cultiva de tu manos... (vv. 843-854).
Apolo de estos mayorales dice que son:
Ambos de mi cabeça
y de mi mano música, ornamento,
corona de entereça,
grata afabilidad para instrumento. (vv. 779-782)
Y, al despedirse, recomienda cooperación con ambos a los «cuydosos pastores» (vv. 937-942). Alexis y Dafnis son los « pastores geminos , qui ut coeli lumina fulgent » ( PP . v. 331), como los que Llanos celebró en su visita al colegio de S. Ildefonso, el Provincial Mendoza acompañado de Váez, procurador (Osorio 1979, 54). La transposición resultaba fácil: Páez será Alexis, y Váez, nuevo Provincial, Dafnis, que sucede a aquel Dafnis memorable. Como Lícidas o Mopso son portavoces de Llanos, aquellos mismos nueve pastores serán quienes, junto a Apolo, Flora y Pomona, canten encomiásticamente a Alexis y al nuevo Dafnis.
Inseparables, imprescindibles y gemelos sienten los pastores mexicanos a Alexis y a Dafnis. Imprescindibles, como muestra el apego a ambos de los mexicanos, que se resisten a perder a Alexis (égloga 5.ª: « vestrisque obsistere votis », v. 479). Gemelos los reconoce el poblano Palemón, por lo que, si se tiene uno, bien se puede ceder al otro (vv. 473, 478, 491, 516) y por qué temer si uno de ellos se va, pues queda el otro: « adest alter , quid deinde timendum est ?» (vv. 443, 447). Son gemelos, en cuya presencia todo florece 67 , o en cuya ausencia todo fenece. Lo primero sucederá en el Perú con la presencia de Alexis (vv. 483-485, Lícidas, peruano), o en México, según los pastores poblanos y peruanos, con Dafnis (vv. 486-490, 501-522): es como si estallara la primavera (vv. 531-539), efectos que se describen tras la fórmula anafórica: Ut cum vere novo gaudet :
Ut cum vere novo gaudet pulcherrimus annus
flos viget , herba viret nitidos fons excitat haustus
induitur frondes , et pomis affluit arbos
laetus arat , laetusque cupit , serere arva colonus ,
omnia sic vobis fausto dabit omine Daphnis . (vv. 545-549)
Trad.: ‘Como cuando, en primavera, ríe hermosísimo el tiempo, brota la flor, verdea la hierba, la fuente borbota límpidos sorbos, se visten las frondas y el árbol rebosa de frutas, contento ara y contento desea sembrar los campos el labrador, así Dafnis os dará todo con presagio favorable.
Y, de modo semejante, en vv. 555-559; 565-569.
Pero en México la ausencia de Alexis acarreará desgracias sin cuento, según Títiro:
Fronde reor silvas carituras , arbore fontes
ac me praesidio , et carae dulcedine vitae
si et mihi , si et silvis , si et montibus absit Alexis . (vv. 467-469)
Trad. : ‘¡Creo que los bosques perderán su fronda; las fuentes, árboles; y yo me veré privado de la fuerza y la dulzura de la estimada vida, si a mí, si a los bosques, si a los montes falta Alexis!’.
Sin Alexis, sucederá como cuando recrudece el invierno (fórmula anafórica: Ut cum saevit hiems) :
Ut cum saevit hiems atris comitata procellis
flos cadit , herba aret , nitidos fons abnegat haustus
exuitur frondes , et pomis deficit arbos ,
moestus arat , moestusque timet , serere arva colonus ,
omnia sic nobis si carus desit Alexis . (vv. 540-544)
Trad.: ‘Como cuando recrudece el invierno, acompañado de negras tormentas, cae la flor, se seca la hierba y la fuente niega límpidos sorbos de desnudan las frondas y el árbol pierde sus frutas, y el labrador ara entristecido y triste teme sembrar los campos, así resultará todo para nosotros, si falta el caro Alexis.
