendar una biopsia del borde de la herida.
•Procedimiento: limpieza, aplicación de alta tecnología, proteger tejido perilesional con óxido de zinc (en capítulos posteriores se explicarán apósitos e indicación según el proceso cicatrización).
•Registrar en forma completa y clara toda la información en la historia clínica.
•Dar la información del tratamiento a seguir, aclarar dudas y cumplimiento de las recomendaciones del especialista en heridas para tener un total éxito del tratamiento.
•Recomendar glucemia en ayunas o hemoglobina glucosilada, hemograma, albúmina sérica, transferrina, ferritina cuando sea necesario y si no hay resultados de menos de un mes.
•Recomendar cultivo y antibiograma de las secreciones en caso de signos clínicos de infección.
•Prescribir apósitos, vendas y lo que se requiere para las siguientes curaciones.
•Hacer recomendaciones necesarias al paciente (dieta, higiene, vestuario, reposo, hidratación, tratamiento y cuidado con la venda secundaria).
•Remitir, si es necesario, al paciente a evaluación médica general cuando requiera antibióticos orales o cuando se considere pertinente, cuando existan alteraciones de laboratorio o necesite interconsulta con otros especialistas: internista, cirujano general, cirujano plástico, endocrinólogo, vascular u ortopedista.
•Solicitar interconsulta con nutrición para suplementación y aumento de requerimientos calóricos y proteínicos, y con terapia física.
•Programar la próxima curación de acuerdo con la tecnología utilizada.
Bibliografía
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Capítulo 3. Diagnóstico diferencial de las heridas agudas y crónicas
Juan C. Restrepo M.
Introducción
Uno de los problemas a los que más se enfrentan los profesionales encargados del cuidado de la persona que padece una herida es poder diagnosticarla de forma correcta sin que se pierda tiempo del paciente ni oportunidad de curación.
Cuando se atiende un paciente con una herida aguda o crónica es necesario que el personal de la salud que lo atienda tenga claro la causa de la misma, ya que muchas veces estas hacen parte de la enfermedad de base del paciente pero no siempre es el caso, de ahí que al hacer una correcta valoración de los síntomas, características y signos del paciente se puedan proponer diversos diagnósticos diferenciales. Es por ello fundamental que se cuente con el conocimiento básico de los diferentes tipos de lesiones agudas y crónicas, quemados, etc. de forma que se pueda descartar una u otra lesión. 1
Todo comienza con un examen exhaustivo del paciente, seguido de la valoración de la herida (ver capítulo de valoración de heridas), de la enfermedad de base, de la nutrición, del entorno entre otros factores; la historia clínica es una excelente herramienta guía hacia el diagnóstico principal y para descartar otros. 2,3
Como en la actualidad se comprenden mejor los mecanismos por los cuales las heridas cicatrizan, se pueden realizar diagnósticos mucho más sólidos y, por ende, seguir mejores decisiones terapéuticas como inactivar las metaloproteinasas de la matriz, escoger el apósito ideal y planear las estrategias de prevención adecuadas para cada paciente; a pesar de todo esto, cada vez es más común encontrar tenemos heridas que no cicatrizan algunos de los factores que llevan a este estancamiento son entre otros: diagnóstico incorrecto, enfermedades de base no diagnosticadas, tratamiento insuficiente, recursos insuficientes, poca o nula colaboración del paciente y tratamiento inadecuado.
Aun al corregir estos factores todavía tenemos algunos pacientes que siguen en el mismo punto sin poder cicatrizar, por lo que se hace necesario usar herramientas clínicas como las pruebas complementarias o subyacentes.
Estas pruebas se utilizan para el diagnóstico, la valoración y el tratamiento de las heridas, varían en el grado de utilidad para demostrar o descartar un diagnóstico y para indicar las intervenciones adecuadas; dentro de esta valoración, los parámetros que se miden se denominan marcadores o indicadores y son: 3
•Moléculas en líquidos corporales como sangre y orina como la glucosa o la albúmina.
•Algunos signos físicos como el tamaño y la profundidad de la herida, la temperatura corporal o el aumento de la presión arterial.
Para nuestro uso existen dos tipos de pruebas diagnósticas. Las primeras se denominan instrumentos diagnósticos y son aquellas que requieren alguna o ninguna interpretación y que dan a conocer el diagnóstico de la lesión; y las segundas, que se denominan pruebas teranósticas, no ofrecen diagnóstico, sino que indican la necesidad de uno u otro tratamiento.
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