25Sidney H. Rooy, Lutero y la misión: Teología y práctica de la misión en Martín Lutero (Saint Louis: Concordia, 2005), 91.
26Federico R. Meléndez, Ética y economía: El legado de Juan Wesley a la iglesia en América Latina, (Buenos Aires: Kairos, 2006), 104.
27Ibíd., 136.
28Miguel Núñez, El poder de la Palabra para transformar una nación: Un llamado bíblico e histórico a la iglesia latinoamericana (Medellín: Poiema, 2017), 5-17.
29Para un recuento de la historia de Europa medieval ver, Justo L. González, Historia del Cristianismo, vol. 1 (Miami: Spanish House, 1994), desde el capítulo 29 hasta el final.
30José Miguez Bonino, La fe en busca de la eficacia (Salamanca: Sígueme, 1977), 39-40.
31Tim Marshall, Prisoners of Geography: Ten Maps that Tell You Everything You Need to Know about Global Politics (London: Elliot and Thomson, 2016), particularmente las páginas 89-113.
32Esto lo explico detalladamente en, Latin American Evangelical Theology in the 1970’s: The Golden Decade (Leiden: Brill, 2009), capítulo 2.
33Pablo Moreno, «Reforma de Reformas», en 500 años de las reformas protestantes, 1517-2017: Discusiones interdisciplinarias, ed. Atahualpa Hernández M. y Fernando A. Sanmiguel M. (Bogotá: Corporación Honorable Presbiterio Central, Iglesia Presbiteriana de Colombia e Iglesia Luterana de Colombia, 2017), 142.
Capítulo 2
Imágenes de Dios en América Latina
Nelson Morales Fredes
La América de finales del siglo quince vio llegar a marinos en carabelas y junto con ellos una cruz. Pronto, nuevas oleadas de europeos traerían consigo su fe y su concepción de Dios. Como resultado de aquella peregrinación de europeos, gran parte de la imagen de Dios que nos hemos forjado por estas latitudes ha sido moldeada profundamente por un diálogo entre las ideas que ellos traían y las que existían ya en el continente. Con los siglos, nuevos visitantes en barco y avión arribaron desde Europa y Norteamérica con nuevas ideas e imágenes de Dios, que de alguna u otra forma echaron raíces en nuestras tierras. Paralelamente, se fueron cultivando otras imágenes de Dios producto de la reflexión y vivencias propias de nuestra región. De esta manera resulta difícil hoy —si no imposible— dibujar una sola imagen de Dios en América Latina.
Naturalmente, una imagen vital en el cristianismo latinoamericano es la del Dios creador de los cielos y la tierra, que expresa su amor a su creación por medio de la obra redentora de su Hijo, que murió y resucitó, que ascendió a los cielos y que desde allí gobierna y desde ahí volverá. Ese Dios creador es un Dios que reparte sus dádivas a su pueblo por medio de su Espíritu. Al mismo tiempo, es un Dios que tiene control de la historia y la conduce hacia su meta. Esta historia culmina con cielos nuevos y nueva tierra, el juicio de los impíos, la vindicación de los justos, y la instauración de un reino eterno, en el que mora la justicia. Esa imagen de Dios ha acompañado al cristianismo desde su irrupción en estas latitudes. Sin embargo, a lo largo de la historia, junto con ella han coexistido otras imágenes que a veces han opacado u ocultado de nuestros ojos al Dios de las Escrituras.
Lastimosamente, el espacio nos limita para ser exhaustivos en la información. En las siguientes líneas, se trata de dar un panorama de algunas imágenes que se repiten en los distintos grupos cristianos a lo largo y ancho del continente y el Caribe. Lo que se hará es un esbozo tipológico de algunas de las imágenes de Dios recurrentes dentro de cada grupo descrito, sin ánimo de caricaturizar o desdibujar la variopinta imagen de Dios presente en América Latina. Sin duda, ayuda en esta tipología el precedente de las imágenes de Jesús que Emilio Antonio Núñez reflejara en El Cristo de Hispanoamérica (1979) o aquellas que Juan A. Mackay plasmara en El otro Cristo español: Un estudio de la historia espiritual de España e Hispanoamérica (1991). A continuación, se presenta un esbozo de las imágenes de Dios en el catolicismo romano clásico, en el pensamiento de la teología de la liberación, la Fraternidad Teológica Latinoamericana, el evangelicalismo tradicional, el neopentecostalismo y la Coalición por el Evangelio.
