Jueves por la mañana, Norma estaba en su casa preparando ropa para llevarle a René. Lo acompañó varios días y le pidió a su cuñado que se quedara por unas horas cuidándolo. Él aún seguía bajo los efectos de sedantes. El médico a cargo no le daba esperanzas alentadoras ya que su diagnóstico no revela mejoras a medida que pasan los días. Suena su celular y no recuerda dónde lo dejó, busca y lo divisa sobre la mesa del comedor, al tomarlo se enfrenta a un espejo que está sobre la pared, sus ojeras revelan el cansancio por falta de sueño, nota su cabello descuidado y un gesto que no veía desde la muerte de su padre hacía dos años atrás. Alguien habla cuando ella pronuncia un hola casi inaudible.
— Hola , Norma , soy Juan . —El gerente de la empresa donde trabaja René le informa—. Despreoc u pate por el camión, la grúa del seguro ya lo trajo así que nos vamos a encargar de todo, te aviso para que te quedes tranquila en ese aspecto… ¿Cómo está é l?
—No mejora, sigue desvariando… No mejora , Juan… No s é. — responde con la voz entrecortada y reteniendo un llanto que le impide hablar con claridad.
—Ten é paciencia, ya va a mejorar… A veces la presión del trabajo provoca un estrés traicionero… No es fácil la vida del camionero… Fuerza y a no desanimarse . Estamos en contacto .
Esa frase quedó como un latido en su cabeza. “ No es fácil la vida del camionero ”.De pronto comenzó a caminar buscando algo en su memoria hasta que surgió el recuerdo de una charla con René y el nombre.
—¡Laura! — Llamó de inmediato a su hermana y le rogó que fuera a esperar a Bruno a la escuela y lo llevara a su casa, luego marcó el número de la agencia de autos de alquiler y seguidamente acudió a su habitación para cambiarse de ropa. Al cabo de quince minutos viajaba por la ruta que recorría su marido todas las mañanas. El chofer del vehículo era un hombre mayor y Norma lo conocía bien.
— Don M arcos , después del mojón cuarenta y ocho baje la marcha .
Él escuchó el pedido y al llegar al lugar lo señaló.
—Bueno , ahora avance un poco más hasta encontrar un … —De repente el camino estaba allí — . Doble aquí a la derecha por favor . —Él obedeció y luego de recorrer cincuenta metros encontró una casa rodeada con un gran patio. La propiedad se dividía con tejidos que marcaban una parcela de cincuenta por cincuenta metros de fondo.
La propiedad poseía un tejido con ramas secas, vestigios de lo que había sido una enredadera en primavera. La casa era sencilla y prolijamente pintada de blanco, un alero en su frente con un gran patio donde había muchas variedades de plantas de jardín. Más al fondo se veían ovejas alimentándose y algunas gallinas. Dos perros empezaron a torear desesperados al escuchar las palmas de Norma chocar entre sí. Después de un rato un hombre salió por la única puerta de frente y gritó ordenando a sus mascotas que se callaran, para luego acercarse hasta el portillo de alambre y con una sonrisa saludó a la visita.
—Buen día , señora . ¿En qu é la puedo ayudar?
Norma percibió que don Marcos se había bajado a fumar un cigarrillo y podía escuchar sobre la inquietud que la llevó hasta allí.
—Quiero hablar con usted . ¿Puedo pasar?
—S í , como no… — Abrió el portillo y dejó que ella ingresara al patio, el hombre delgado y alto se adelantó y abrió la puerta de la casa para darle paso. Al ingresar a la casa observó que el ambiente tenía a su derecha un espacio pequeño que parecía ser un living por sus sillones de mimbre y una mesa con fórmica verde ubicada en el medio.
A la izquierda había ubicada una mesa larga con sillas y más al fondo se veía lo que era la cocina con su gran mesada y aparadores. Había aroma agradable a flores recién cortadas y las buscó con la mirada hasta ubicarlas en un florero sobre una cómoda y debajo de una foto colgada en la pared sobre un bastidor de madera.
— Siéntese , señora —dijo el hombre amablemente—. Mi nombre es Humberto . ¿Y el suyo?
—Yo soy Norma . —Ella tomó asiento y a medida que lo hacía observaba en la pared esa foto estilo mural de cincuenta centímetros por setenta de alto. Allí había una joven que sonreía posando con un cartel en sus manos, SOY DOCENTE . Su ropa estaba en parte con restos de harina y dos chicas posaban a su lado. Abstraída por esa imagen no percibió que una mujer caminaba hacia ella observándola atentamente.
— Ella es mi señora… Marta . — Norma reaccionó y salió de su silla para estrechar su mano, la mujer respondió y la invitó a sentarse.
—¿En qué podemos ayudarla? —insistió Humberto Norma sabía que tenía que estar allí pero su instinto le indicó cierto tacto para hablar con ellos. Tragó saliva y respondió:
—Antes que nada le s pido disculpas por molestarlos… ¿Ustedes tienen una hija que se llama Laura?
Humberto y Marta cruzaron miradas por un instante y Norma se preocupó. Él respiró profundo a la vez que miraba hacia abajo para decir.
—Laura se nos fue el cinco de marzo de este año… Murió en un accidente...
—¿Un accidente? —Norma no ocultó la sorpresa de esa respuesta.
— S í , ese día comenzaba a trabajar en la escuela de un pueblo vecino y un camión la atropell ó cuando hac í a dedo en la ruta… Es injusta esta vida . —Respiró profundo y siguió hablando—. Ella tenía apenas veinticinco años….
Norma sintió que por su espalda corría un frío que parecía abrirle la carne, el hombre continuó mirándola a los ojos mientras hablaba.
— En diciembre se recibió y luego de buscar un tiempo consiguió trabajo en el pueblo vecino . — Norma miró de inmediato la foto mural que había descubierto antes, con aquella joven sonriente. Él siguió con el relato pero también volteó su cara para observar aquella foto.
—Esa mañana, Brenda la acompañ ó hasta el portillo y desde allí se qued ó mirando a su hermana… Quería verla irse con alguien… Desde la cocina me asom é por la ventana y de pronto descubrí que Brenda no estaba en el portillo observando hacia la ruta.
—¿Quién es Brenda? — preguntó Norma con un hilo de voz.
—Su hermana menor . Ella adoraba a Laura porque era su guía… Brenda tiene un retraso madurativo… Y Laura era su total apoyo en todo… Ella vio lo que pas ó y corrió hasta la ruta… La encontró en la banquina muy herida… Yo s alí de inmediato y no las veía porque aún estaba oscuro, escuch é el motor de un camión que iniciaba la marcha y vi desde aquí las luces… El tipo se dio a la fuga… La ambulancia tard ó media hora en llegar desde Ugarte… Cuando aparecieron Laura ya estaba muerta en los brazos de su hermana…
El rostro curtido de Humberto fue abordado por una lágrima que se desprendió colándose en sus arrugas. Marta permanecía con su mirada en la mesa y daba la impresión, por la forma suave en que se movía, que iba a estrellar su cara contra ella.
De pronto un chillido agudo proveniente de alguna bisagra cortó el silencio y Norma buscó con su mirada hasta que identificó una puerta que dejaba ver a una joven asomada. Parecía tener veintitrés o veinticuatro años. Ella vestía una camisa verde manzana con sus botones abrochados hasta el cuello. Su piel era blanca, los hombros eran cubiertos por un cabello rubio y muy lacio. Su mirada denotaba tristeza a través de ojos color miel. Lucía marcadas ojeras, casi violáceas, su nariz respingada mostraba un lunar pequeño cerca de las fosas nasales.
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