Omraam Mikhaël Aïvanhov
LOS ESPLENDORES DE TIPHERET
El sol en la práctica espiritual
Traducción del francés
ISBN 978-84-939263-3-5
Título original:
Les splendeurs de Tipheret
Le soleil dans la pratique spirituelle
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I
Surya-yoga
El sol, centro del universo
Todo lo que existe en la tierra está contenido en estado etérico en el sol
I
Sin duda, mis queridos hermanos y hermanas, habéis observado, que cuando el sol aparece, la naturaleza está silenciosa, atenta; se recoge como si quisiera recibir algo del sol. Durante unos minutos la tierra, los animales, los insectos, los árboles, todo se serena y se calla, incluso los pájaros... Los pájaros se despiertan antes de la salida del sol, están alegres, vuelan, cantan, pero cuando el sol empieza a salir, se detienen un momento... Sólo los hombres siguen haciendo ruido; son los únicos que no han comprendido nada. Toda la naturaleza se calla, pero ellos siguen atropellándose, hablando, gritando, como si este acontecimiento que afecta al universo entero no tuviese ninguna importancia. Ahí es donde se ve cuán irrespetuosos e ignorantes son, porque no saben aprovechar todos los beneficios que aporta la presencia del sol...
Y vosotros, que venís cada mañana a la salida del sol a la Roca*, ¿por qué venís?
* En el Bonfín, desde el primer día de la primavera hasta el final del verano, los miembros de la Fraternidad Blanca Universal, se reúnen sobre una prominente roca para meditar mirando la salida del sol (Nota de los editores).
Algunos, para hacer como los demás; otros, para admirar un bello espectáculo... ¿Pero cuántos vienen para hacer un trabajo grandioso y comprender, por fin, lo que es el sol? Muy pocos. Por eso, me gustaría hablaros del significado y de la importancia del sol, de las posibilidades y de las riquezas que nos da, para que tengáis nociones claras que os ayudarán a hacer un gran trabajo espiritual.
Actualmente se habla mucho del yoga. Ya os dije algo al respecto cuando os presenté las diferentes clases de yoga que existen y que proceden, sobre todo, de la India y del Tibet, pero también de China, Japón, Egipto, Persia... Porque todas las religiones tienen su yoga, incluso el cristianismo. Sí, los cristianos han practicado siempre la adoración, la oración, la contemplación, la abnegación, el amor hacia el Creador, éste es el aspecto predominante de la religión cristiana y, en la India, se llama Bhakti-yoga, el yoga de la devoción, de la adoración, del amor espiritual. Este yoga conviene sólo a algunos temperamentos. Pero otros temperamentos, tienen cualidades y dones diferentes y hay que darles, por lo tanto, otras posibilidades. Numerosos son los caminos que llevan hacia el Creador. Los cristianos se han limitado a una sola vía que es además maravillosa, no hay que criticarla, pero los hindúes, en cambio, son más ricos, han dado muchos otros métodos.
Para los que están hechos más bien para el estudio, la reflexión filosófica, el trabajo del pensamiento, los hindúes han dado el Jnani-yoga, el yoga del conocimiento para que puedan unirse al Señor por la vía de la inteligencia.
Hay otros que no tienen esta inclinación por la ciencia y la filosofía, como tampoco ganas de arrodillarse, de contemplar y de adorar: tienen una voluntad poderosa, energías para gastar, una gran abnegación. Quieren servir a los demás, quieren trabajar. El Karma-yoga está hecho para ellos, es el yoga de las obras, de las realizaciones, de los deberes que hay que cumplir sin esperar pago ni recompensa. El Karma-yoga es el yoga de la acción gratuita y desinteresada.
Para aquéllos que quieren dominarse, controlar sus instintos, sus impulsos y sus tendencias inferiores, existe el Radja-yoga: gracias a la concentración y al autodominio, también ellos consiguen alcanzar al Eterno, fundirse con Él, y se convierten en “reyes” (radja significa rey) de su propio reino. El Kriya-yoga es el yoga de la luz: pensar en la luz, conocerla, comprenderla, rodearse de colores, introducirlos dentro de uno mismo y proyectarlos a su alrededor. Éste es un trabajo magnífico, es el yoga de Babadji.
