1 ...6 7 8 10 11 12 ...29 Ciertamente, las amenazas externas han sido decisivas en la afirmación y difusión de los conceptos de patria, nación y patriotismo. Así sucedió en Portugal como en España, también con la afirmación de idearios nacionalistas liberales, articulados en torno al principio de la autodeterminación nacional. Hasta la invasión francesa de 1807 se usaban con más frecuencia los conceptos de monarquía y reino que el de nación . Monarquía y reino incluían el territorio europeo y también los territorios ultramarinos (como sucederá después en la Constitución portuguesa de 1822). En España como en Portugal «la monarquía abarcaba (...) toda la extensión de los dominios de Su Majestad católica», era «un enorme complejo pluricontinental». 30 En Portugal, en el siglo XVIII y antes, la monarquía coincidía y se identificaba con el reino. En ocasiones se escribía «Monarquía y sus dependencias» (1732) o «Reinos y sus dominios» (1771). 31 Lo que no ponía en cuestión el sentido unitario del Estado –en contraste con España, una monarquía compuesta que comprendía reinos y provincias.
Hasta las revoluciones liberales el concepto de nación era también usado, pero sobre todo restringido a los estamentos privilegiados. Era la nación de los nobles, no de la totalidad de los pueblos. 32 Se estaba lejos de la identificación de la nación con el pueblo, como sucederá en el célebre ensayo de enero de 1789 de Sieyès, ¿Qué es el Tercer Estado? Este teórico francés oscilaba entre un concepto político y jurídico, el de la nación como «cuerpo de asociados que viven según una ley común y son representados por la misma legislatura », y un concepto primordialista: «la nación existe antes de todo, ella es el origen de todo. Su voluntad es siempre legal, es la ley misma. Antes que ella y por encima solo existe el derecho natural». 33 Lo que no resulta demasiado sorprendente. En verdad, el de nación era un concepto ambiguo, y no es extraño que se usara indistintamente con el de patria. Sin embargo, por el contexto podemos percibir las diferencias.
En 1821, en el inicio de uno de sus textos más famosos, Almeida Garrett, introductor del Romanticismo y uno de los más destacados teóricos del pensamiento político liberal en Portugal, afirmaba triunfante: «Ya tenemos una Patria, que nos había robado el despotismo». 34 Identificaba así patria con libertad y ciudadanía y se oponía al despotismo (aunque ya desde el siglo XVIII el concepto de patria evolucionaba hacia adoptar el sentido de Estado, es el caso de Jaucourt en la Encyclopédie ). En ese sentido se había hablado de los «mártires de la Patria», aquellos que habían dado su vida por ella (caso de Gomes Freire de Andrade, ejecutado por los ingleses), portadores de la virtud res publicana . El mismo Garrett se aplicó a explicitar lo que entendía por nación: «Una reunión de hombres, cualquiera que sea su número, cualquiera que sea la extensión de su territorio, que tiene leyes, que tiene una forma de gobierno; he aquí lo que es una nación. La necesidad de ayuda mutua une a los hombres en familias; la necesidad une a las familias entre sí, forma las ciudades, constituye las naciones». 35 Ambos conceptos (patria y nación) tienen una dimensión política. Pero en el caso de Garrett, más próximo a Jaucourt, Rousseau y el antes citado Sieyès, nación envuelve una idea de organización política y jurídica, una idea de estado, una ética.
Justo antes, en Portugal (y no solo en la Francia revolucionaria), en diciembre de 1808, en plena ocupación francesa, en una proclama de los gobernadores del Reino surgirá ya el concepto de «nación levantada en masa», nación en el sentido de pueblo unido y soberano de soldados-ciudadanos que vencería a un ejército enemigo de «mercenarios». 36 Este era el concepto revolucionario de nación, movilizado ahora contra los franceses. Durante las invasiones francesas en Portugal (1807-1811), también los conceptos de patria y patriotismo se generalizaron en una abundante literatura panfletaria de resistencia contra los ocupantes, que eran calificados muy negativamente como «opresores», «usurpadores», «bárbaros» o incluso «judíos». 37 Entre tanto, la resistencia a la ocupación napoleónica se desplegó sobre todo en nombre del trono y del altar, lo que no debe sorprendernos: en Portugal la influencia de los ideales liberales y, en particular, la influencia de los afrancesados era muy limitada, más limitada que en España.
Nación era a veces usada en sentido de imperio, donde se incluía a portugueses y brasileños, Portugal y Brasil comprendidos como partes de la misma monarquía, o sea del mismo Estado (ejemplo de ello fue el periodista Hipólito José da Costa, en 1814 redactor del Correio Braziliense ). Al igual que la Constitución de Cádiz en relación con los españoles, la Constitución portuguesa de 1822 establecía que «La nación portuguesa es la unión de todos los portugueses de ambos hemisferios» (artículo 20) y que el territorio respectivo formaba el «Reino Unido de Portugal, Brasil y los Algarves», pasando después a detallar sus partes en los distintos continentes. 38
El concepto de nación adquirió una evidente centralidad política en el contexto de las revoluciones del sur de Europa de 1820. Generalmente usado en un sentido abstracto, construido por las élites, fue siempre considerado el conceptoclave del lenguaje político, aunque a veces patria ocupaba ese lugar. Tal vez patria generaba un «mayor consenso que el de nación» (este último concepto tendrá mayor carga política, como sugiere Juan Francisco Fuentes para el caso de España). 39 Es posible que así fuera en determinados contextos. Patria tenía una dimensión afectiva, emocional, más evidente que nación . Remite a su origen etimológico: pater (‘padre’), mientras que nación se refiere a nacimiento ( natio ). Ya Cicerón establecía una distinción entre una patria geográfica, natural (el lugar donde se nace, patria loci ), y una patria de derecho, por ciudadanía ( patria civitates ). 40 El uso de patria era en ocasiones más frecuente en el decenio de 1810 (sin embargo, como se ha señalado, se usó indistintamente con nación ). Es la tierra de los padres, el origen y humus sacralizado, es la herencia (existe el deber de transmitirla). Como señala Fernando Catroga, ya sea cronológica u ontológicamente, nación es posterior a patria. De manera muy expresiva, remarcando el carácter precedente de patria, Ortega y Gasset dirá que «el patriotismo es ante todo la fidelidad al paisaje». 41
Tal como patria, el patriotismo era también una virtud asociada a la libertad y al antidespotismo. 42 Patria y patriotismo son palabras de las que todos los sectores políticos decimonónicos se apropian. Incitan a la acción. Contra los otros, los enemigos de la nación: castellanos, españoles, franceses y más tarde ingleses (contra estos, sobre todo en la crisis de 1890-91, cuando el Ultimátum británico que impidió la construcción de un gran imperio en el África austral desde la costa de Angola a la costa de Mozambique).
Había en todo ello una evidente politización de las palabras. Los liberales se identificaron a sí mismos como patriotas y a veces como revolucionarios, desde finales del siglo XVIII. El concepto de nación tenía un carácter más abstracto que el de patria (este último puede remitir a la tierra de los padres, mediando entre la esfera privada y la esfera pública nacional), lo que no impidió que a través de ella se hubiesen definido actitudes muy concretas. Lo cierto es que en la Constitución portuguesa de 1822 (art. 94), tal como en la Constitución francesa de 1791 y en la Constitución de Cádiz, cada diputado representaba a la nación y no «a la división que lo elige». 43 La representación remitía al origen del poder, al todo nacional: a la nación.
Читать дальше