Omraam Mikhaël Aïvanhov
La libertad, conquista del espíritu
Izvor 211-Es
ISBN 978-2-85566-347-0
Traducción del francés
Título original:
LA LIBERTÉ, VICTOIRE DE L’ESPRIT
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I
LA ESTRUCTURA PSÍQUICA DEL HOMBRE
(LUGAR Y ACTIVIDAD DEL ESPÍRITU)
Durante toda mi vida sólo he buscado una cosa: cómo ser útil a los seres humanos. Es mi única inquietud, mi sola preocupación. Conozco las condiciones en que viven, no estoy ciego hasta el punto de no advertir las dificultades que encuentran. Y para no dejarse aplastar ni degradar por completo, deben conocer los métodos convenientes que les ayuden a fortalecer cada día su vida interior.
El cuadro que os presento hoy es un resumen de todos los métodos que ofrece nuestra Enseñanza, y que por primera vez aparecen juntos. Pueden parecer una serie de palabras aisladas, sin relación entre ellas, pero una vez explicadas, ligadas y colocadas de nuevo en el conjunto, adquirirán un significado completamente claro.
Este cuadro que podríamos llamar sinóptico, representa una visión de conjunto de la estructura del ser humano y las actividades que corresponden a sus diferentes facultades. Se compone de cinco columnas verticales.
La primera columna indica los principios constituyentes del hombre; el cuerpo físico, la voluntad, el corazón, el intelecto, el alma y el espíritu.
En la segunda columna podréis ver escrito ideal, pues cada principio tiende hacia un ideal que, evidentemente, es distinto para cada uno de ellos.
Para que cada principio pueda alcanzar su ideal, debe ser reforzado, alimentado, nutrido. Por esto la tercera columna lleva el título de alimento.
Las dos últimas columnas están dedicadas al pago, es decir, al precio que hay que pagar para obtener este alimento, y a la actividad, o sea el trabajo a realizar para recibir este pago.
Podréis ver que todas estas nociones están ligadas entre sí de una forma perfectamente clara y lógica.
Para facilitar la comprensión, vamos a comenzar por el cuerpo físico, pues todo el mundo conoce lo que es el cuerpo físico, todo el mundo se relaciona con él: es visible, tangible, es una realidad de la que no se puede dudar.
El ideal del cuerpo físico es la salud; para éste nada es tan valioso y tan esencial como tener buena salud, sentirse vigoroso, lleno de fuerza. Está claro que para tener esa vitalidad es necesario estar bien nutrido con todo tipo de alimentos sólidos, líquidos y gaseosos. Si el cuerpo no recibe esa alimentación, se muere. Para subsistir es necesario comer, hasta los niños lo saben, pero para obtener este alimento hace falta dinero, y para tener dinero hay que trabajar. Ya conocéis la historia... Preguntamos a un picapedrero: “Entonces, Antonio, ¿por qué picas las piedras? – Para tener dinero. – Y, ¿para qué quieres el dinero? – Para comprar macarrones. – Y, ¿para qué quieres los macarrones? – Para comer. Y, ¿ para qué comer? – Para tener fuerza. – Y, ¿para qué tener fuerza? – Para picar las piedras...” Sí, ¡es un círculo vicioso! Entonces, estáis de acuerdo, ¿no es eso? Para comer hace falta dinero, y para tener dinero hay que trabajar, es fácil de entender.
Pero eso que parece tan evidente en el plano físico, nunca pensasteis que lo encontraríais también en los otros planos. La voluntad, el corazón, el intelecto, el alma y el espíritu, tienden también cada uno hacia una meta, y para alcanzar esta meta, cada uno necesita estar alimentado; para tener este alimento, se precisa dinero; y este dinero sólo se consigue realizando un determinado trabajo. Cuando dominéis bien todos los elementos de este cuadro, tendréis la clave de la vida psíquica del hombre.
Evidentemente el cuerpo físico es el soporte de todos los principios más sutiles. El alma y el espíritu, por ejemplo, no están en realidad en el cuerpo físico, pero se manifiestan a través de él, a través del cerebro, del plexo solar, de los ojos... Cuando miráis a alguien con un gran amor, una gran pureza, una gran luz, ¿quién se manifiesta a través de vuestros ojos? Los ojos pertenecen al cuerpo físico, pero el que se manifiesta, el que se sirve de este medio de expresión, ¿quién es? Puede ser el alma, puede ser el espíritu, puede ser Dios mismo... Y si lanzáis a alguien una mirada o palabras terribles que le enfermen, se tratará de fuerzas hostiles que se sirven de vosotros para fulminarlo.
Entonces nuestro cuerpo físico, a menudo, no es más que el soporte y el instrumento de fuerzas benéficas o maléficas que existen en él o fuera de él.
Ahora bien, ¿cuál es el ideal de la voluntad? El poder y la acción, he ahí lo que la voluntad pide. Diréis: pero también puede pedir la sabiduría, la inteligencia, la belleza... No, no son de su ámbito, otros principios se dirigirán a eso. La voluntad se puede mover en pos de la inteligencia o de la creación de una obra de arte, pero no es eso lo que ella quiere; lo único que a ella la mueve es el poder y la acción. No quiere estar inactiva, desea ocuparse, tocar, moverse, cambiar las cosas.
Pero, al igual que el cuerpo físico, la voluntad no puede realizar su ideal sin alimento. Su alimento es la fuerza. Alimentada por la fuerza, la voluntad se vuelve enérgica; sin este alimento se marchita. Y el elemento que para ella corresponde al dinero y le sirve para adquirir la fuerza, es el gesto. Sí, siempre es necesario interrumpir la inmovilidad y la inercia para accionar, estimular y poner en marcha las energías. Habituándose a actuar, a moverse, la voluntad “compra” la fuerza y se vuelve poderosa. El primero de todos los movimientos es la respiración. En el instante que el niño nace empieza a respirar, y en ese momento todos los otros procesos se ponen en funcionamiento...
Para obtener el dinero que permitirá “comprar” el alimento para la voluntad, es necesario habituarse a practicar ciertos ejercicios como aquellos que postula nuestra Enseñanza: ejercicios de respiración, de gimnasia,1 la paneuritmia2...
Todos ellos están concebidos para fortalecer la voluntad. Claro está que vosotros podéis añadir muchas otras actividades de la vida cotidiana que no es necesario enumerar; ya las conocéis, son numerosas, pero aquí yo sólo hablo de ejercicios que conciernen más particularmente a la vida espiritual.
Pensaréis que estos ejercicios no pueden desarrollar la voluntad, que solamente sirven para dar vitalidad al cuerpo físico o incluso alegría al corazón... Es cierto, porque todo está ligado. Por el momento, para que se comprenda mejor, separo los planos, atribuyendo a cada uno lo que le corresponde, pero, en realidad, los principios son inseparables. Cuando efectuáis ejercicios de respiración o movimientos de gimnasia el cuerpo también se beneficia, la salud mejora, el vigor se desarrolla y os sentís mejor dispuestos, más alegres, con las ideas más claras; esto es evidente porque nada está aislado, todo está relacionado.
Veamos ahora el corazón. El ser humano posee una facultad de sentir y de emocionarse a la que llamamos corazón. No se trata del corazón físico que se estudia en anatomía y fisiología y que es el principal órgano de la circulación de la sangre, una especie de bomba hidráulica. Nosotros hablamos aquí del verdadero órgano de la sensación y de la emoción, localizado en el plexo solar. Ya os he hablado mucho de él3 y todavía tendré ocasión de volver sobre este tema.
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