1 ...7 8 9 11 12 13 ...16 En el segundo acto, o nudo, los nueve pastores están reunidos en la Ciudad de México. Falla la estrategia de los mancomunados del sur frente a los mexicanos, que por nada del mundo cederán a Alexis, ni siquiera por Dafnis, quien —les dicen los peruanos— es como la primavera. Pero este no hace menos necesario para los mexicanos a Alexis, por quien sienten indecible afecto:
... e nostris pateremur cedere silvis
illum , cuius amor pastorum e pectore cedet ,
fixa movebuntur propriis dum sedibus astra
mellis apes studium linquent , nidosque columbae ,
coniugium turtur , praedam lupus , arbuta caprae ?
(vv. 433-437; idem v. 461ss)
Trad.: ...¿Podremos soportar que salga de nuestros bosques aquél cuyo amor solo saldría del pecho de los pastores, si las estrellas fijas pudieran moverse de su punto, si las abejas pudieran dejar su trabajo con la miel y el nido las palomas, las tórtolas separarse, dejar el lobo su presa, las cabras los madroños?
Nada lo suple (vv. 492-500). Su ausencia acarreará graves inconvenientes (vv. 467s; 540ss. 550ss. 560ss). Por eso, amor, piedad y mérito reclaman resistir a las exigencias de los peruanos: « Tendere in adversum , vestrisque obsistere votis / suadet amor , pietasque iubet , meritumque reposcit» (vv. 479ss). Alexis es también dispensador imprescindible de bienes y escudo y garantía frente a males. Para todos está claro que el pleito necesita un juez o árbitro, que entre pastores no puede ser sino Apolo: « Omnibus una salus atque omnibus unus Apollo est » 64 .
En el acto tercero, acude solícito y solemne el invocado Apolo y dicta sentencia, que acatarán, satisfechas, todas las partes.
Los actos son breves, aunque prolongaba el espectáculo la intervención de los coros, una quinta parte al menos de los versos (204 versos) y mayor el tiempo invertido en su ejecución musical: alrededor del 20% del tiempo.
Curioso resulta el sin duda buscado artificio del número 3 o sus múltiplos: 9 son los pastores, los coros también fueron 9, pues las diosas Flora y Pomona, que, según la acotación explícita « Canta el choro lo que las diosas an dicho », habían oído cantar su primera intervención (vv. 703-726), ellas mismas invitan a repetir a coro sus otras dos intervenciones (vv. 795ss con 80ss, y 879ss con 889ss), como por tres veces tres parejas mixtas de pastores del Perú y de México subrayan como en un estribillo, las tres primeras secciones del oráculo de Apolo (vv. 727ss; 809ss; 891ss, como los corean cada vez Flora y Pomona y, finalmente, un coro (vv. 949-968). Y después de este último coro (desde el v. 969), dos veces intervienen en el mismo orden cada uno de los pastores del Perú y de México (salvo la intromisión extra chorum de Palemón en vv. 1001-1004, rubricando la sentencia de Apolo), enmarcados por la intervención de obertura y la de cierre de los poblanos. Menalcas, uno de ellos, propone el Epílogo.
Parecería que la acción de la égloga 4.ª carece de Coro. Pero, si no lo tiene introductorio, lo tiene meditativo de reflexiones sobre la acción vista. Y esto porque, pese a su brevedad textual (24 versos de breve réplica o compartidos) y movida acción de valor entrañable y risueño, a la manera de juego para los muchachos actores y entretenimiento para el público. Refuerza este carácter el espesor verbal de las églogas 3.ª (139 versos) y 5.ª (176 versos), pues entre ambas queda encerrada esta. (Son 82 y 83 los versos de las escenas 1.ª y 2.ª respectivamente.) La Égloga 4.ª tiene, además, una función muy importante, no solo como contrapunto del elogio de Dafnis en la Égloga 3.ª, que ahora encuentra Alexis, para quien, desde la Égloga 2.ª, tenían preparada la corona y guirnalda, a la que se había de añadir el hermoso regalo de un pájaro, sino porque se produce el todavía involuntario y, por tanto, anticipatorio intercambio entre pastores mexicanos y peruanos a través del símbolo de la corona (triunfo del esfuerzo y la perseverancia) y de la cítara, que es acuerdo o concordia (vv. 1023-1028).
Tal es la elaborada estructura, que muestra la maestría dramatúrgica de su autor, con elementos y materiales de gran variedad, contraste y colorido. Gemidos y entusiasmos, ansiedades y esperanzas en el marco de una naturaleza exuberante y tropical, entre poesía, relación de poemas y músicas de coros, con referencia a la riqueza de los territorios (v. 819ss) y esperanzas de futuro (vv. 837-842).
