Nota 19. Infravaloré en su día a los posesores de tierras en el norte de China durante el período anterior al Sung. Ver F. Bray, Agricultura = J. Needham, Science and Civilisation in China , VI, 2, Cambridge, 1984, pp. 587-615, esp. pp. 591-597. Creo, no obstante, que fundamentalmente mis argumentos siguen siendo válidos.
Nota 25. Sobre los árabes en Irak, ver M. G. Moroni, Irak after the Muslim Conquest , Princeton, 1984, esp. pp. 99-124.
Nota 26. Un análisis importante de la iqta cy de la posesión de tierras en general, centrado en el Irán selyúcida y post-selyúcida, es el de A. K. S. Lambton, Continuity and Change in Medieval Persia , Nueva York, 1988, pp. 97-157.
Nota 37. Un estudio más reciente sobre la economía otomana es el de H. Berktay y S. Faroqhi (eds.), New Approaches to State and Peasant in Ottoman History , Londres, 1992 = Journal of Peasant Studies , XVIII, pp. 3-4, y las referencias citadas en este trabajo, especialmente las monografías de S. Faroqhi y B. McGowan.
Nota 40. Sobre la evolución del comercio asiático, ver J. L. Abu-Lughod, Before European Hegemony. The World System A. D. 1250-1350 , Oxford, 1989; K. N. Chaudhuri, Trade and Civilisation in the Indian Ocean , Cambridge, 1985.
Traducción de Félix Retamero
*Agradezco a Paulo Farias, a Rodney Hilton, a Stephanie White y especialmente a Joanne de Groot la lectura y los comentarios del borrador de este artículo. También agradezco a Anthony Bryer, Michael Cook, Mark Elvin, John Haldon, Martin Hinds y Sam Lieu las reflexiones y las referencias bibliográficas.
1 H. Mukhia, «Was there feudalism in Indian History?», Journal of Peasant Studies , VIII, 1981, pp. 273-310; P. Anderson, Lineages of the Absolutist State , Londres, 1974 ( El estado absolutista , Siglo XXI, Madrid, 2002). Sobre el Imperio y sus problemas, ver el capítulo «La otra transición» en este mismo volumen.
2 I. Habib, «Economic history of the Delhi sultanate», Indian Historical Review , IV, 1978, pp. 287-303, esp. p. 298; G. Lewin, Die ersten fünfzig Jahre der Song-Dynastie in China , Berlín, 1973, pp. 260-262, con un apéndice en inglés.
3 M. Rodinson, Islam and Capitalism , Londres, 1974, pp. 58-68 ( Islam y capitalismo , Siglo XXI, Madrid, 1973). Algunos investigadores soviéticos eran proclives a aceptar estas formulaciones. Ver algunos comentarios al respecto en Soviet Studies in History , IV, 4, 1966. S. P. Dunn, en The Fall and Rise of the Asiatic Mode of Production , Londres, 1982, esp. pp. 81-84, las ha contextualizado y ratificado. Poca gente ha afrontado el problema de la articulación de modos. Pueden encontrarse buenos ejemplos (y contrastados) en H. Islamoğlu y C. Keyder, «Agenda for Ottoman history», Review , I, 1, 1977, pp. 37-55, y en R. Milton, «Towns in English feudal society», Review , III, 1, 1979, pp. 3-20.
4 Sobre las variantes lógicas económicas: ver, por ejemplo, el análisis sustantivista de M. Sahlins, Stone Age Economics , Londres, 1974 ( Economía de la Edad de Piedra , Akal Universitaria, Madrid, 1977); M. Godelier, Rationality and Irrationality in Economics , Londres, 1972, pp. 303-18 ( Racionalidad e irracionalidad en economía , Siglo XXI, Madrid, 1967), o el tratamiento central en W. Kula, An Economic Theory of the Feudal System , Londres, 1976 ( Teoría económica del sistema feudal , Siglo XXI, Madrid, 1976, 2.ª ed.). Sobre los modos sin explotación: que yo sepa, no existen categorizaciones completamente coherentes, a pesar del abundante tratamiento de aspectos parciales (nótese que el nomadismo no implica necesariamente que no haya explotación: ver la nota 9). Algunos útiles comentarios generales sobre la definición de los modos se pueden encontrar en la introducción de E. Hobsbawm a K. Marx, Pre-Capitalist Economic Formations , Londres, 1964 ( Formaciones económicas precapitalistas , Ed. Crítica, Barcelona, 1979). Recalco la cuestión de las relaciones sociales de producción, a diferencia, por ejemplo, de G. A. Cohen, Karl Marx’s Theory. A Defence , Oxford, 1978, pp. 134-174 ( La Teoría de la historia de Marx: una Defensa , Siglo XXI, Madrid, 1986). Las fuerzas productivas pueden ser bastante más variadas, pero hay, por supuesto, un condicionamiento mutuo y una interrelación entre ellas: ver p. 185 y siguientes. Para un planteamiento lapidario de la postura que defiendo, ver K. Marx, Capital , Londres, 1971, III, pp. 791-792.
