La LOMCE ha sido un paso adelante significativo para fomentar el emprendimiento en esta etapa educativa, transformándolo de competencia transversal en asignatura específica. La introducción de módulos dirigidos a fomentar la iniciativa emprendedora en los estudiantes para que en un futuro más o menos inmediato puedan tomar la decisión de crear una empresa o establecerse por cuenta propia ha supuesto un fuerte aumento de la presencia del emprendimiento en las aulas españolas durante la ESO y el Bachillerato en prácticamente todas las comunidades autónomas. Sin embargo, el diseño curricular de la LOMCE sigue incompleto en cuanto a la enseñanza económicoempresarial dado que todavía existen itinerarios que permiten a los estudiantes de secundaria finalizar la ESO y el Bachillerato sin cursar ninguna asignatura de esta naturaleza.
Además, el análisis completo del currículo conduce a concluir que la presencia de contenidos directamente relacionados con el emprendimiento en general, y con el emprendimiento social y la responsabilidad social empresarial en particular, sigue siendo más bien escasa. El diseño curricular de la materia de “Iniciación a la actividad emprendedora y empresarial” sigue un planteamiento muy economicista al configurar sus contenidos, esencialmente limitados a cálculos para confeccionar un plan de negocio y a habilidades técnicas para la dirección de empresas. Se soslaya pues el desarrollo de otras habilidades que son consustanciales al espíritu emprendedor, como son la creatividad, la iniciativa y la innovación. Son estas habilidades las más difíciles de enseñar (Rae & Carswell, 2001), pero también las más ricas en potencial de diferenciación del proyecto emprendedor. El curricula debería pues enfatizar el trabajo educativo sobre estas competencias emprendedoras.
Pese a las facetas positivas que la iniciativa emprendedora tiene en sí misma, y a la necesidad de una cultura económica, financiera y empresarial que facilite la adopción de decisiones informadas, hay una corriente crítica con estas enseñanzas por motivos tanto pedagógicos como ideológicos. El parsimonioso despliegue de la educación financiera tiene una de sus aristas en la discusión abierta que existe sobre el valor de estas iniciativas y la posible ideología encubierta que subyaciese tras sus lecciones. Mientras que en una fase inicial hubo un consenso elevado sobre la bondad y la efectividad de los programas de educación financiera al entender que, además de aportar las competencias financieras fundamentales que todo emprendedor debiera controlar, allanaba el camino hacia otras habilidades clave para emprender un nuevo negocio y hacerlo crecer como son la capacidad de planificación, la perseverancia o la resistencia al estrés, en el transcurso de su implantación y análisis han ido surgiendo voces discrepantes que cuestionan aquellas virtudes.
La objeción de mayor enjundia es la crítica ideológica, que se opone al énfasis puesto por la LOMCE en el emprendimiento como eje transversal de la educación primaria y secundaria, y que se suma a oposición ya manifestada anteriormente contra la educación económica, financiera y empresarial. La crítica ideológica de la educación emprendedora y/ de algunos de sus soportes tiene su punto mollar en la tesis de que el refuerzo de la oferta curricular actual con acciones adicionales que incrementen la calidad de la formación emprendedora y sus soportes económico, financiero y empresarial impartidos en secundaria, debería abordarse impregnado de sentido cívico, de principios humanistas y éticos, de compromiso con la sociedad y la sostenibilidad del entorno natural, de modo que desde una edad lo más temprana posible, los futuros emprendedores, innovadores, gestores y economistas adquiriesen un código deontológico y una visión de su desarrollo profesional, que estén guiados por la responsabilidad social y el deseo de aportar al bien común, además del legítimo deseo de progreso personal.
Desde luego, es cierto que, en los manuales actuales, la figura de la libre empresa y del empresario quedan poco alabadas al no insistirse demasiado en la contribución social inherente al acto de emprender y en el papel vital de la empresa y los mercados en la creación de riqueza y bienestar. En bastantes casos, se cae en lugares fáciles y en la generalización al sistema económico de mercado y a sus actores principales (empresa y empresario) de abusos realizados por personas y organizaciones concretas, al considerarlos manifestaciones inevitables de los principios que guiarían su diseño. Pero es igualmente cierto que los mismos textos se limitan a unas breves disquisiciones sobre la responsabilidad social empresarial a la hora de hablar del concepto de empresa y su compromiso con la comunidad; y con un poco más de desarrollo, algunos contenidos sobre la responsabilidad cívicotributaria (Vaquero, 2015).
