6 En las décadas más recientes, la historiografía europea ha mostrado mucho interés en el desarrollo de la óptica y su impacto en el progreso de las ciencias en el siglo XVII. En su reciente artículo «Most rare workmen: optical practitioners in Early XVII century Delft», Huib J. Zuidervaart y Marlise Rijks han señalado cómo el interés que se vivió en la república holandesa en la fabricación de lentes y su utilización en las nuevas observaciones del universo y del mundo microscópico obedeció a las nuevas preocupaciones de la filosofía natural y del racionalismo. Véase Zuidervaart y Rijks: «Most Rare Workmen: Optical Practitioners in Early XVII Century Delft», p. 55, The British Journal for the History of Science , 1, vol. 48 (marzo 2015), pp. 53-85. La utilización de dichas lentes permitió que el ser humano pudiera acercarse a los remotos cuerpos celestes, lo mismo que al hasta entonces desconocido universo de lo microscópico.
7 Entre los estudios más recientes e interesantes sobre el tema se encuentra el trabajo de Fernando R. de la Flor: Pasiones frías. Secreto y disimulación en el Barroco hispánico.
8 Flor: Pasiones frías... , pp. 124-126.
9 Fernando R. de la Flor explica cómo la cultura barroca se caracterizó, entre otras cosas, por «la fabricación de los prototipos de las personae , de las máscaras, cuyo repertorio infinito [se ofrecía entonces] como novedad a la disponibilidad de los sujetos». Véase F. R de la Flor: Pasiones frías... , p. 129.
10 Son muchos los autores que han insistido en la importancia de entender los orígenes teológicos del concepto de persona. De acuerdo con Mariano Moreno Villa, fue la teología la que aportó dicho concepto a la filosofía y no a la inversa, como a veces se cree. Moreno Villa: El hombre como persona , p. 13. También Roger Smith ha señalado la necesidad de comprender los orígenes teológicos de dicho concepto. Smith: «Self Reflection and the Self», en Roy Porter, Rewriting the Self... , p. 50.
11 Bedos Rezak: L’individu au Moyen Age... , p. 26.
12 Bedos-Rezak ha estudiado la historia cristiana de estos conceptos y señala que si bien esta religión retomó el concepto latino de individuus para referirse a todo aquello que tenía la cualidad de indivisible, el término no estuvo exento de polémicas y discusiones. Así, por ejemplo, una de los primeros aspectos problemáticos de aquel término fue que también la Trinidad era una e indivisible y, sin embargo, esta estaba formada por las tres personas de Dios. Bedos Rezak: L’individu au Moyen Age , pp. 26-29. Tal como se dirá más adelante, en un principio, el propio término persona se utilizó para entender a la Santísima Trinidad y no al hombre. Véase Moreno Villa: El hombre... , p. 13.
13 Moreno Villa: El hombre... , p. 14.
14 Ya en otro momento expliqué la importancia que tiene en la historia de la construcción de la conciencia individual en Occidente que el pacto, la alianza o berith entre Jeovah y el hombre sea una relación recíproca y personal. Véase E. R. Soberón: Así en la Tierra como en el Cielo... , p. 32.
15 Moreno Villa: El hombre... , p. 12.
16 M. Mauss: Sociología... , p. 323. Mauss afirmó que la persona era «una de las categorías del espíritu humano». M. Mauss: Sociología... , p. 309.
17 Moreno Villa: El hombre... , p. 16.
18 Algunos clásicos latinos como Horacio y Cicerón también hablaron de la persona como el rol o el personaje que los sujetos representaban en diferentes momentos de su vida. Bedos Rezak: L’individu au Moyen Âge... , p. 27.
19 Mauss: Sociología... , p. 330.
20 Mauss: Sociología... , p. 330. Fue entre los siglos II y IV cuando el pensamiento cristiano incorporó este sentido moral a la noción de persona. Mauss: Sociología... , p. 327.