5 B. Hindess y P. Q. Hirst, Pre-Capitalist Modes of Production , Londres, 1975 ( Los modos de producción precapitalistas , Península, Barcelona, 1979). Ver las útiles críticas de A. Carandini, Archeologia e cultura materiale , 2.ª ed., Bari, 1979, pp. 354-375 ( Arqueología y cultura material , Mitre, Barcelona, 1984); S. Cook, Journal of Peasant Studies , IV-4, 1976-7, pp. 360-389; T. Asad y H. Wolpe, Economy and Society , V, 1976, pp. 470-506. Su teoría del conocimiento es particularmente inaceptable para los historiadores. Casi resulta reconfortante pensar cómo debe irritarles la utilización que otros y yo hacemos de sus modelos.
6 Hindess y Hirst, Pre-Capitalis Modes of Production , pp. 221-255 (vale la pena notar que ambos tratan sobre la renta de manera extensa, pero excluyen explícitamente aquello que define al modo feudal –pp. 254-255). Mukhia, «Was there feudalism in Indian history?», pp. 273-280. Mukhia ha sido criticado por sus definiciones y éste las ha defendido en Compte rendu des scéances de la société du féodalisme , III-IV, 1979-80, pp. 59-60. La renta capitalista es diferente, por supuesto, ya que está determinada por el mercado. Cada vez más campesinos de todo el mundo van entrando en este sector. Ver el relato clásico en Marx, Capital , III, pp. 614-639 y 782-813.
7 Anderson, Lineages of the Absolutis State , pp. 401-431. Este punto de vista es criticado por P. Q. Hirst, «The uniqueness of the West», Economy and Society , IV, 1975, pp. 446-475, esp. p. 462. Para la cuestión del feudalismo como feudos, etc., ver especialmente «Islamic feudalism», citado más adelante, notas 26, 39.
8 Anderson, Lineages of the Absolutist State , pp. 421, 428-429 (y 348-360); Hindess y Hirst, Pre-Capitalist Modes of Production , pp. 13-15. Ver, sin embargo, la reseña de Asad y Wolpe en Economy and Society , v, 1976, pp. 501-505.
9 Ver algunos tratamientos recientes de la cuestión en la revista Iranian Studies . Empíricamente, A. K. S. Lambton, Landlord and Peasant in Persia , 2.ª ed., Oxford, 1969, pp. 140-144, 157-164, 283-294, es el punto de partida, junto con una considerable literatura antropológica. T. Asad, «Equality in nomadic social systmes? Notes towards the dissolution of an anthropological category», en Pastoral Production and Society , Cambridge, 1979, pp. 419-428, ataca el concepto del modo nómada como categoría independiente de manera bastante efectiva. Sobre los nómadas como conquistadores, ver el resumen y las referencias de P. Crone, Slaves on Horses , Cambridge, 1980, pp. 18-26, 215-223, y las advertencias contra el exceso de entusiasmo en la utilización de Ibn Khaldun en T. Asad, «Ideology, class, and the origin of the Islamic state», Economy and Society , IX, 1980, pp. 450-473, esp. pp. 456 y ss.
10 Su lógica económica es tratada de manera más explícita en Kula, An Economic Theory of the Feudal System , si bien algunas partes de su estudio están específicamente dedicadas al feudalismo polaco. Se puede encontrar una caracterización práctica en G. Bois, Crise du féodalisme , París, 1976, pp. 351-356.
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