Por tanto, es necesario que las nuevas generaciones tengan una mirada abierta e inteligente para evitar caer en los trucos publicitarios y los abusos comerciales, financieros o laborales. Pero esta mirada crítica debe extenderse también para capacitarles para enjuiciar los fariseísmos ideológicos y los embaucadores populistas. Es por ejemplo el caso de quienes proclaman como solución a todos los males económicos el avance hacia lo que Marx habría denominado la abolición del mercado de trabajo mediante la implantación de la renta básica universal a escala planetaria. 2Como es también el caso de quienes descalifican genéricamente la gran empresa, abanderando la pyme, e ignoran los pecados y virtudes de cada modelo con una mentalidad constructiva y equilibrada.
Existe pues un debate abierto acerca del punto de si el sistema educativo debe reorganizarse para incorporar a sus métodos, contenidos y organización, los valores que están en la razón de ser del emprendedor (responsabilidad, reconocimiento del mérito, creatividad, iniciativa), y también para enseñar los conocimientos y las habilidades necesarios para conducir iniciativas emprendedoras, haciendo del espíritu emprendedor uno de los ejes inspiradores del proceso formativo desde sus niveles más básicos y fortaleciendo la enseñanza económica, empresarial y financiera.
La reflexión sobre las posibles reformas a introducir en el sistema educativo a fin de fomentar el espíritu empresarial ha originado ya diversos estudios que, como paso previo, se han ocupado de conocer la situación actual en relación al emprendimiento entre el colectivo estudiantil, acompañado según la ocasión de otros posibles informantes (maestros, gestores educativos, progenitores, expertos, etc.). Es el caso de los diagnósticos de la iniciativa y el espíritu emprendedor entre el alumnado andaluz de Primaria, Secundaria y Bachillerato (Romero & Espasandín, 2016).
Consciente de esta situación, la UMH promovió en 2017 la realización de un estudio encaminado a diagnosticar la difusión del espíritu emprendedor (con especial énfasis en el emprendimiento social) de los alumnos de niveles educativos preuniversitarios de la Comunidad Valenciana. Este proyecto de investigación contó con el apoyo de la Consellería de Economía Sostenible, Sectores Productivos, Comercio y Trabajo de la Generalitat Valenciana. Para su ejecución, el promotor del estudio José María Gómez Gras formó un equipo que, atendiendo a la dimensión regional de la investigación, incluyese colaboradores de las otras dos provincias, y en concreto de la Universitat Jaume I y la Universitat de València. Se constituyó así un amplio y experimentado equipo de co-autores a los cuales hay que atribuir colectivamente el mérito de este trabajo.
No se debe olvidar la cooperación generosamente brindada por los responsables de los centros educativos que han participado en el estudio empírico, facilitando el acceso a sus instalaciones y alumnado para someterles a la encuesta preparada al efecto. Hemos de dejar pues constancia de nuestro agradecimiento a Eduardo Morante (Director del IES Mestre Ramón Esteve de Catadau), Mario Yúfera (Director del IES Eduardo Primo de Carlet), María Teresa Ramos-Navarro (Directora General del Grupo Sorolla), Silvia Clariana (Directora de La Devesa School de Carlet), Arantxa Arreizo (Directora de La Devesa School de Elche), M aJosé Sánchez (Directora del Julio Verne School), Filo Tortosa (Directora del Colegio Martí Sorolla), Ester Martínez (profesora de Economía del Centro San Jaime Apóstol de Moncada), Angela Martínez (directora del IES de Albal), Magdalena Maset (profesora de Economía del IES Cid Campeador de Valencia), Vicent Sanantón (profesor de Economía del IES Enric Valor de Picanya), Marina Andreu (Jefa del departamento de Economía del IES Escultor Frances Badía Foios de Valencia), el director del IES l’Om de Picassent, Inmaculada Cardona (profesora de Economía del IES Orriols de Burjassot), Ariadna Reboll (directora del IES Francesc Tárrega de Vila-Real), Cristóbal Bellés (director del IES San Cristóbal de Castellón), Inés Altaba (directora del IES Caminás de Castellón), Pere Rubio (profesor de Economía del IES Llombai de Burriana, el director del Colegio Nuestra Señora del Carmen de Elche), Mateo Millet (profesor de Economía del IES Matemátic Vicent Caselles Costa de Alicante) y Marian Dedompablo (orientadora del Colegio San José Artesano-Salesianos de Elche).
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