Julio Verne
(Clásicos de la literatura)
e-artnow, 2015
Contacto: info@e-artnow.org
ISBN 978-80-268-3526-4
Veinte mil leguas de viaje submarino
Parte 1 Parte 1 Índice
Capítulo 1 Un escollo fugaz
Capítulo 2 Los pros y los contras
Capítulo 3 Como el señor guste
Capítulo 4 Ned Land
Capítulo 5 ¡A la aventura!
Capítulo 6 A todo vapor
Capítulo 7 Una ballena de especie desconocida
Capítulo 8 «Mobilis in mobile»
Capítulo 9 Los arrebatos de Ned Land
Capítulo 10 El hombre de las aguas
Capítulo 11 El «Nautilus»
Capítulo 12 Todo por la electricidad
Capítulo 13 Algunas cifras
Capítulo 14 El río Negro
Capítulo 15 Una carta de invitación
Capítulo 16 Andando por la llanura
Capítulo 17 Un bosque submarino
Capítulo 18 Cuatro mil leguas bajo el Pacífico
Capítulo 19 Vanikoro
Capítulo 20 El estrecho de Torres
Capítulo 21 Unos días en tierra
Capítulo 22 El rayo del capitán Nemo
Capítulo 23 «Aegri somnia»
Capítulo 24 El reino de coral
Parte 2
Capítulo 1 El océano Índico
Capítulo 2 Una nueva proposición del capitán Nemo
Capítulo 3 Una perla de diez millones
Capítulo 4 El mar Rojo
Capítulo 5 «Arabian Tunnel»
Capítulo 6 El archipiélago griego
Capítulo 7 El Mediterráneo en cuarenta y ocho horas
Capítulo 8 La bahía de Vigo
Capítulo 9 Un continente desaparecido
Capítulo 10 Las hulleras submarinas
Capítulo 11 El mar de los Sargazos
Capítulo 12 Cachalotes y ballenas
Capítulo 13 Los bancos de hielo
Capítulo 14 El Polo Sur
Capítulo 15 ¿Accidente o incidente?
Capítulo 16 Sin aire
Capítulo 17 Del cabo de Hornos al Amazonas
Capítulo 18 Los pulpos
Capítulo 19 El Gulf Stream
Capítulo 20 A 47º 24’ de latitud y l7º 28’ de longitud
Capítulo 21 Una hecatombe
Capítulo 22 Las últimas palabras del capitán Nemo
Capítulo 23 Conclusión
Alrededor de la Luna
Introducción - Donde se resumen los hechos ocurridos en “De la Tierra a la Luna”
Capítulo 1 Tomando posiciones
Capítulo 2 La primera media hora
Capítulo 3 Instalación
Capítulo 4 Un poco de álgebra
Capítulo 5 Los fríos del espacio
Capítulo 6 Preguntas y respuestas
Capítulo 7 Un momento de embriaguez
Capítulo 8 A setenta y ocho mil ciento catorce leguas
Capítulo 9 Consecuencias de una desviación
Capítulo 10 Los observadores de la Luna
Capítulo 11 Fantasía y realidad
Capítulo 12 Detalles orográficos
Capítulo 13 Paisajes lunares
Capítulo 14 La noche de trescientas cincuenta y cuatro horas
Capítulo 15 Hipérbola y parábola
Capítulo 16 El hemisferio meridional
Capítulo 17 Ycho
Capítulo 18 Cuestiones graves
Capítulo 19 Lucha contra lo imposible
Capítulo 20 Los sondeos de la Susquehanna
Capítulo 21 Llamamiento de J. T. Maston
Capítulo 22 El salvamento
Capítulo 23 Conclusión
La vuelta al mundo en ochenta días
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
XXII
XXIII
XXIV
XXVI
XXV
XXVII
XXVIII
XXIX
XXX
XXXI
XXXII
XXXIII
XXXIV
XXXV
XXXVI
XXXVII
Viaje al centro de la Tierra
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Miguel Strogoff
PRIMERA PARTE
1. UNA FIESTA EN EL PALACIO NUEVO
2. RUSOS Y TÁRTAROS
3. MIGUEL STROGOFF
4. DE MOSCÚ A NIJNI-NOVGOROD
