Las autoridades de París presentaron entonces otra alternativa al problema de la falta de trabajo para quienes llegaban por fuera del programa de la jca: desarrollar actividades artesanales en las pequeñas ciudades de los alrededores de las colonias. Asimismo, y siempre para paliar la carencia de empleo, las autoridades de la asociación propusieron a las cooperativas que alentaran la industria de derivados de la agricultura, tales como la curtiembre, la producción de aceites o de arpillera.
Si la jca intentó, de este modo, dar trabajo a los inmigrantes cuya meta no era quedarse en las colonias sino establecerse en una u otra de las grandes ciudades argentinas, ciertamente fue por solidaridad, pero también porque temía que, sin ayuda comunitaria, esas personas se transformaran en un proletariado urbano revolucionario que suscitara críticas por parte de las autoridades del país.
Los medios de subsistencia brindados por la jca siguieron siendo insuficientes y terminaron provocando el éxodo de la mayoría de esos inmigrantes, aumentando así la cantidad de gente deseosa de instalarse en las ciudades.
Como afirma Haim Avni, la enorme capacidad financiera de la jca, cuyas iniciativas estuvieron marcadas por una prudencia demasiado puntillosa y una economía demasiado estricta, lamentablemente no fue utilizada como habría podido o debido serlo en pos de absorber una mayor inmigración judía.
La inmigración urbana
Primera etapa: el período preindustrial (1895-1913)15
Si los inicios de la inmigración judía en Argentina fueron dificultosos para los inmigrantes rurales, lo fueron aún más, como lo acabamos de ver, para los inmigrantes urbanos, y muchos de ellos decidieron volver a su hogar en Europa. Ya en 1896, año de la muerte del barón Hirsch, comenzó a producirse un considerable éxodo de inmigrantes decepcionados. Ese éxodo continuó durante los dos años siguientes y generó en Europa múltiples críticas sobre las duras condiciones de vida que esperaban a los judíos cuando llegaban a Argentina.
La jca, que por otra parte había recibido numerosos reclamos de parte de las instituciones europeas por no haber prestado el apoyo que se esperaba de ella a los judíos de Rumania, firmó, en 1900, un acuerdo con la Ezrah, organismo de ayuda social, fundado poco tiempo antes,16 por el cual, a cambio de su apoyo financiero, la Ezrah se comprometía a ayudar a esas personas y a encontrarles trabajo.
En 1901, con el agravamiento de la situación de los judíos de Rusia, la política de la jca se flexibilizó aún más. La actividad colonizadora de Argentina se reanudó y en 1904 llegaron más de 4.500 judíos.
En adelante, la jca iba a mostrarse dispuesta a ayudar económicamente a todos los inmigrantes judíos, incluso a aquellos que no tuvieran la intención de establecerse en las colonias. Con una condición, sin embargo: que los organismos de ayuda se encargaran de recibir a los recién llegados y realizaran su seguimiento y que no se supiera de dónde provenían los fondos destinados a tal asistencia.
Fue con esa intención que en 1905 un grupo de miembros de la Congregación Israelita y de la Asociación Ezrah creó la Shomer Israel, Sociedad Protectora de los Inmigrantes Israelitas, con el objetivo de velar por la continuidad del apoyo a los inmigrantes. La bolsa de trabajo de la Shomer ayudó a varias centenas de personas a conseguir empleo, cosa relativamente sencilla en aquel entonces, pues Argentina, entretanto, se había convertido en un país con fuerte demanda de mano de obra en todas las ramas de la economía.
Al cabo de dos años, la Shomer Israel, una obra fundamentalmente filantrópica, apoyada en parte por la jca y en parte por más de doscientos miembros benefactores, dejó de funcionar. De allí en adelante, los recién llegados sólo podrían recurrir al asesoramiento y a los servicios de oficinas privadas.
La cantidad de inmigrantes urbanos que anualmente desembarcaron en el puerto de Buenos Aires entre 1904 y 1914 fue fluctuando; por un lado, en función de la situación en Europa y, por otro, en función de las dificultades que se presentaban en los demás países receptores. Pero también, y así como había sucedido con los inmigrantes rurales, según el estímulo que recibían por parte de parientes y amigos ya radicados en Argentina.
El proletariado judío en Argentina y los organismos de apoyo
Los numerosos obstáculos que los inmigrantes debieron enfrentar en sus primeros años en Argentina acentuaron la fuerte conciencia de clase que muchos de ellos traían. En 1905, Buenos Aires ya había visto nacer esbozos de organizaciones proletarias judías. Socialistas y sionistas primero; anarquistas y bundistas después.17 Esas agrupaciones fracasaron en sus primeras tentativas de creación de sindicatos judíos, pero la actividad cultural que desarrollaron permitió a los recién llegados sentirse rodeados de una atmósfera de camaradería.
La Unión Obrera Israelita, creada en 1896, primera organización judía argentina netamente orientada hacia la ayuda al proletariado urbano, obtuvo en 1906 una subvención que la jca le concedió a condición de que los inmigrantes que se beneficiaran de ella se instalaran en las ciudades del interior. De esa manera, la jca intentaba evitar, una vez más, que grupos proletarios importantes se concentrasen en un mismo sitio. Poco tiempo después, la Unión Obrera Israelita reorientó sus esfuerzos hacia la ayuda médica a los inmigrantes bajo el nombre de Bikur Holim.18 La Unión Obrera sería luego reemplazada, en 1909, por la Unión General de Trabajadores Judíos, la cual se dio por misión transmitir a los candidatos a la emigración en Europa información fiable sobre la situación en Argentina.
Los inmigrantes sefardíes
Contrariamente a lo que pasó en el seno de la comunidad asquenazí, ningún organismo sefardí se creó durante esta primera etapa de inmigración judía a Argentina para proporcionar asesoramiento y atención a los inmigrantes provenientes de la cuenca mediterránea. Si el acostumbramiento al país fue sencillo para aquellos sefardíes de Marruecos, Turquía y Grecia que se incorporaron a las colonias agrícolas como docentes, tal no fue el caso para los demás inmigrantes judíos de Medio Oriente, a pesar de la similitud entre el español hablado en Argentina y el judeoespañol suyo.19
Protección y defensa de los candidatos a la emigración
A partir de 1911, la necesidad de huir de Europa oriental se hace cada día más imperiosa para cientos de miles de judíos, y las voces que reclaman una organización internacional de protección y defensa de los emigrantes —presas fáciles para individuos sin escrúpulos— son cada vez más numerosas.
Falsos pasajes de barco, engaños en cuanto al tipo de cambio y otros fraudes preocupaban a las autoridades de la jca, tanto del comité central de San Petersburgo como de la oficina de París, que terminaron proponiendo a sus corresponsales de Buenos Aires que fomentaran la creación de un comité de defensa de los inmigrantes. La jca aceptó el pedido, comprometiéndose a pagar los gastos de organización de ese futuro organismo que se encargaría de las transferencias de fondos, así como de la compra de pasajes, puesto que la asociación estaba en condiciones de negociar importantes reducciones ante las compañías de transporte. El comité de defensa debía luego hacerse cargo de orientar a los inmigrantes hacia los empleos que se les ofrecían, no sólo en Buenos Aires, sino también en las ciudades del interior.
Esta propuesta, que por fin tomaba en cuenta todas las necesidades de los inmigrantes, desde la compra del pasaje hasta el conseguir empleo una vez llegado a Argentina, fue aceptada por unanimidad, pero el proyectado comité sorprendentemente jamás salió a la luz y unos meses más tarde la oficina de París decretó una severa reducción de las ayudas económicas que ella misma había calculado y prometido.
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