Lograda resulta, pese a los estereotipos que pueblan las Arcadias, la caracterización de los pastores. Menos se destacan los pastores en sus rasgos individuales, aunque a modo de portavoces se presentan respectivamente Alfesibeo, Palemón y Sileno. A Alfesibeo quiere Palemón imponer la corona o guirnalda (v. 359). Destacan los dos últimos, diputados para ofrecer los símbolos a los honrados, corona y cítara (v. 1010 s). Palemón, además, pronuncia un elocuente monólogo de la Égloga 3.ª (vv. 250-287), clama al cielo para que intervenga en la interminable contienda (« O coeli sidera ... » , v. 574ss) y tiene una determinante y aceptada intervención en vv. 1001-1004.
Los tres grupos, de peruanos (Lícidas, Coridón y Alfesibeo), poblanos (Palemón, Menalcas y Melibeo) y mexicanos (Sileno, Mopso, Títiro), tienen destacada personalidad, pues notable es la variedad, riqueza y contraste de acción, actitudes y sentimientos. Ahí está el cansancio y desesperanza de los peruanos, su « anxia cura »:
Quod si fata viam nobis utcumque negarint
sive diu optatum spes tarda negarit Alexin ,
stat , Meliboee , mori (vv. 242-244).
Trad.: Si los hados nos negasen una salida o si la esperanza perezosa nos negase al deseado Alexis, solo nos queda, Melibeo, la muerte.
Mirados como grupo, los mexicanos son duros e irreductibles negociadores: « Auxilii spei nulla mei » (‘No esperéis mi ayuda’: Mopso, v. 418): ceder a Alexis es imposible; así que es perder el tiempo seguir con la exigencia (Mopso, v. 523). Palemón, poblano, es la voz de la sabiduría y la prudencia; Melibeo es el artista sensible a la poesía, a la música... Coronas y también liras o cítaras, aportadas por mexicanos y peruanos desde la égloga 2.ª, intercambiadas como por olvido ( ca . vv. 187, 208 y v. 345ss) y símbolo de un acto propiciatorio de la fortuna para el triunfo de la causa de los mancomunados: « victricia signa / serta ferant; o sic di nostra incepta secundent » (‘Ojalá que estas guirnaldas / símbolo sean de triunfos. Ojalá los dioses favorezcan lo iniciado’: v. 364ss, 381ss), muestran al fin su simbolismo en su entrega trocada a los dos mayorales homenajeados (v. 1005ss). Viveza y acción trepidante muestran los pastorcicos mexicanos; sosiego y calmo razonar, los poblanos. Fuerte contraste igualmente se da entre pastores y divinidades, entre pastores y los mayorales Alexis y Dafnis, que asisten pasivamente a la asamblea en que se les rinde homenaje. Es deliciosa la escena de los pastores mexicanos, enseñándose los pájaros cazados: el ruiseñor y un vistoso papagayo, que se ponen a amaestrar para que pueda repetir el nombre de Alexis:
Silenus: Miraris achantida pictam .
Tityrus: Psitace , quando meum cantabis Alexin ? Alexin! (v. 379s).
Trad.: Silenus: ¿No te parece encantador mi papagayo?
Tityrus: Lorito, ¿cuándo llamarás cantando a mi querido Alexis?
Canta: ¡Alexis!.
Tenso, dramático y vibrante es el debate o pelea por Alexis; solemne y pomposa, la aparición y discursos de Apolo. Ritual, la entrega de regalos a los mayorales.
Y todo está en función de la exaltación de los pastores: de todos los pastores presentes entre el público o ya ausentes; de los que representan a los auténticos pastores del Perú, Puebla y México, que, si posible, nos resulta difícil individualizar, por más que los que más destacados quedan son los mayorales, Páez y Váez. Dafnis por Váez, nuevo Provincial de la de Nueva España de la Compañía de Jesús; y Alexis, por Páez, Provincial saliente, nombrado Visitador del Perú. Ya su mismo disfraz pastoril de Dafnis y Alexis proclama su exaltación, su apoteosis, de tal manera que este Colloquio a lo pastoril tal podría denominarse y, desde luego, como tal recibirse. Naturalmente, porque «apoteosis» no es ‘deificación’, sino «ensalzamiento de una persona con grandes honores o alabanzas» ( DRAE ). En este Colloquio tenemos el de dos personas, bajo disfraz bucólico.
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