©Ediciones IdeaPaís, 2021
Editado por Ediciones IdeaPaís, en colaboración con la Fundación Hanns Seidel.
Derechos reservados. Ni la totalidad ni parte alguna de este documento puede ser reproducida sin permiso escrito de IdeaPaís.
Editora: Magdalena Ortega Puebla
Coordinadora: María Eyzaguirre Matte
Diseño: Paula Diez
Corrección de estilo: Circe creaciones
Foto portada: Cristian Castillo
ISSN: 2735-654X
ISBN digital: 978-956-9927-04-1
Diagramación digital: ebooks Patagonia
www.ebookspatagonia.com
info@ebookspatagonia.com
ÍNDICE
I. Introducción
II. Proceso constituyente
a. Subsidiariedad y solidaridad
b. Convención Constitucional y su funcionamiento
c. ¿Escaños reservados en la Convención Constitucional?
III. Hablemos de régimen de gobierno
a. Presidencialismo en Chile desde una perspectiva histórica
b. ¿Es Chile un país hiperpresidencialista?
c. La estructura del poder: iniciativa exclusiva del presidente
d. Presidencialismo en disputa
IV. Sistema político y electoral chileno
a. Umbral electoral
b. Límite a la reelección de parlamentarios
c. Rebaja en el número de parlamentarios
V. Derechos sociales
a. Derechos sociales, política y judicialización
b. Kinder obligatorio
c. Salud y Constitución
VI. Contingencia y acontecer nacional
a. Mujer y representación política
b. El 2% constitucional
c. ¿Derecho a la protesta?
d. Sobre el reconocimiento constitucional de los pueblos originarios
e. Uso inteligente de la fuerza
VII. Agradecimientos
VIII. Notas
IX. Bibliografía
Hace poco más de un año estalló una crisis social que puso en jaque a la institucionalidad vigente. Hoy, a consecuencia de este remezón, hemos iniciado el camino del reemplazo constitucional. Un proceso constituyente «a la chilena», con garantías y espacios de discusión, en el que revisaremos nuestros consensos e intentaremos proponer un nuevo marco.
Por eso, la pregunta sobre qué estalló en octubre del 2019 es fundamental, en tanto la discusión constituyente deberá intentar, al menos, responder a esto. De algún modo, la nueva Constitución deberá intentar dar respuesta a esas necesidades e inquietudes; de lo contrario, poco y nada de sentido le hará a la ciudadanía. Por tanto, el Chile precario y desprotegido, sin redes ni sostén que le permitiera enfrentar los embates propios del desarrollo, vino a cobrarnos la cuenta. Frente a todo esto, el desafío es cuesta arriba e imperativo: ¿Cómo diseñar un nuevo texto constitucional que responda y se haga cargo de las pulsiones que quedaron en evidencia durante la crisis?
Sin intentar hacer aquí un diagnóstico completamente acabado sobre las causas que nos llevaron al lugar en el que estamos, intentaremos proponer al menos algunas ideas. Es patente que de un tiempo a esta parte se ha desmembrado nuestro tejido social, así como la familia nuclear –especialmente la popular, como bien retrata Gonzalo Vial1– y los lazos que de ahí nacen. Los años de prosperidad y desarrollo del país vinieron a estrellarse contra la precariedad de la clase media, la sensación de abuso y la pobreza multidimensional. Hay quienes culpan de esto al Estado subsidiario, que vino a implantar lógicas individualistas y de abstención estatal, sin advertir que su respuesta –una de corte estatal o de ampliación de lo público– era un poco más de lo mismo. Frente a todo esto, creemos que lo que necesita el país de los próximos años es robustecer la vida en común; es decir, promover una asociatividad fortalecida por medio de más subsidiariedad y solidaridad.
Como se deja entrever, la discusión es una pregunta sobre qué tipo de sociedad queremos; y en específico: ¿está el Estado al servicio de la persona?, ¿solo el Estado debería proveer derechos sociales?, ¿se permitirá –o se impedirá– que exista una normativa que reconozca la identidad de los grupos intermedios? En cierto sentido, tras las deliberaciones políticas y técnicas, subyacen también preguntas antropológicas ineludibles. Si bien esto parece muy etéreo, en lo concreto tiene un alto grado de relevancia, porque de acuerdo a la cosmovisión que se promueva, ha de ser la naturaleza de las consecuencias políticas.
Por ello nace el «Área Constitucional de IdeaPaís», bajo la profunda convicción de que será en el plano de los contenidos donde se jugará lo crucial. De ahí que busquemos promover aquellas ideas que nos perecen más significativas desde nuestra visión, una que quedará clara en las páginas que componen este documento, el que tratará de entregarle al lector un compendio de textos que abordarán, desde distintas perspectivas, el por qué y el cómo propondremos la noción de Estado solidario. Promoveremos asimismo la radical idea de que es la sociedad civil, con la ayuda del Estado, el motor de nuestro país, una postura que rechaza el individualismo campante de cierto liberalismo y los colectivismos que afectan a la izquierda. El valor esencial de esta discusión será que determinará la orientación del diseño institucional que definirá la Constitución –uno que irá plasmado en principios, reglas e instituciones–. Este, a su vez, determinará las futuras políticas públicas y, en última instancia, el país de las próximas décadas. Ciertamente, no da lo mismo qué ideas queden plasmadas en el texto constitucional.
Cabe señalar que los textos que aquí se presentan fueron redactándose desde el inicio de la discusión constitucional hasta la fecha –lo que explica su diversidad temática–, y algunos de estos permiten recordar momentos específicos del proceso. Otros están cruzados por la pandemia del nuevo coronavirus, y unos tantos se hacen cargo de temas centrales que de a poco se han ido poniendo sobre la mesa. Para finalizar, incluimos algunas propuestas constitucionales que nos parece clave abordar. En este sentido, y considerando que el debate se dará fundamentalmente a partir de una «hoja en blanco», nos referiremos a dos tipos de temas: algunos que están en la Constitución actual y otros que no, todos los cuales esperamos se incluyan en la propuesta final.
Enero, 2021.
a. Subsidiariedad y solidaridad
Cuatro ejes para el debate constitucional
Por Pablo Valderrama, abogado, magíster en estudios políticos en la Universidad de los Andes, director ejecutivo de IdeaPaís y Luis Robert, licenciado en filosofía e investigador en IdeaPaís. *
Marzo, 2020.
2.1. Antecedentes
Las movilizaciones sociales iniciadas el 18 de octubre de 2019 en Santiago, y posteriormente expandidas a todo el país, han generado diversas y profundas repercusiones en el ámbito político. Entre ellas, ha tomado mayor relieve el debate sobre una «nueva Constitución» como forma de canalizar el descontento y malestar ciudadano. De este modo, casi transversalmente se ha sostenido que estamos frente al fin de un ciclo político y la consiguiente necesidad de dotar a Chile de un nuevo «pacto social»2.
En este contexto, el principio de subsidiariedad −uno de los ejes doctrinarios de la Constitución de 1980− ha sido identificado como una de las principales causas del malestar de la sociedad chilena. Los acentuados niveles de desigualdad económica, política y territorial, la concentración del poder en el Estado, la profundización de las distancias entre «ricos y pobres», la inequidad en el acceso a bienes como la salud, las pensiones, etc, serían parte de las consecuencias de la implantación de un «Estado subsidiario» en Chile.
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