Hay sensaciones contrapuestas al pensar en estas imágenes. Por un lado, la primera imagen mencionada aporta hacia un balance bíblico. El Dios sobrenatural sigue actuando en medio de su pueblo. Por lo tanto, debemos rescatarla en nuestra proclamación del Dios de las Escrituras. Sin embargo, por otro lado, el Dios subordinado al ser humano es una distorsión que causa daño. Es tan fuerte la presencia de esta idea a nivel popular que casi compite con la imagen del Dios airado dentro de esos mismos círculos.
Imágenes de la Coalición por el Evangelio
Si bien el movimiento conocido como Coalición por el Evangelio es relativamente nuevo en América Latina, su impacto mediático y literario es importante. En sus escritos se reflejan algunas de las imágenes de Dios ya observadas en otros movimientos evangélicos. Su fuerte énfasis en cuestiones soteriológicas hace que termine reduciéndose el contenido del evangelio a lo soteriológico en desmedro de otros énfasis que las Escrituras le dan al Evangelio. 41Así, el anuncio de la buena noticia acerca del reino de Dios que ha llegado se reduce a la salvación del individuo que quiera creer en Jesús como su salvador personal. Se dibuja así a un Dios más preocupado por la salvación del individuo que por la vida de la comunidad en la que esa persona vive. Es un Dios que habita solo en los corazones de los individuos que salva, en donde yace también su reino. De esta manera, el reino de Dios solo se extiende de corazón a corazón por medio de la proclamación y obra de los individuos que forman la iglesia, como dice Bryan Chapell. 42
El Dios airado también está presente en ese mensaje evangelizador. De hecho, al tratar de justificar su poca preocupación por el pobre y marginado, en un apartado titulado «justicia y ministerio a los pobres», en su declaración inicial en La centralidad del evangelio, Don Carson y Timothy Keller miran la obra de Cristo en la cruz básicamente en términos de «aplacar la ira de Dios». De ahí, dirán que por eso deberíamos ser sensibles a los derechos de los pobres, los que «están en bancarrota económica», incluso «deberíamos estar dispuestos a dar de nuestros recursos a “los pobres que no lo merecen” ya que nosotros somos los pobres espirituales que no merecen recibir la misericordia gratuita de Dios», 43pero nada mencionan en el libro sobre las causas que muchas veces generan esa pobreza estructural ni nuestra responsabilidad ante ello.
El exclusivismo de algunas aseveraciones de sus líderes ideológicos pareciera reflejar un Dios que se equivocó por quinientos años en América Latina, pero ahora ha entrado en razón y está enmendando su obra por medio de esta nueva evangelización neocalvinista. Por ejemplo, Miguel Núñez dice: «el movimiento de la Reforma pasó por alto a América Latina y eso explica por qué ahora, quinientos años después, nuestras naciones latinoamericanas están experimentando un avivamiento al entender las doctrinas de la gracia por primera vez». 44Peor aún, Donald Carson en el prólogo de Gracia sobre gracia: La nueva reforma en el mundo hispano (2015), pareciera desconocer América Latina al afirmar que «cuando algunas personas aplauden el crecimiento tan rápido del evangelicalismo en Latinoamérica, realmente no se han percatado de que tiene muy poco evangelio en su raíz». Ante semejante evaluación agrega: «No hay santificación sin el poder de la Palabra de Dios y, en mi opinión, el legado cristiano que ha entendido y proclamado este evangelio con mayor consistencia, construyendo iglesias que son moldeadas por las enseñanzas de las Escrituras, es el legado reformado». 45Por eso insisto, Dios no se ha equivocado.
