En el segundo capítulo, abordaremos aquellas expresiones de la religión americana cuya directriz se orienta, por el contrario, hacia una notoria polarización de la dimensión de la relevancia, y que hemos consentido en comprender bajo aquella figura de las mainline churches . Valgan aquí, por supuesto, las mismas matizaciones que presentábamos al respecto del bloque anterior. Cabe señalar además que ampliaremos en este capítulo nuestro análisis al respecto de esta particular propensión a radicalizar la dimensión de la relevancia más allá de los límites exclusivos de la religión americana, para dedicar un generoso espacio a quehaceres teológicos tan característicos de esta posición como lo son –y con el agregado además de constituir un producto, como se afirma, nativo de nuestra reflexión– ciertas teologías del genitivo y, desde luego, la teología de la liberación. Volviendo, empero, al tema concreto de la religión americana, nos ocuparemos a su vez de desarrollar nuestra convicción de que no solo existe una sola y exclusiva expresión de esta, como tantas veces se ha dado por sentado sin mayor constatación, asociándola particularmente con el bloque evangelical, y dentro de este específicamente con el fundamentalismo, los movimientos pentecostales y neopentecostales y, desde luego, las tendencias políticas de derecha, sino también una expresión caracterizada por la radicalización del discurso horizontal y relevante, el deleite por la dinámica contracultural y la plena identificación con el programa de la izquierda cultural. Una expresión que tiende a legitimar, sino directamente a cristianizar, precisamente en cuanto modalidad religiosa, prácticamente todo aquello que aparece contenido en la agenda progresista, al tiempo que busca censurar lo que desde el bloque evangelical es tenido por norma de fe y conducta, en la medida en que se le enrostra a este un proceder no solamente evasivo al respecto de las urgencias de los tiempos, sino además “fundamentalista” y “radical”. Precisamente en este punto intentaremos demostrar que, a despecho de tan evidentes y en primera instancia irreconciliables antagonismos que aquí nada más hemos podido enunciar, nos hallamos en presencia de distintas expresiones y énfasis, pero con un mismo fondo religioso, ideológico y cultural –esto es, la American Religion – que ambos bloques, incluidas sus llamativas remarcaciones, comparten por igual. Cubriremos también, y siempre dentro de esta línea de la religión americana que exacerba la dimensión de la relevancia y el discurso horizontal, el modo en que la misma, bajo el soporte directo de ciertas tendencias políticas y sociológicas, ha venido ejerciendo durante un tiempo considerable una influencia ideológica importante en cierta parte de la educación superior de los Estados Unidos, sus métodos y publicaciones en general (aunque aquí nos detendremos específicamente en lo teológico). Observaremos, por último, la manera en que, a partir de esta injerencia, tal tendencia ha venido insinuando una cada vez más incipiente presencia en el concierto evangélico de América Latina, precisamente entre aquellos sectores que le otorgan un carácter directriz y referencial a aquella línea teológico-educacional.
En el tercer y último capítulo, intentaremos ofrecer una lectura en perspectiva ya final al respecto de las consecuencias que creemos ha tenido el concurso de la religión americana en el quehacer eclesiástico y teológico evangélico de nuestro continente. Se comprende plenamente aquí que la misma es expresión de un genio cultural mucho más global –la American way of life –, y por eso se considerarán las consecuencias que este genio trasvasado precisamente por medio de este canal religioso-espiritual –la American Religion – ha tenido también para la vida social y cultural de América Latina. Por supuesto, el esfuerzo será aquí no solamente detenernos en aquel conjunto de elementos disgregantes y escindidos de la American Religion, y que resultan a nuestro parecer enormemente decisivos a la hora de intentar explicar aquel tan profundo desgarramiento entre la dimensión de la identidad y de la relevancia que caracteriza al mundo evangélico de América Latina, sino también poder reconocer aquellas fuerzas espirituales y vitales consustanciales a esta, y que han llevado a convertirla en una de las expresiones del cristianismo con más conciencia y vigor misioneros. No podríamos cerrar este capítulo final sin dejar de ofrecer al menos una muy tentativa propuesta al respecto de cómo creemos que podría ser posible, para el quehacer teológico y eclesiástico latinoamericano, avanzar hacia la consecución de una correcta articulación dialéctica entre las dimensiones de la identidad y la relevancia de la fe cristiana, sin cuya verdadera relación orgánica, el mensaje cristiano o pierde su fondo y consistencia o pierde su real impacto y aplicabilidad en el mundo. A este propósito, nos será de gran utilidad cotejar el esfuerzo de otras esferas del pensamiento latinoamericano, como lo es el proyecto de una filosofía hispanoamericana, asimismo involucrado, y acaso con una mayor conciencia de su urgencia y necesidad, en la tarea de posibilitar una mayor correlatividad entre lo universal y lo circunstancial, en este caso, del quehacer filosófico, con el fin de lograr una reflexión y una acción que, al tiempo que fiel y responsable con el destino histórico de lo latinoamericano, su circunstancialidad , lo sea también con la plena conciencia de ser parte de un gran acervo tradicional, y de las problemáticas planteadas por el ser humano sin las exclusiones o particularidades de una determinada regionalidad, a saber, lo universal .
Toronto, invierno del 2013
Una nueva edición de La sombra religiosa americana venía haciéndose hace tiempo ya, a mi juicio, largamente necesaria. La oportunidad para ello nos la ha brindado con enorme gentileza Editorial CLIE, razón por lo cual le estamos grandemente agradecidos. Por lo demás, en esta nueva edición, no solo hemos tenido la oportunidad de mejorar el estilo gramatical, corregir los errores propios del texto y actualizar nuestra bibliografía, sino además de entrar en diálogo fecundo con las nuevas corrientes ideológicas y de pensamiento que, transcurridos ya seis años desde la primera publicación de esta obra hasta la fecha, han comenzado a hacerse sentir poderosamente en nuestra sociedad actual, y frente a las cuales el mundo evangélico sencillamente no puede permanecer indiferente. Finalmente, si el contenido de este trabajo sirve de alguna manera al propósito de proporcionar mayores elementos de juicio y recursos al mundo evangélico de América Latina, a fin de que este pueda relacionarse de una forma mucho más lúcida y contribuyente con su herencia misionera y su ininterrumpido influjo –el innegable conjunto de posibilidades que ella posee, pero al mismo tiempo sus elementos altamente disonantes y confusos–, me sentiré ya suficientemente recompensado por este libro.
Viña del Mar, invierno del 2020
1. No se está sugiriendo con tal afirmación, claro está, que Escritura y tradición han de gozar de la misma autoridad, tal como lo hiciera ya el Concilio Tridentino en su primer decreto conciliar (cf. H. Dezinger, Enchiridion symbolorum, definitionum et declarationum de rebus fidei et morum, Herder, Barcelona, 1960, 1501), sino, más bien, se intenta indicar aquí que aquel conjunto de interpretaciones y sistematizaciones en desarrollo histórico, en la medida en que su compromiso esencial ha sido la iluminación de aquella verdad escritural para una determinada coyuntura histórica y cultural, constituye para la iglesia el gran legado de su pensamiento y, en consecuencia, de su identidad. A tal legado, que, por lo demás, no puede ser comprendido ni como tradición repetitiva ni anquilosada, menos aún ponderado de tal modo que llegue a eclipsar la verdad escritural, toda vez que él mismo, correctamente entendido, no ha pretendido ser más que testimonio histórico de un determinado esfuerzo hermenéutico y teológico por traducir aquella revelada verdad, le habremos de denominar en lo siguiente, simplemente, como historia del pensamiento cristiano.
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