El contenido de este libro no se limita a la presentación de la técnica de la caja de arena, es la entrega generosa de los testimonios de profesionales en formación y el impacto de esta en su trabajo como traumaterapeuta. A esto se suma el valor testimonial del trabajo de dos formadores de la diplomatura y la relevancia de un ambiente seguro que permita a los profesionales en formación sentirse bien tratados y reconocidos en el ámbito personal y en todas las actividades propuestas. Nuestro modelo no economiza en halagos, y por eso este prólogo nos ofrece una oportunidad para expresar nuestra admiración, reconocimiento y gratitud a todos los protagonistas que hicieron posible la existencia de este libro. Celebramos la iniciativa de este grupo de profesionales en formación que aceptó entregar parte de sus historias personales, basadas en las clases sobre la caja de arena, para sensibilizar a otros sobre la importancia que tiene el trabajo personal para los que se dedican a proporcionar ayuda terapéutica.
Los diferentes testimonios muestran la valentía y el rigor de profesionales en formación, que, con el apoyo del grupo, exploran en sus cajas de arena sus emociones, sentimientos y representaciones ampliando su autoconocimiento, al mismo tiempo que se ejercitan en la técnica para integrarla y ofrecerla en sus trabajos como terapeutas.
Sus testimonios muestran el impacto de una técnica, pero sobre todo la importancia del acompañamiento de personas a otras personas, en el reconocimiento de sus capacidades conscientes o inconscientes que les han permitido superar el daño de sus experiencias traumáticas. Este reconocimiento es un insumo fundamental para que los participantes se reconozcan como afectados y se otorguen el derecho de disfrutar de las fuentes de bienestar y reparación que sus conexiones sociales les ofrecen.
Este libro, como asegura uno de sus coautores, muestra el valor terapéutico de una técnica, la caja de arena, pero en todo momento está presente la necesidad de integrarla con otras en un proceso terapéutico. Este enunciado es un antídoto al mercantilismo engañoso que ofrecen ciertas técnicas de resultados dudosos.
Hay muchos elementos novedosos y creativos en las páginas de este libro; estamos seguros de que los lectores sentirán, mientras se adentran en su contenido, la misma admiración e igual placer que nosotros, los prologuistas, hemos experimentado. Este módulo formativo sobre la técnica terapéutica de la caja de arena es una oportunidad para que los participantes se apropien y aprendan a usarla, pero también una invitación a emprender un viaje para explorar sus historias de vida; por lo tanto, una forma eficaz y respetuosa de ofrecer la oportunidad de un trabajo personal en el marco de una formación. En este libro, los lectores podrán constatar cómo se cumplen, en la enseñanza de una técnica concreta, los objetivos enunciados en las finalidades de la diplomatura. Los participantes acceden a los fundamentos teóricos de la técnica y realizan un ejercicio práctico para aprender a aplicarla, a lo que se suma el trabajo personal sobre sí mismo y sobre las historias de vida de cada participante. En los testimonios, todos reconocen el impacto terapéutico que tuvo para todos ellos.
El libro es un compendio de la metodología de la diplomatura. José Luis, con la generosidad y rigurosidad que lo caracteriza, entrega un resumen de las bases históricas, clínicas, científicas y prácticas de la técnica, como un instrumento terapéutico, lo que está extensamente explicado en sus dos libros anteriores: Construyendo puentes. La técnica de la caja de arena (2013) y La armonía relacional. Aplicaciones de la caja de arena a la traumaterapia (2017).
El impacto terapéutico para los participantes en esta diplomatura está ampliamente ilustrado por quienes relatan sus experiencias, por lo que son, junto con José Luis, Tatiana y Nerea, coautores de esta obra. A estos testimonios se suman los de dos profesionales que experimentaron los beneficios de la técnica en dos de los tantos talleres impartidos por José Luis y quienes relatan su vivencia transcurrida hace algunos años. Nos muestran que lo que experimentaron en ese taller sigue presente como fuente de bienestar en sus vidas y también en la práctica de la psicoterapia.
Lo experimentado por este grupo de profesionales al realizar sus cajas como «pacientes» y «facilitadores» para acompañar a un compañero de promoción muestra el valor de esta técnica como instrumento para recuperar las experiencias de cada uno, desde lo recursivo y creativo de su cerebro y su sistema nervioso para adaptarse a contextos de sufrimiento y, en otros casos, a contextos que generaron traumas siendo niños, adolescentes o en su vida adulta. En los diferentes testimonios queda en evidencia la utilidad de la técnica para facilitar la integración en la memoria de experiencias vividas que en su momento no fueron simbolizadas por las áreas cerebrales, ya sea porque ocurrieron en un periodo en que su cerebro no estaba desarrollado o por la intensidad amenazante de los contenidos traumáticos. La caja de arena es un abordaje integral de las experiencias personales de los participantes, porque no solo toma en cuenta la palabra, sino también los aspectos emocionales, cinestésicos y sensoriales de los recuerdos de las experiencias codificadas en la memoria. En otras palabras, permite «al cuerpo que lleva la cuenta» (Van der Kolk, 2015) encontrar otra vía para expresarse.
El trabajo con la técnica de la caja de arena permitió a los alumnos no solo conectar con aspectos de lo que les ocurrió en sus historias de vida, sino también con los efectos de estas experiencias y con cómo habían sido o no integradas en su historia.
Por todo esto, esta obra es una excelente contribución para explicar por qué uno de los pilares de nuestro programa de formación es el trabajo personal de los futuros terapeutas, y mostrar que esta actividad no solo es necesaria, sino también posible.
Los caminos para hacerlo pueden ser diversos, lo específico de este libro es que los autores, con la ilustración de las experiencias vividas por los profesionales en formación en traumaterapia, muestran de una manera magistral cómo la enseñanza de la técnica de la caja de arena cumple con esa finalidad. A través de su contenido, existen argumentos suficientes para que se incorporen trabajos de este tipo en los procesos formativos de los profesionales de la salud mental infanto-juvenil, de la educación y la intervención social, porque es un instrumento que contribuye a que los terapeutas sean mejores personas y, por lo tanto, mejores profesionales.
José Luis comenta de una manera rigurosa y magistral los testimonios de cada participante del grupo; en cada ilustración establece puentes sobre lo vivenciado por cada alumno, la técnica y los objetivos de la caja de arena y el impacto terapéutico que tuvo para ellos. Cada comentario es una ilustración de la sabiduría clínica y científica del autor, la lectura de esos comentarios no deja ninguna duda sobre la utilidad de la técnica de la caja de arena, para permitir a cada traumaterapeuta en formación un trabajo personal que garantice el apego o conexión social, la empatía y la mentalización terapéutica en las relaciones que establecerán con sus pacientes.
En los comentarios también se resalta que el principal recurso reparador del daño traumático provocado por otros, sobre todo cuando se trata de una persona significativa, es aquel capaz de ofrecer una relación interpersonal reparadora, lo que la convierte en terapéutica; por esto mismo, el hecho de realizar un trabajo de la propia historia del terapeuta aumenta en este sus capacidades de conexión social de empatía y de mentalización, protegiéndolo de la tentación de transformarse en un tecnócrata, omnipotente y desconectado de la vivencia del paciente.
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