Produce desazón mirar estas declaraciones y contrastarlas con el crecimiento del cristianismo que derivó el terremoto del 1976 en Guatemala, y en medio y a lo largo del conflicto armado que dejó una estela de miles de muertos; o el crecimiento del evangelicalismo durante los años de dictaduras militares tanto de derecha como de izquierda en Sudamérica y Centroamérica. Causan dolor estas frases cuando uno piensa en todas aquellas personas que desafiando la malaria, el dengue, selvas y montañas, llevaron la luz del evangelio y las Escrituras en los idiomas locales a muchos rincones. Nos consta el poder transformador de Dios Padre, quien por medio de su Espíritu ha obrado en la proclamación del evangelio de Jesucristo a lo largo y ancho del continente por tantas décadas. Por lo visto, el ímpetu de los deseos de impulsar el estudio y predicación profundos de las Escrituras y construir iglesias sanas, pero con una visión limitada del evangelio ha llevado a algunos de estos líderes de opinión a exagerar sus afirmaciones, proyectando con ello una imagen distorsionada de Dios. Dios no se ha equivocado. Él ha traído salvación y transformación desde mucho antes que estos nuevos vecinos llegaran al barrio.
Sin duda no todo es negativo. Varios asuntos positivos se rescatan de algunas de las imágenes de Dios que se presentan en los escritos de este movimiento. Dios es una persona cercana, deseosa de rescatar a los seres humanos de su condición de condenación eterna. Dios los ama y desea el arrepentimiento de las personas. Este énfasis trae algo de balance a una imagen cada vez más observada en América Latina de un Dios bonachón que de todos modos obrará en favor de la humanidad.
Conclusiones
Esta pequeña reflexión nos invita a ser conscientes de las imágenes de Dios que circulan en nuestras tierras y nos llama a contraponerlas con las Escrituras. De esa manera podemos proclamar una imagen más balanceada y cercana del Dios revelado en la Palabra de Dios. La imagen del Dios airado es la más recurrente, aunque compite con otras como las del Dios subordinado al ser humano, o la de un Dios sesgado políticamente. Cada una de ellas tiene su grado de popularidad, y afecta no solo la lectura e interpretación popular de las Escrituras; además son un filtro a través del cual se oye el mensaje y se interpretan las Escrituras. La función docente del liderazgo y el discipulado consciente buscará corregir estas distorsiones para traer libertad y balance en el pueblo de Dios.
También este es un llamado a la humildad, respeto y diálogo en el pueblo de Dios. Dios Padre no se equivocó con América Latina. Él ha hablado y actuado en y a través de sus hijas e hijos por varios siglos en nuestro continente y lo seguirá haciendo. Sin duda, seguimos en necesidad de volver siempre a las Escrituras, pues en ellas tenemos vida eterna, y ellas dan testimonio del Dios trino que trae buenas nuevas. Pero esa realidad no es excusa para dividir al pueblo de Dios ni menospreciar en última instancia al Dios que nos trajo salvación.
34Juan Guillermo Durán y Rubén Darío García, «Los coloquios de los “Doce Apóstoles” de México: Los primeros albores de la predicación evangélica en el Nuevo Mundo», RevFTPUCA 34 (1979): Líneas 450-456.
35José Luis Sicre, «El Dios de los profetas: Contra una imagen ‘light’ del Dios cristiano», SalTer 76 (1988): 420.
36Véase el excelente análisis de Pastor Bedolla Villaseñor, «La Teología de la Liberación: Pastoral y violencia revolucionaria», rel 64 (2017): 185-221.
37Al respecto, véase el buen análisis y los distintos artículos en Alejandro F. Botta y Pablo R. Andiñach, The Bible and the Hermeneutics of Liberation, sblss (Atlanta: Society of Biblical Literature, 2009).
38James A. Gehman, «Definición de la misión integral e implicaciones para la hermenéutica bíblica», Kairós 45/2 (2009): 126-127.
39Santiago James Padilla DeBorst, «Decolonial Integral Mission?: Development and Contextualization at New Scales», jlat 13 (2018): 65-75.
40Pablo A. Deiros, El mundo religioso latinoamericano (El Paso: Casa Bautista, 2017), 475.
41Véase por ejemplo los diversos artículos en D. A. Carson y Timothy Keller, eds., La centralidad del Evangelio (Miami: Patmos, 2014), 19-20, 43, 131-155.
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