El Hatha-yoga es, para aquéllos a los que les gusta hacer ejercicios físicos, realizar toda clase de posturas, de âsanas como se las denomina: doblarse, retorcerse, hacerse un ovillo, estirarse, ponerse boca abajo, levantarse, hacer pasar las piernas por detrás de la cabeza, etc... Estos ejercicios, basados en el conocimiento preciso de los centros que se ponen en funcionamiento al tomar tal o cual postura, exigen mucha voluntad y perseverancia. El Hatha-yoga es el más propagado en Occidente, pero los pobres Occidentales no tienen el temperamento ni la constitución de los Orientales, ni las condiciones de calma y de silencio para practicarlo, y muchos acaban desequilibrándose física y psíquicamente. ¡Cuántos me han confesado que habían abandonado el Hatha-yoga porque sentían que se estaban desequilibrando! Hay que ser muy prudente. Yo nunca he aconsejado a los Occidentales la práctica de este yoga.
El Agni-yoga es el yoga del fuego: pensar en el fuego, trabajar con el fuego, despertar el fuego en uno mismo. Puesto que el fuego es el origen de toda la creación, el Agni-yoga es también un camino que conduce hacia el Creador.
El Chabda-yoga, el yoga del Verbo, consiste en pronunciar ciertas fórmulas – o mantras – en un momento determinado, un número determinado de veces, con tal o cual intensidad... El Verbo es un poder, y aquél que sabe cómo actuar con este poder obtiene grandes resultados.
Me gustaría hablaros ahora de un yoga que supera a todos los demás: es el yoga del sol. Ya era conocido en el pasado: los Griegos, los Egipcios lo practicaban, así como los Persas, los Aztecas, los Mayas, los Tibetanos... Ahora ha sido abandonado, sobre todo en Occidente. Como en sánscrito al sol se le llama surya, le damos a este yoga el nombre de “Surya-yoga”. Éste es mi yoga preferido porque reúne y resume por sí solo todos los demás yogas. Sí, ¿por qué no reunir todos los yogas en uno sólo?
El discípulo de la Fraternidad Blanca Universal no puede seguir siendo un ser estrecho, limitado, porque representa al hombre de la nueva vida que debe desarrollarse en todos los dominios. Debe actuar con un desinterés absoluto: y esto es el Karma-yoga. Debe buscar a Dios, amarle, adorarle: esto es el Bhakti-yoga. Debe meditar, concentrarse para llegar a dominarse, a gobernar todo el pueblo de sus células: esto es el Radja-yoga. Cuando está sentado en meditación en la Roca, o cuando ejecuta los movimientos de nuestra gimnasia por la mañana, o los de la Paneuritmia, hace, si queréis, ¡Hatha-yoga!... Proyecta luz y colores, se rodea de un aura luminosa: es el Kriya-yoga. Se concentra en el fuego, y éste le da la posibilidad de quemar todas sus impurezas: es el Agni-yoga. Procura, sin cesar, ser dueño de su palabra, no pronunciar palabras que separen a los seres, que introduzcan en ellos la duda o el desánimo, y se esfuerza, al contrario, en ser un creador de la nueva vida: es el Chabda-yoga. Finalmente, se concentra en el sol, lo ama y lo busca, lo considera como una puerta que se abre al cielo, como la manifestación de Cristo, el representante de Dios: es el Surya-yoga. El discípulo que lo practica no rechaza ninguno de los otros yogas, al contrario, se convierte en un ser completo, vive en la plenitud.
Os muestro el nuevo ideal, el nuevo modelo de la humanidad que se crea en la Fraternidad Blanca Universal: seres cuyo ideal es desarrollar todas las cualidades y virtudes. Porque en el Surya-yoga, la adoración está comprendida, la sabiduría está comprendida, el poder está comprendido... y asimismo la pureza, la actividad, la abnegación, la luz, como también el fuego sagrado del amor divino. Por eso, los próximos días, voy a ocuparme de presentaros el yoga del sol, para que sepáis lo que es y qué beneficios recibís viniendo cada mañana a ver la salida del sol.
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