I. Algunas puntuaciones sobre la “sexualidad en el siglo XXI”
En el libro Mariposas libres (3) publicado este año por la mamá de Lulú, una niña trans , la letra “x” reemplaza a la “a” o a la “o” y hasta a la e, ya que al género de las palabras allí escritas se refiera a masculino o femenino, porque no hay un grafismo en la escritura de la lengua española que represente la posibilidad de otro género más que esos dos.
En Mendoza, es de reciente aceptación legal el uso en el DNI de sólo una línea (“_”), en lugar de “H”, por hombre o “M”, por mujer, gracias al caso Caro Gero, que planteó que es de los dos sexos, es decir, “todo”. (4)
Hoy, quién sabe qué es un hombre o una mujer en una época de trastorno de género generalizado. En una pareja unisex, cómo estar seguro que el otro es del mismo sexo. Esta es la pregunta queer que plantea que la categoría de sexo está construida socialmente. (5)
Veamos la época desde cuatro rasgos, según postula F. Ansermet: (6)
1. El vértigo: es la idea del salto al vacío, es angustia y a la vez fascina. Vértigo en tres dimensiones: 1. por el origen, 2. frente a la diferencia de los sexos y 3. al devenir: a la diferencia en las generaciones.
2. La realización de los fantasmas: la biotecnología puede hacer realidad un fantasma: la posibilidad de fabricar vida totalmente artificial.
3. La biopolítica en el discurso estandarizado del ”todos iguales” en la clínica transgénero de los adolescentes, donde el discurso colectivo se superpone a lo íntimo, a lo singular y,
4. prevalencia del pasaje al acto, como acto de pasaje, como un acto que funda un origen: un nuevo cuerpo, una identidad, una sexualidad, una nueva filiación: ¿la hermandad trans ?
Época contemporánea que es la de nuestra “sexualidad en el siglo XXI”.
II. La palabra “elección”
1. En griego, la palabra “herético” procede del vocablo griego aíresis , “elección”. Es herético quien elige, y sobre todo quien lo hace sin los condicionamientos supuestos por la tradición. (7)
2. “Elegir” proviene del latín: eligo , “extraer, sacar una parte”. (8)
3. Choisir , elegir en francés, proviene del gótico “gustar”. (9)
Podríamos decir que “elegir” se encuentra con el gusto, en lo que se deja o se extrae por fuera de los con-dicionamientos del Otro. También que la elección no es sin relación con la respuesta, es decir la responsabilidad en juego del que elige y sin relación con el acto: las consecuencias del mismo, ambas vías estarán también, intrínsecamente involucradas, y las encontraremos en algunos de los trabajos presentados.
¿Dijimos elección?
a. ¿Qué sucede desde la biología? No hay más opción, se nace nena o varón.
Hay una determinación respecto de los órganos de la reproducción como femenino o masculino; sin embargo, a veces, no se puede decidir a simple vista, la naturaleza no es siempre determinante en este tema pues hay los indeterminados, los intersexuados que a la vez generan un problema jurídico, el de la inscripción legal del bebé, situación que activa la participación de la ciencia y la tecnología a fin de permitir su definición, para así resolver la atribución del sexo –como dijimos–, masculino o femenino, y poder lograr su identidad civil.
Se abre hoy también la dimensión del uso del cuerpo biológico de una persona trans cuando quiera ser madre, que genera que un hombre trans pueda ser madre, como dice la mamá de Lulú: (10) “Ella va a poder cumplir su sueño de los cuatro años de ser mamá”, será ¿ser como la mamá? ¿O se referirá a lo real del parto? Preguntas desplegadas y algunas respuestas que podrán escuchar en las mesas de trabajo que siguen, y también situar estas dificultades gracias a la Dra. Vilte del Registro Civil de la provincia.
b. ¿Y en lo subjetivo?
Aún en los casos en que la biología determine sin ambigüedades los órganos… la subjetividad no necesariamente acuerda con ella,
Fue en EE.UU., en 1950, que J. Money inició su investigación a partir de pacientes intersexuados llamados hermafroditas, y en 1955 lanzó la noción de género y luego de rol de género, como un sistema psicologizante a partir del cual se ha llegado a una “clínica del trastorno de la identidad de género”. En 1966 amplió estos estudios a niños nacidos sin anormalidad biológica, pero que mostraban signos de incongruencia de rol de género (llamados sissy boys ). De estos estudios, para él, cuando hay ambigüedad de los padres sobre la asignación de género, incluso cuando los genitales no sean ambiguos, se desarrollará un núcleo de ambigüedad de género, y cuando esta ambigüedad termina se establece el núcleo estable en la identidad de género. Concluyó entonces que la identidad de género estaba determinada por las fuerzas psicológicas posnatales, publicando el término “identidad de género” en 1966, para establecer esta nueva clínica para transexuales (11).
El sexo biológico en el siglo XIX se transforma en género en el XX, y será el discurso del Otro; deseo y goce del Otro como determinantes. Sin embargo, desde el psicoanálisis podemos hacer dos objeciones a lo anterior:
La pulsión concebida por Freud (1914) como expresión de la sexualidad humana, fundamentalmente acéfala, asexuada, se presenta como un concepto ambiguo inasimilable, inestable, al sistema del pensamiento psicologizante tal como lo expresa Lacan, (12) ya que la pulsión agujerea como satisfacción singular, propia de cada sujeto dicho sistema quedando por fuera de él.
¿Qué lugar queda para la elección en lo subjetivo?
El descubrimiento de Freud del inconsciente, es la muestra de que se elige y se rechaza al mismo tiempo algo, de un gozar y sufrir de lo mismo. Es el sujeto del inconsciente en el síntoma histérico por ejemplo. Freud lo circunscribe en su trabajo “La sexualidad en la etiología de la neurosis”, de 1898, y lo reitera al final de su obra en “Escisión del yo en los procesos de defensa”, donde propone una elección desde el sujeto del inconsciente que determinará su destino en una estructura: neurosis, psicosis, perversión, es decir, una organización defensiva a partir de la cual el sujeto dispondrá o no de los recursos que le permitirán ubicarse en una posición sexuada desde donde dirigirse al Otro sexo.
La elección propuesta por Freud es constitutiva de lo subjetivo, anterior y necesaria a la estructuración subjetiva para la definición sexual. Elección planteada por Freud en la primera infancia, de donde en la neurosis, en términos de elección, es un no elegir, el sujeto conserva la satisfacción y la restricción permitiendo ambas satisfacciones, al precio de sus síntomas, la histeria o la neurosis obsesiva, que no es lo mismo que decir, posicionarse como una mujer o como hombre respectivamente. En las psicosis: alucinaciones, delirios, fragmentación corporal, el sujeto del inconsciente eligió el rechazo del Otro, la libido queda en el yo, no es posible dirigirla al Otro, no le es posible el lazo, se encuentra fuera de discurso y de la posibilidad de ubicarse como hombre o como mujer respecto de su goce. O en la perversión, fundamentalmente en el fetichista, en la que no hay más que la fijación libidinal, la repetición de una escena fantasmática siempre la misma en la que el objeto es no humano, aunque lleve sus marcas. Prescinde aquí no sólo de su posición sexuada sino hasta del cuerpo del otro.
Encontramos así que la anatomía no es destino para todos, aunque importe, y que sólo en la neurosis existiría la posible diferencia sexual, la posibilidad de dar una significación a la satisfacción que se siente en el cuerpo, Freud la llamó significación fálica, que exige una necesaria articulación a la ley, ley que remite al amor al padre, a la palabra, al lenguaje, que introduce la castración del goce elevando el órgano a una función, la función del falo.
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