1 ...6 7 8 10 11 12 ...16 Pero ya en los comienzos del siglo XVI representaban estudiantes a pastores junto al Turia con Partenio Tovar, que los trajo de Sena (Italia), y por el alto Ebro enseñaba a sus alumnos Fernando de Prado, Bachiller de la Pradilla (F 2418), con églogas en honor de su obispo calagurritano (1499, F 2416) u honrando a Felipe el Hermoso a su paso por Vitoria (1502, F 2417), que pertenecía a su diócesis. Y más adelante, tras las églogas de Mal Lara en Salamanca y en Sevilla, empieza la demostración de los jesuitas en Córdoba y Sevilla, P. P. de Acevedo y otros desde 1555 62 . No habrá que buscar en otra parte, sino ver en esta práctica hispánica que respondía a un movimiento global, la explicación de la floración de la égloga en Nueva España, que Arróniz y otros quieren rasgo propio de los jesuitas de México (Arróniz 1979, 179). Pero lo propio de ese cultivo de la égloga entre los jesuitas novohispanos es la proporción de las obras dramáticas de este género conservadas, fruto, más que de la suerte, de las copias de Llanos y Cigorondo, de su logro artístico y del aprecio del género en todos los Estudios.
Practica Cigorondo en su teatro varios géneros dramáticos, como lo hacían sus coetáneos, de los que no nos quedan muestras, pero sí noticias, con temas bíblicos, hagiográficos, eglógicos o senequistas en forma de tragedias (por ejemplo la intitulada Oçio ), comedias líricas con sus trofeos, églogas del Navidad como la Égloga pastoril al Nacimiento del Niño Jesús (F 859) 63 y la Écloga del Nascimiento (F 865), que echan mano del esquema del teatro religioso tradicional hasta en la lengua usada. Del mismo modo, atavía autos sacramentales como ceremonias de grado , incluido el vejamen, en el Coloquio del Santísimo en metáfora de grado de doctor (F 864); estructura una comedia hagiográfica en disputa teológica en el ámbito pastoril de los Pastorum lusus cuius subiectum Maria Magdalena est , o presenta situaciones educativas como Églogas del engaño o Comedia del hombre (F 860) con pastorcillos y en un Juego de cuatro niños . Y en todo ofrece, más que otra cosa, coloquios, que otorgan libertad para la mezcla de géneros, flexibilizando esquemas demasiado rígidos; acudiendo a coloquios como conjunto de églogas, en las que si no busca fomentar la devoción, pretende el elogio o panegírico de personas distinguidas, tan propia de la égloga, tejiendo la guirnalda de su apoteosis, como en el Colloquio a lo pastoril a la electión ...., que estamos presentando.
Como otras obras de Cigorondo, la estructura del Colloquio a lo pastoril es compleja. La Comedia a la gloriosa Magdalena está organizada en tres «Trofeos», cada uno de ellos con tres «Elogios». La Comedia del hombre , también llamada Égloga o Églogas del Engaño , está articulada (en lo que se nos conserva, pues está incompleta), en cuatro «Bucólicas», cada una de las cuales contiene tres «Églogas». Pero, si atendemos a su argumento, podemos deducir que la obra constaba de cinco «Bucólicas», cada una de ellas de tres «Églogas». El Coloquio al Santíssimo en metáfora de doctor resulta una serie de laudationes por un cuádruple doctorado, Jesús-el Santísimo, más vejamen. Nuestro Coloquio se enmarca en esa línea de complejidad y, comparado con las composiciones de Llanos que conocemos (más sencillas y tradicionales, menos dramáticas), este Colloquio es un espectáculo complejo y rico en cualquiera de sus niveles. Se trata de un Coloquio , que, por tanto, también podría llamarse diálogo . Pero, siendo coloquio a lo pastoril , también Égloga(s) , pues contiene, según articula el autor el texto, no menos de cinco. Pero también va más allá, hacia la comedia , pues en el espectáculo se potencia el enredo y el drama, y recibe elementos de las representaciones regulares (comedia y tragedia), abriéndose con un argumento y cerrándose, aunque no se acote, con un epílogo y resultando sus églogas a modo de actos: cinco actos o tres, según veamos. Tras el Argumento, como en la tragedia, hay coros con diversas funciones (hasta siete explicitan las acotaciones, dos más se anuncian en el texto recitado). La acción, a pesar de su articulación externa en cinco églogas y el oráculo o sentencia de Apolo, puede verse (también) articulada en dos partes muy marcadas (por vehículo lingüístico, duración, personajes…). Forman la primera las cinco églogas latinas: 494 versos del total de 1058: el 48,5% de la obra. La segunda parte va en variedad de metros castellanos: sextetos-liras, romance, letras o letrillas con sus estribillos. Esta parte o vertiente se articula en un coro a modo de obertura para la entrada (que exige otro a su salida) de Apolo con séquito de diosas: Flora y Pomona. Apolo, con su oráculo (vv. 13, 636, 736, 944), sentencia el pleito (« litem », v. 572; «discordia» -v. 590; «contienda», v. 634), planteado en la primera parte, para lograr la «concordia» (v. 732) de los pastores de México y del Perú.