Imágenes en el catolicismo romano clásico
Partimos con el catolicismo romano, pues sigue siendo el mayor y más antiguo representante del cristianismo en América Latina. Un par de décadas después de la llegada de Colón al Caribe, los españoles comenzaron a usar el Requerimiento de Juan López de Palacios Rubios. En aquel escrito, Dios es presentado como Señor único y eterno, el creador de cielo y tierra y de los seres humanos. Él ha delegado su autoridad a la Iglesia Católica, al papa y a los reyes españoles. Se usaba el requerimiento para obligar a los pobladores de estas tierras a someterse al dominio del papa y de los reyes españoles. No lejos de esos años, en 1524 doce frailes franciscanos llegan a evangelizar la ya maltrecha tierra mexica. En la recopilación del fraile Sahagún de las conversaciones que habrían tenido estos frailes con líderes indígenas, se muestra una imagen de Dios que seguirá aflorando hasta hoy, no solo en la teología popular católica sino también evangélica. Este coloquio dice en su segundo capítulo: «no conocéis al solo verdadero Dios por quien todos vivimos, ni le teméis ni acatáis, mas antes cada día y cada noche le ofendéis en muchas cosas, y por esto habéis incurrido en su ira y desgracia, y está en gran manera enojado contra vosotros. Por esta causa envió delante a sus siervos y vasallos los españoles, para que os castiguen y afligiesen por vuestros innumerables pecados en que estáis». 34Tanto en el Requerimiento como en los Coloquios se describe a Dios como creador, bondadoso, pero irascible. Si a eso se le suma la idea ya presente en estas latitudes de dioses caprichosos a los que hay que contentar con sacrificios y ofrendas, esta idea queda reforzada en el inconsciente colectivo religioso. Es un Dios justiciero, aplacado por la intervención de la virgen María, dice José Luis Sicre. 35Por cierto, esta no es la única imagen de Dios discernible en círculos católicos, pero sin duda es una muy recurrente.
Esta imagen divina se suma a la de un Dios que en el juicio final pone en una balanza las obras buenas y malas, y sobre la base de lo que pese más, actúa en consecuencia. De esta manera, queda en el colectivo social una enraizada imagen de un Dios que no se satisface con el sacrificio de su Hijo Jesús. La obra de salvación necesita ser acompañada de otros actos meritorios. De esa cuenta, los desastres naturales o incluso las enfermedades o tragedias personales o colectivas se interpretan como castigos de Dios. Este Dios violento servirá como excusa tanto para defender poderes políticos como para cuestionarlos. Se le reconoce como un Dios creador, pero muchas veces lejano a las personas.
Esta imagen de Dios nos perseguirá por siglos. Aún en círculos evangélicos, como veremos más abajo, esta idea del Dios airado está tan profundamente enraizada en las culturas latinoamericanas que resulta difícil conquistarla y derrocarla, hacia una visión más bíblica del Dios de las Escrituras. Los oídos latinoamericanos están casi predispuestos a oír «ira de Dios» y automáticamente evocar esta idea. Por eso, en la evangelización, la obra misionera y el discipulado debemos prestar atención a qué ideas proyectamos y resaltamos, de manera que podamos mantener una imagen balanceada y bíblica. Sin duda, ha habido esfuerzos por alejarse de esta imagen, en especial en círculos de la renovación católica.
Imágenes en la teología de la liberación (católica y protestante)
La imagen del Dios airado también es discernible en las esferas de influencia de la teología de la liberación, tanto en ámbitos de pensamiento católico como protestante. En los círculos liberacionistas iniciales quizás esta imagen de un Dios airado y a veces violento se orienta hacia el sufrimiento de los oprimidos. Se solía describirlo como un Dios que quiere sacar a su pueblo de Egipto. Se diferencia de la imagen descrita en el apartado anterior en que este Dios no es caprichoso. Más bien, el sufrimiento de los desvalidos le duele. Él ha determinado una opción preferencial por los pobres, por lo mismo quiere actuar en liberación y ayuda de ellos, los crucificados de la historia. Con ese fin, primero envía a Jesucristo liberador. Sobre la base de ese sacrificio, guía al pueblo hacia la liberación. En algunos casos, incluso en los discursos, se articula a Dios apoyando las acciones más explícitas de liberación, como en la Colombia de Camilo Torres Restrepo de mediados de los sesenta o la Nicaragua de Ernesto Cardenal de fines de los setenta. 36
Читать дальше