1997 Nacimiento de Marco, hijo de Lorraine y único nieto de Maurice, del cual se ocupará mucho.
2002 3 de marzo: Edmée y Maxime Rousseau son reconocidos Guardianes de la Vida durante una ceremonia en la Municipalidad de Niort, título otorgado por la Asociación Francesa para el Homenaje de la Comunidad Judía a los Guardianes de la Vida, bajo los auspicios del Consistorio Central de Francia.
2009 10 de febrero: fallece Maurice.
Marco es el destinatario principal de su testimonio.
Mañana serán grandes…
Diálogos
La historia del convoy número 733 ya pronto dejará de ser narrada en primera persona, dado que sólo 23 hombres han sobrevivido al trágico destino que les estaba reservado a los casi 900 judíos de ese transporte que partió de Bobigny-Drancy el 15 de mayo de 1944. De esos 23 sobrevivientes, pocos deben de estar aún con vida…4 También son cada vez menos numerosos los hijos de esos 878 deportados, quienes se han dado la misión de no dejar que semejante iniquidad caiga en el olvido.
Maurice Ajzensztejn era uno de ellos. Y acaba de dejarnos.
Para honrar su memoria, le dedicamos el primer capítulo de testimonios de este libro.
Fue a través de Maurice que nos enteramos de la singular historia de aquel convoy que nunca llegó a Auschwitz. No se sabe dónde ni por qué ese tren fue escindido en dos, ni por qué 600 de los 878 deportados fueron afectados al Fuerte IX de Kaunas, en Lituania, mientras que los otros 300 fueron enviados a la cárcel de Reval, en Tallinn (Estonia).5 Los propios detenidos ignoraban que no eran más de 600 al llegar a Kaunas, puesto que uno de ellos grabó en un muro del Fuerte: “Somos 900 franceses”.
De esos 878 judíos de Francia que habían puesto sus esperanzas en el país de los derechos humanos, nadie más oyó hablar.6
***
Maurice: Mi padre se sentía francés. ¡Ay! Si no se hubiera sentido tan francés…
Había nacido en Zaklików, Polonia, al igual que su padre y su abuelo. La mayoría de los hombres de la familia se dedicaba a la compra y venta de caballos, lo cual no impedía que varios de ellos también fueran rabinos. Hasta la investigación que realizó mi primo Charles sobre nuestro apellido, pensábamos que éramos judíos de Polonia desde siempre. Pero según los diferentes archivos que Charles consultó, parece que el nombre Ajzensztejn proviene de Eisenstadt, nombre de una pequeña ciudad de Austria, y que tenemos el privilegio de llevar ese nombre desde 1723, fecha en la cual la ciudad le concedió esa prerrogativa a nuestro antepasado, el rabino Meir Ben Isak, estimado por su sabiduría tanto por judíos como por no judíos. En adelante, ese ancestro mío, quien había nacido en Lituania, fue conocido como rabino Meir Eisenstadt, y ese apellido pasó, con sus diversas variantes, a toda su descendencia.
Charles Ajenstat, que vive en París, está intentando descubrir ahora las razones por las cuales los Ajzensztejn abandonaron Austria para ir a Polonia, donde vivieron durante al menos seis generaciones, para volver a emigrar a finales del siglo xix hacia Francia unos y hacia América del Sur, Estados Unidos y Sudáfrica los demás.
Mi periplo familiar (de Polonia a Argentina, pasando por Francia y Bolivia) comienza con mi padre en 1898.
Papá fue el primero de su familia en irse de Polonia. Llegado a Francia en 1924, a los 26 años de edad, decide establecerse en Sedan, región de Ardenas. Supongo que había llegado con algo de dinero, pues muy rápidamente pudo comprar algunos lotes de mercancías y, asociándose con amigos que habían llegado a Francia al mismo tiempo que él, comenzó a vender en las ferias ambulantes de la región.
Hélène: ¿Sabes por qué tu padre eligió establecerse en Sedan?
Maurice: Porque, de las veinte familias judías que estaban allí radicadas, varias eran oriundas de Zaklików.7
Aparentemente, los judíos se sentían a gusto en Sedan, puesto que tras la Liberación, varios sobrevivientes regresaron a la ciudad, el padre de Charles, Jankiel Ajzensztadt, y su familia, entre otros.