Pero no hay que exagerar el corte por uso de distinta lengua entre las supuestas primera y segunda parte. No debe olvidarse que el Colloquio se abre con un soneto en castellano con función de Argumento, y las églogas o escenas latinas llevan antepuesto o pospuesto en los cuatro primeros casos un sumario o meditación lírica sobre la acción en verso castellano en forma de coros cantados. Tampoco, que, dada la presencia de Argumento (como, al final, Epílogo o despedida), el autor demuestra que tiene en la mente una estructura dramática en tres, cuatro o cinco unidades de acción (actos), que todas ellas, por modernidad o clasicismo, podía utilizar Cigorondo (la Tragedia intitulada Oçio , de 1586, tiene tres actos – Alonso Asenjo 2006, lxxxvi y ss). Esta exigente organización de la acción, frente a las laxas estructuras de la égloga, responde también a la preceptiva dramática, con planteamiento, nudo y desenlace, o, siguiendo a Escalígero, protasis , epitasis , catastasis y catastrophe (más el anteacto).
Aclaremos la cuestión: destaca un prolongado debate y gran tensión dramática en la égloga 5.ª, que, en dos casos (tres o cinco actos), constituiría el nudo; en el otro (con cuatro) correspondería a la catastasis , o clímax, a la que seguiría la cuarta unidad de acción, llamada desenlace (caso de tres actos), o catastrophe (si cuatro). Si a la sentencia de Apolo, muy extensa, se le concede rango de acto, la concordia de los pastores constituiría otro, por lo que, de rebote, las cuatro primeras églogas formarían también dos; uno solo, si pensamos en tres unidades: planteamiento, nudo y desenlace.
Optando por los tres actos, en el primero tenemos el planteamiento de la acción (cuatro primeras églogas o escenas), que sucede de camino o en el campo: en la 1.ª, comentan los pastores peruanos, entrando en Puebla, « madidae Tlaxcalidos arva » (‘los húmedos campos tlaxcaltecas’: v. 36), los trabajos y pesares sufridos en su ya largo peregrinaje para conseguir al mayoral Alexis (v. 33ss); 2.ª: afán de los pastores mexicanos por tener regalos dignos de su afecto y agradecimiento hacia Alexis: « parantur Alexi » (v. 137); 3.ª: los pastores poblanos, ya en territorio de México (« Habes Tenuxtlitania rura » –v. 249), animan a los del Perú: lograrán sus deseos, pues harán ver a los mexicanos que, teniendo al ínclito Dafnis, al que ya conocen, inteligente y virtuoso, de atento oído y buen juicio, cuidadoso, experto, lo tienen todo (vv. 422-430), nada tienen que temer (« quid deinde timendum est ?» –vv. 443. 447) y pueden ceder a Alexis: « nec pro tali Daphnide detur Alexis ?» (vv. 473. 478. 491. 516); en la 4.ª escena ya tienen los mexicanos el regalo completo, con los pájaros. Pero alguien se llevó las coronas entretejidas. Afortunadamente, dejó unas cítaras en su lugar.
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