Adrián Grassi - Entramados vinculares y subjetividad
Здесь есть возможность читать онлайн «Adrián Grassi - Entramados vinculares y subjetividad» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Entramados vinculares y subjetividad
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Entramados vinculares y subjetividad: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Entramados vinculares y subjetividad»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Entramados vinculares y subjetividad — читать онлайн ознакомительный отрывок
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Entramados vinculares y subjetividad», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Si bien, como sostuve en otros trabajos, el vértice ético debe ser diferenciado del vértice psicoanalítico, el psicoanálisis desde el punto de vista de su concepción del psiquismo, no puede dejar de interrogarse sobre el mal. En La naranja mecánica el mal se manifiesta tanto en la conducta de un grupo adolescente que la porta como estandarte, como en los métodos que los adultos implantan para erradicarlo.
Los trastornos propios de la adolescencia tienen sus picos. En un pasado reciente trabajábamos sobre todo en los trastornos de la alimentación. Ahora nos ocupan trastornos vinculados a adicciones y trastornos vinculados a la ultra violencia juvenil. Esta ultraviolencia se expresa en conductas delictivas innecesariamente crueles, generalmente llevadas a cabo en pequeños grupos. Incluyen modos violentos de diversión con peleas a golpes, e incluso con armas de fuego. Estas fiestas se convocan con la consigna expresa de llevar armas blancas y armas de fuego, es decir, de ir a herir o matar. Se evidencian también conductas de bullying intensamente cruel que busca el suicidio de la víctima, y matanzas masivas que se ejecutan en su mayoría individualmente. Todas estas manifestaciones son muy diferentes entre sí, pero semejantes en hacer de la violencia extrema su objetivo, es decir su vector de satisfacción. En ese campo, no hay satisfacción sin violencia extrema. Introducimos el concepto de vector para designar el destino manifiesto de una conducta, aceptando, desde ya, que haya un vector de la conducta que permanezca inconsciente tanto para el que la ejecuta como para el que la observa y la califica. Así, el vector inconsciente de un asesinato puede ser la meta suicida: el sujeto busca, en última instancia, hacerse matar. A los analistas nos interesa encontrar algo así como el vector o vértice inconsciente o latente de una conducta consciente y manifiesta. Esto nos diferencia radicalmente de cualquier aproximación biológica o conductista. Estos tiempos ultraviolentos parecen mostrar que en el espacio social se gesta un “empuje a matar” que se ve muy favorecido por la tecnología del arma de fuego, que solo requiere de un pequeño “clic” para eliminar el obstáculo que representa el otro. Un ejemplo de este empuje que nos sorprende es el de los femicidios que, a pesar de todas las campañas en su contra, no parecen disminuir.
En este artículo nos interesa analizar uno de los modos en que estas manifestaciones violentas son tratadas para su cura. En algunos métodos se las trata con una crueldad tan intensa como la de los actos que les dieron inicio. El método de curación ultraviolento fue ejemplificado en la novela La naranja mecánica de Anthony Burgess, escrita en 1962, con la aplicación del método Ludovico, cuyo modelo fue el del conductismo. El método Ludovico es el tratamiento que le aplican a Alex, el protagonista de la novela, un joven ultraviolento, líder de una banda juvenil. Para el entorno que la aplica, la técnica es depositaria de un alto valor científico porque las respuestas de rechazo a los estímulos (imágenes de violencia) pueden ser medidas en una escala, y la medida es justo aquello que otorga prestigio científico (en tanto que el psicoanálisis es refractario a la cuantificación, por lo cual no es considerado una ciencia). La premisa epistemológica es que todo lo que se puede medir y tabular es científico, mientras que aquello “inmedible” queda por fuera (premisa que es una herencia indeseada del Positivismo). Este método se usa para abortar en el sujeto violento cualquier impulso agresivo. Funciona del mismo modo que la terapia conductista de estimulación aversiva que se le aplica al alcohólico para ayudarlo a abandonar su adicción: El paciente llega a considerar repugnante el alcohol y abandona su consumo gracias al uso de fármacos como el Disulfiram, que provoca fuertes y repentinas resacas siempre que se consuma alcohol. Así, Alex aprende a rehuir cualquiera de sus conductas violentas gracias a una medicación semejante al Disulfiram, administrada repetidamente y asociándola a imágenes de violencia. Esas imágenes asociadas al malestar físico harían que abandonase el querer deleitarse con conductas violentas. Se asemeja así al método usado por algunas terapias conductistas con bulímicas, a las que se hace tragar su propio vómito, con el objetivo de que, queriendo evitar esa consecuencia tan desagradable, dejen de provocárselo.