Y, de modo semejante, en vv. 550-554. 560-564. La estrategia de peruanos y mexicanos resulta la base de los mayores elogios de ambos. Los peruanos tienen que exaltar al máximo a Dafnis para que les cedan a Alexis. Los mexicanos tienen que hacer imprescindible a Alexis para retenerlo. Los campos peruanos perecen sin mayoral. Temen los mexicanos que les suceda lo mismo si prescinden de quien hasta ahora los guiaba. Y no les vale que les digan que, en premio a su generosidad, les venga del cielo la bendición. El requerido milagro del acuerdo, del desempate, solo podrá obrarlo un dios, es decir, Apolo (v. 570ss), que aparecerá literalmente como deus ex machina , según describe la acotación tras el v. 588 y de inmediato anuncia el coro: «...Apolo acordará vuestra discordia».
6. Loores son que realza el ornato retórico. Ante los jóvenes estudiantes que representan y escuchan (a ellos, con ruptura de la ilusión escénica podría dirigirse Mopsus en v. 578: « vos iuvenum quam sit discordia concors dicite »), Cigorondo debe ofrecer dechados de virtud como el de estos varones ejemplares. También debe enseñar a proponerlos como tales de manera atractiva y, como maestro, envueltos en el manto de la Retórica. Es posible advertir en este Colloquio los tres géneros que Aristóteles proponía en su Retórica (I, 1358a-b): el deliberativo del consejo, el judicial del triunfo en asunto disputado y el apodíctico, que incluye panegírico o sátira. Muestras del género deliberativo se dan en la exposición de los comportamientos modélicos de los mayorales loados y mencionados y en los discursos de Apolo. Pero también, dado el prestigio de lo alegórico, en los coros 3.º (vv. 210-241, tempus fugit ) y 4.º (vv. 395-412: la inconsciencia infantil); también en otros: en el 1.º, prólogo que busca disponer al público para el espectáculo; o en el 2.º, que revela al público el sentido de la acción (vv. 115-126). Ejemplo de género judicial es el pleito propuesto en la égloga 5.ª y, después, la sentencia oracular de Apolo como corona.
No obstante, en este Colloquio celebrativo y encomiástico, el género predominante naturalmente es el panegírico o apoteosis, que pone de relieve las cualidades personales, mediante una acción y una elocución en un discurso pleno de ornato: tropos y metáfora como el símbolo de los pastores o de los niños pastores. De este modo, se propone un ejemplo de virtud letrada , con el género pastoril, de tan encarecido reconocimiento como la égloga clásica, vivificada por los humanistas (Petrarca, Navagero...) y trasplantada a las letras renacentistas, igualmente apreciada bajo forma de églogas (recitables o representables) o libros de pastores, por reconocidos escritores tanto de España como de Ultramar, Cervantes o Balbuena. Por lo demás, ya desde Virgilio sirvió la égloga para el panegírico o apoteosis y resultaba una joya de gran precio con su juego de alegorías y símbolos, como bien sabía Juan del Encina. Dentro de este género cabe la yuxtaposición y mezcla de la mejor poesía latina y castellana, el uso de discursos, monólogos, relatos o el diálogo ágil, más que por los versos compartidos, que son pocos, por la ausencia de monólogos extensos: incluso el largo oráculo de Apolo se interrumpe dos veces con intervención de sus acólitas, el coro y la breve intervención de tres pares de pastores. Las réplicas son normalmente breves, en latín: las de uno y dos versos son tantas como el conjunto de las más extensas y, entre estas, la mayoría son de 3 a 5 versos. En verso castellano, salvo Apolo, que se extiende, tras una introducción de 16 sextetos-lira en tres momentos más, cada uno de ellos de 9 sextetos-lira y de las diosas por tres veces en sendas coplas con estribillo de 12 versos cada una. Los pastores, normalmente no recitan más de un sexteto-lira o estrofa alirada en cada intervención y en algún caso lo comparten (vv. 993-1004). Para el Argumento basta un soneto. El debate da viveza y emoción a la expresión. Es notable el colorido de la naturaleza en flor y vistosa la presencia de un pájaro. Y, además, está la música de los coros, que organiza las unidades, al mismo tiempo que instruye, persuade o sosiega.
Читать дальше