Dicho esto, antes de que los pacientes creen su escena en el interior de la caja, conviene que se familiaricen con los materiales. Que vean y toquen las figuras y jugueteen con la arena 3 entre los dedos. Esto produce una experiencia sensorial y cinestésica que los relaja, los emplaza al presente y los dispone favorablemente para que puedan conectar con su interior. Todos estos elementos de tacto y movimiento con la arena son importantes para personas que han sufrido traumas, pues les provee de una sensación de presencia en el «aquí y el ahora» del espacio de la terapia y con el terapeuta a su lado (los pacientes deben sentir que están en una estancia y con una persona seguras).
Tras comunicar a los pacientes las consignas (las recordamos: tienen total libertad de crear lo que deseen en la arena, es necesario guardar silencio y no hay nada que deban saber hacer, no existe la posibilidad de equivocarse), se les anima a que «sus manos hablen» y que permitan que las figuritas «los elijan» a ellos, sin pensar demasiado, «dejándose llevar». Les aclaramos que los profesionales somos facilitadores, no expertos, así como que no existe juicio alguno; es una experiencia completamente diferente a otras que hayan podido vivir; a partir de aquí, comienza la fase de creación de la caja de arena.
Durante la fase de creación de la caja, los clientes guardan silencio. Algunos pueden necesitar hablar en voz alta, si lo que verbalizan tiene relación con lo que están representando en la arena. En este caso, puede permitirse la verbalización.
El terapeuta se mantiene completamente presente , atento e involucrado en el proceso, actuando como un facilitador. Si el profesional no dispone en la estantería de determinadas miniaturas que los pacientes pueden precisar para construir su caja, se les ofrece un cestillo con materiales diversos (plastilina, lana, papel, pinturas…) para que construyan lo que necesiten, y se les presta ayuda para fabricarlo.
El terapeuta se coloca a una distancia de los pacientes que les permita gozar de suficiente espacio para que miniaturicen su mundo en la arena con comodidad. Conviene preguntar a los clientes si se sienten cómodos a esa distancia. A las víctimas de malos tratos les da seguridad este tipo de consideraciones, pues se sienten vistos y respetados.
El profesional puede apuntar y tomar notas durante esta fase, pero en las siguientes es mejor dejar el cuaderno y el bolígrafo encima de la mesa y centrarse en los pacientes. Si se necesita, se puede grabar la sesión en vídeo, previa firma de un consentimiento informado por parte de estos 4 .
2.3 Fase de contemplación
En la fase de contemplación, una vez que las personas han creado la escena, es fundamental dedicar todo el tiempo que estas necesiten para que caminen despacio alrededor de la caja y observen, desde diferentes ángulos, lo que han construido. El terapeuta también mira en silencio y contempla la escena con atención plena. Esta fase es muy importante, porque, si bien la anterior está principalmente gobernada por el hemisferio derecho del cerebro (se produce una «disociación benigna» [Benito y Gonzalo, 2017] de manera natural y sin que el constructor de la escena en la caja realmente lo busque, es el propio cerebro quien lo hace, pues se activa el «pensamiento en imágenes» [Rae, 2013]), en esta segunda etapa contemplativa se produce progresivamente un diálogo entre el hemisferio derecho y el izquierdo a través del cuerpo calloso 5 . El hemisferio izquierdo, verbal y contador de historias, busca un sentido a lo que el derecho ha construido y es confrontado por este. En este momento, se pueden producir insights 6 , y algunos pacientes pueden tomar conciencia de que se les revelan aspectos del self disociados que no habían imaginado que emergerían a su conciencia. Si el terapeuta transmite seguridad, el paciente podrá regularse emocionalmente y aceptar de manera progresiva lo revelado en su caja de arena. Es posible, además, que, al contemplar la imagen, algunos clientes conecten con recuerdos traumáticos de su biografía que se activan al visualizar la escena de la caja. Pueden ser pacientes que han sufrido un trauma temprano y crónico de naturaleza compleja, como suele suceder en las víctimas de abuso sexual y/o maltrato, que pueden irse fuera de la «ventana de tolerancia a las emociones» 7 por la desregulación emocional que suelen padecer a veces (Ogden y Fisher, 2016). Estas conexiones pueden conllevar una intensa abreacción 8 emocional, pues los recuerdos que se activan, vía visual, de naturaleza traumática, son duros y dolorosos. Otras veces, al contrario, la imagen puede propiciar la desconexión y la distancia emocional como defensa. En este momento (y en otros de esta índole que puedan surgir durante la sesión con la caja de arena) es de vital importancia que la confianza y seguridad en la relación terapéutica puedan ayudar a los pacientes a estabilizarse. El terapeuta acompañará adecuadamente a estos y contendrá la expresión de lo que emerja, ofreciéndoles la posibilidad de que puedan usar algún recurso de regulación emocional (previamente ensayado) que les sea útil. Pero, sobre todo, es fundamental que el terapeuta permanezca a su lado, involucrado y presente, mostrándose contenedor y evidenciando «receptividad empática» (Ogden y Fisher, 2016).
«¡Deja que las miniaturas te elijan a ti!». ¿Te sientes atraído por esta? Entonces, ¡selecciónala! No pienses demasiado y déjate llevar. Tu hemisferio derecho, sede del pensamiento en imágenes, no se equivoca.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, hemos de prever que los clientes no puedan hacer una coexploración verbal de la caja de arena hasta que no estén regulados y manejen las emociones y sensaciones corporales intensas que experimentan, o hasta que no hayan salido de la desconexión o el bloqueo emocional. Como terapeutas hemos de ayudarlos a que, progresivamente, se adentren en la «ventana de tolerancia a las emociones» (Ogden y Fisher, 2016), usando recursos de regulación como «la respiración, el arraigo y la presentificación», todos propuestos por estas autoras. Cuando los pacientes están dentro de esta ventana, ya pueden procesar la información. Si se apartan de los márgenes de esta, estarán demasiado hiperactivados o, al contrario, hipoactivados, con lo cual no procesarán ni elaborarán, sino que reexperimentarán lo traumático sufrido en el pasado. Puede que para estas personas crear la escena en la caja de arena sea suficiente para una sesión, dejando la coexploración para otro día. «No todos los pacientes pueden hacer todas las fases de la caja de arena en una sola sesión» (Rae, 2013). Por ello, si se trabaja con esta técnica con clientes que presentan una traumatización compleja y temprana, es un requisito formarse en los modelos explicativos del apego, la mentalización y la terapia informada por el trauma.
2.4 Fase de coexploración
A continuación, si los pacientes lo desean, el terapeuta los acompaña en la coexploración verbal de lo creado. Es fundamental que no se convierta en una experiencia puramente intelectual y cognitiva. Se trata de que terapeuta y paciente se adentren en el mundo en la arena de tal modo que el primero sea capaz de crear una experiencia conectiva y resonante emocionalmente, que favorezca que las personas se sientan reguladas y permanezcan en los márgenes manejables de activación de la «ventana de tolerancia a las emociones» (Ogden y Fisher, 2016). El mantenimiento de la «armonía relacional» (Benito y Gonzalo, 2017) y una «comunicación neuroafectiva» (Ogden y Fisher, 2016) son mucho más importantes que el principio de querer «entender todo» de la caja de arena, sobre todo con personas cuyo «cerebro está organizado por traumas» (Barudy, 2021). La validación del mundo en la arena de los pacientes y cómo estos se sientan durante el proceso (sentidos y reflejados emocionalmente) es tan importante o más que conocer o desentrañar los significados de lo que han representado en la arena. Estos se les irán revelando poco a poco a lo largo del proceso terapéutico.
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