21 Smith: «Self Reflection and the Self», en Roy Porter, Rewriting the Self... , p. 50.
22 Smith: «Self Reflection and the Self», en Roy Porter, Rewriting the Self... , pp. 50-52.
23 Roger Smith enumera todos estos ejemplos para explicar el fenómeno del que se está hablando. Smith: «Self Reflection and the Self», en Roy Porter, Rewriting the Self... , pp. 50-52.
24 La obra clásica para comprender el proceso de consolidación de la monarquía criolla novohispana en el siglo XVII es la de David Brading: Orbe indiano. De la monarquía católica a la república criolla, 1492-1867.
25 En su libro Crisis y recomposición social. Nueva España en el tránsito entre los siglos XVI y XVII , María Alba Pastor plantea que entre 1570 y 1630, el virreinato de la Nueva España vivió un periodo de intensos cambios culturales y sociales que resultó en la consolidación de un nuevo orden y un nuevo proyecto colonial. Véase Pastor: Crisis... , p. 7.
26 En los últimos años, muchos historiadores dedicados al estudio de la Nueva España han puesto en tela de juicio el significado del concepto de «casta», así como la validez de hablar de la sociedad novohispana como una sociedad de castas. En su lugar, dichos autores han preferido explorar el concepto de calidad. Entre los historiadores que se han ocupado de definir qué era la calidad de las personas se encuentra Pilar Gonzalbo, quien ha señalado que la calidad era un concepto complejo que involucraba muchos factores, a diferencia del concepto de casta, que parecería mucho más rígido y cuyo uso para clasificar a los sujetos habría sido más bien ficticio en el caso de la Nueva España. Véase Gonzalbo: Vivir en Nueva España... , p. 66. En el libro coordinado por Nikolaus Bötcher, Bernd Hausberger y Max S. Hering Torres: El peso de la sangre. Limpios, mestizos y nobles en el mundo hispánico también se discute sobre el concepto de la calidad.
27 Uno de los trabajos más sugerentes para el tema de la pluralidad y fluidez de las identidades personales novohispanas es el de Raffaele Moro: «Las identidades plurales de José Agustín Saucedo (alias Santa María, alias Pedro Martínez (1751-1792)», Relaciones. Estudios de historia y sociedad , 139, vol. XXXV (verano 2014), pp. 93-126.
28 Las frases entrecomilladas se han tomado textualmente de La interpretación de las culturas de Geertz. Las que están entre corchetes se adaptaron para el caso de este estudio. Véase Geertz: La interpretación... , pp. 20-26.
29 Como el resto de los testigos, Ana de Vega reprodujo estas palabras cuando describió el ritual arriba referido. Inquisición, vol. 429, exp. 4, año 1647, f. 277.
30 Entre las manifestaciones que Ana de Vega quiso mostrar como pruebas fehacientes de su devoción, ella mencionó este detalle. f. 241.
31 Inquisición, vol. 429, exp. 4, año 1647, ff. 241-243.
32 Inquisición, vol. 429, exp. 4, año 1647, f. 249.
33 Inquisición, vol. 429, exp. 4, año 1647, f. 230.
34 Inquisición, vol. 429, exp. 4, año 1647, f. 220.
35 Cuando el doctor González Parejo recomendó llamar a Ana de Vega, dijo que «él no entendía aquella enfermedad». Inquisición, vol. 429, exp. 4, año 1647, f. 229.
36 Inquisición, vol. 429, exp. 4, año 1647, f. 229.
37 Inquisición, vol. 429, exp. 4, año 1647, f. 212.
38 Los hechos de la historia fueron narrados de manera muy similar en las declaraciones que Francisco Sambrano y su madre hicieron contra Ana de Vega. También, en la declaración que hizo Juan García Sambrano contra la curandera. Después de haberse negado a hablar en las tres primeras audiencias, la propia curandera también narró los mismos hechos.
39 Inquisición, vol. 429, exp. 4, año 1647, f. 229.
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