Que la psiquiatría conductista lleva buscando el modo de deshacer la mente del individuo para volver a reconstruirla a su antojo es evidente desde sus inicios. Quienes han desarrollado los actuales métodos de tortura empleados en múltiples cárceles con el objeto de despersonalizar al sujeto y conseguir información preciada, han sido psiquiatras conductistas. Su obsesión es desarmar la mente del enfermo (terrorista, violador, antisocial, etc.) y volver a reconstruirla sobre fundamentos más civilizados. Desgraciadamente, la psiquiatría conductista solo ha demostrado éxito en la primera parte del proyecto, es decir, en destruir la mente de sus pacientes. Para modificar la conducta es necesario antes “lavar el cerebro”. El conductismo es un intento de quitar el mal de la mente, sea esta la ideología, la perversión o la locura. Parece un método menos cruel que la lobotomía, pero el principio que lo sostiene es el mismo. Podríamos decir que el objetivo del conductismo es hacer tabula rasa y meter determinados contenidos, mientras que el del análisis no es que el sujeto se deshaga del mal, sino que lo asuma y lo transforme dejando que sea el mismo individuo el que decida sobre su deseo.
Veamos la vivencia que el método produce en Alex, nuestro sujeto de la experimentación curativa de la violencia. Esta escena ocurre después de administrarle la droga diciéndole que eran vitaminas:
“Y ahora un veco de chaqueta blanca me ató la golová a una especie de apoyo, y todo el tiempo vanosa y calosa canción pop -¿Para qué es esto? pregunté. Y el veco replicó… que era para mantenerme fija la golová y obligarme a mirar la pantalla. Pero dije -yo quiero mirar la pantalla. (…) Nunca se sabe. Oh! nunca se sabe. Confíe en nosotros, amigo, es mejor así. Y entonces descubrí que me estaban atando las rucas a los brazos del sillón y las nogas a una especie de apoyapiés. (…) Pero una cosa no me gustó, y fue cuando me aplicaron broches sobre la piel de la frente, levantándome los párpados y arriba, arriba cada vez más arriba, y yo no podía cerrar los glasos por mucho que quisiera: -Tiene que ser una película realmente joroshó si tanto les preocupa que la vea… Joroshó es la palabra amigo. Una joroshó de horrores…” (Burgess, 1962).
Las escenas que se le van mostrando a Alex son una recreación superrealista de los ataques sádicos que él y su banda realizaron en sus andanzas. Esto se acompaña de una música atronadora y un malestar físico producido por la droga aversiva. Estaba, como él lo cuenta, atado y sus párpados sujetos para mantener sus ojos abiertos. Él va experimentando en esas sesiones de tortura, un rechazo a la muestra de las escenas violentas. Se lo podría definir, en lenguaje psicoanalítico, como un intento de reintroyección violenta de contenidos intolerables. Hacerle asumir el mal a la fuerza, de manera similar a la que recuperamos cuando hablamos sobre cierto tratamiento para las bulímicas donde se las obligaba a comerse su propio vómito, a reintroyectar lo que querían expulsar, que era el atracón (el mal) precedente.
¿Qué hicieron previamente Alex y su banda? La novela elige cuidadosamente los objetivos de sus ataques. En primer lugar, los viejos. Especialmente uno que porta libros de estudio. Interpreto que atacan al viejo y sus libros de estudio porque ven en él lo que el mundo adulto desea para ellos: que dejen de lado la pulsión y se sometan al conocimiento. A esto responden con total rebeldía e invirtiendo la posición del débil (“¡¿Quiénes son estos viejos para imponernos ese modelo para vivir?! Nosotros mostraremos que con la fuerza de nuestras pulsiones podemos doblegarlos, que nuestras armas son más poderosas que sus palabras”). Otras víctimas son unas señoras mayores que se dejan seducir por los buenos muchachos que les invitan el café y las transforman en cómplices y estúpidas. Luego atacan a una pareja adulta: un escritor que está escribiendo una novela (La naranja mecánica), y a su esposa a la que violan en grupo. La determinación por la maldad y la crueldad es más fuerte que el mismo autor del libro. Aparece como un acierto que el autor se haya incorporado como personaje rompiendo la distancia con la novela y mostrando que perfectamente podría ser él una víctima de alguna de esas bandas. Esto lo aleja de cualquier tipo de “buenismo” progresista que discurre sobre la bondad de los jóvenes sin haber pasado nunca por una experiencia de terror. Luego Alex y su grupo agreden a otra banda juvenil para dirimir territorios. Y la misma violencia es sufrida por los integrantes de su propia pandilla cuando quieren disputarle el liderazgo. Luego muestra una actitud totalmente despreciativa hacia -como él los llama- su “Eme” y su “Pe” (sus padres). Ataca también a dos niñas adolescentes a las que trata como tontas y, en otros episodios, demuestra su total rechazo a todos los grupos sociales que lo rodean, a los que coloca en el lugar de la estupidez que es vencida fácilmente por la crueldad. Él y su grupo están convencidos del poder del Mal. Alex parece no creer en nada, más que en su propio goce… que incluye a Beethoven por el cual siente una admiración y un amor sin límites.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Entramados vinculares y subjetividad»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Entramados vinculares y subjetividad» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Entramados vinculares y subjetividad» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.