5. UN DECRETO EN DOS ARTÍCULOS
6. HERMANO Y HERMANA
7. DESCENDIENDO POR EL VOLGA
8. REMONTANDO EL KAMA
9. EN TARENTA NOCHE Y DÍA
10. UNA TEMPESTAD EN LOS MONTES URALES
11. VIAJEROS EN APUROS
12. UNA PROVOCACIÓN
13. SOBRE TODO, EL DEBER
14. MADRE E HIJO
15. LOS PANTANOS DE LA BARABA
16. EL ÚLTIMO ESFUERZO
17. VERSOS Y CANCIONES
SEGUNDA PARTE
1. UN CAMPAMENTO TÁRTARO
2. UNA ACTITUD DE ALCIDE JOLIVET
3. GOLPE POR GOLPE
4. LA ENTRADA TRIUNFAL
5. «¡ABRE BIEN LOS OJOS! ¡ÁBRELOS!»
6. UN AMIGO EN LA GRAN RUTA
7. EL PASO DEL YENISEI
8. UNA LIEBRE ATRAVIESA EL CAMINO
9. EN LA ESTEPA
10. EL BAIKAL Y EL ANGARA
11. ENTRE DOS ORILLAS
12. IRKUTSK
13. UN CORREO DEL ZAR
14. LA NOCHE DEL 5 AL 6 DE OCTUBRE
15. CONCLUSIÓN
Veinte mil leguas de viaje submarino
Índice
Índice
Capítulo 1
Un escollo fugaz
Índice
El año 1866 quedó caracterizado por un extraño acontecimiento, por un fenómeno inexplicable e inexplicado que nadie, sin duda, ha podido olvidar. Sin hablar de los rumores que agitaban a las poblaciones de los puertos y que sobreexcitaban a los habitantes del interior de los continentes, el misterioso fenómeno suscitó una particular emoción entre los hombres del mar. Negociantes, armadores, capitanes de barco, skippers y masters de Europa y de América, oficiales de la marina de guerra de todos los países y, tras ellos, los gobiernos de los diferentes Estados de los dos continentes, manifestaron la mayor preocupación por el hecho.
Desde hacía algún tiempo, en efecto, varios barcos se habían encontrado en sus derroteros con «una cosa enorme», con un objeto largo, fusiforme, fosforescente en ocasiones, infinitamente más grande y más rápido que una ballena.
Los hechos relativos a estas apariciones, consignados en los diferentes libros de a bordo, coincidían con bastante exactitud en lo referente a la estructura del objeto o del ser en cuestión, a la excepcional velocidad de sus movimientos, a la sorprendente potencia de su locomoción y a la particular vitalidad de que parecía dotado. De tratarse de un cetáceo, superaba en volumen a todos cuantos especímenes de este género había clasificado la ciencia hasta entonces. Ni Cuvier, ni Lacepède, ni Dumeril ni Quatrefages hubieran admitido la existencia de tal monstruo, a menos de haberlo visto por sus propios ojos de sabios.
El promedio de las observaciones efectuadas en diferentes circunstancias una vez descartadas tanto las tímidas evaluaciones que asignaban a ese objeto una longitud de doscientos pies, como las muy exageradas que le imputaban una anchura de una milla y una longitud de tres permitía afirmar que ese ser fenomenal, de ser cierta su existencia, superaba con exceso todas las dimensiones admitidas hasta entonces por los ictiólogos.
Pero existía; innegable era ya el hecho en sí mismo. Y, dada esa inclinación a lo maravilloso que existe en el hombre, se comprende la emoción producida por esa sobrenatural aparición. Preciso era renunciar a la tentación de remitirla al reino de las fábulas.
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