A finales de 1929 y luego de trabajar en las ferias de los alrededores durante cuatro años, papá estableció su negocio en la ciudad bajo el nombre Bonneterie Troyenne. Su negocio funcionó bien desde el inicio y unos meses después, considerando que estaba en condiciones de fundar una familia, hizo venir a Frajda, la muchacha a quien le había prometido matrimonio cinco años antes. Se casaron en Sedan e instalaron su vivienda en el número 5 de la rue de l’Horloge, arriba de la tienda de papá. Fue allí donde nacimos mi hermano y yo: Bernard en 1932 y yo en 1938.
En 1938, cuando nací, hacía catorce años que mi padre vivía en Sedan. Le había ido bien en la vida; era propietario de su tienda y de un stock de mercancías bastante considerable, valuado en 100.000 francos de aquella época. Su última adquisición: ¡un coche de tracción delantera! Tenía una linda familia, muchos amigos. En Sedan, se sentía en su casa, estaba feliz de haber hecho esa elección: Francia era su país.
Orden de evacuación: es preciso abandonar Sedan
Pero estalla la guerra.
Los alemanes invaden Francia.
En mayo de 1940, dado que por su cercanía con la frontera alemana la región iba a ser la primera en sufrir las consecuencias de la invasión, los habitantes de Sedan reciben la orden de abandonar la ciudad y refugiarse en la región del sudoeste. Mi padre escoge ir a Niort, en el departamento de Deux-Sèvres, mientras que su primo hermano, Jankiel, se dirige con su familia hacia Les Sables-d’Olonne.
Cabe aclarar que la orden de evacuación de las poblaciones de la comarca concernía a todo el mundo, judíos y no judíos, y que los refugiados no tenían la opción de ir adonde quisieran. A cada prefectura le correspondía un lugar de repliegue bien preciso; para Sedan era el sudoeste, pero nunca supe por qué una parte de la familia había elegido la ciudad de Niort y la otra, Les Sables-d’Olonne. Aquellos que esperaban instalarse en alguna ciudad costera, como mis tíos, tuvieron la desagradable sorpresa de descubrir que una franja de 30 kilómetros de ancho, a lo largo de toda la costa francesa, les estaba vedada; por ende, fueron forzados a irse apenas veinticuatro horas después de haber llegado.8
Tan pronto como se enteran de que habrá que irse de Sedan, mis padres se apresuran en reunir las alhajas de mi madre, así como todo el dinero del que disponen. Esconden todo en el auto, encima apilan toda la mercancía posible y así emprendemos el camino del Éxodo mi padre, mi madre, mi hermano y yo. ¡Diez millones de civiles que se lanzan al mismo tiempo sobre las rutas de Francia!
El viaje duró más de dos días. Me acuerdo de las paradas obligadas para “hacer al aire libre” o para comer, sentados en el pasto, al lado del coche. Tenía cuatro años. En una de nuestras paradas recuerdo haberme quedado solo en el auto un momento, haber aprovechado esta suerte para soltar el freno de mano y… morirme de miedo al verme solo en un vehículo que comenzaba a andar por un sendero en pendiente. Por suerte, mi padre corría rápido; pudo salvar la situación a tiempo.
[Mielich (Michel en francés) Ajzensztejn y su mujer Frajda, de soltera Kipersztock,9 así como sus dos hijos, Bernard y Maurice, figuran como refugiados del departamento de Ardenas recibidos en 1940 en el departamento de Deux-Sèvres.10]
Maurice: Niort era una pequeña ciudad agradable, y sus habitantes eran por demás acogedores. Cuando llegamos, nos sentimos cómodos enseguida, en particular, mi padre.
Menos de un mes después del inicio del Éxodo, como la situación parecía haberse calmado, la mayoría de los franceses volvieron a tomar la ruta, esta vez en sentido inverso. Papá, en cambio, optó por quedarse en Niort, sin saber que unas semanas más tarde Francia sería dividida en zona “libre” y zona ocupada, y que Niort (y el departamento de Deux-Sèvres) quedaría en esta última. Tenía su auto, un poco de mercancía, hacía algunas changas y sus ahorros le permitían no preocuparse demasiado. Así que comenzamos una nueva vida en Niort, donde éramos “uno del montón”.
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