1 ...6 7 8 10 11 12 ...20 »Bien, creo que todos estarán de acuerdo conmigo en que, independientemente de si se trató o no de un exterminio de especies por parte del Homo sapiens , y si ese «algo» fue la causa, o no, de la aparición de un lenguaje más sofisticado, repito, en lo que estarán de acuerdo conmigo es en que en el Homo sapiens de hace 70.000 años aparecieron una, o varias, mutaciones en el ADN de sus genes que le permitieron evolucionar y por tanto desmarcarse de sus parientes más cercanos.
»¿Está de acuerdo con esta afirmación, Dr. Erans? –le preguntó Jimmy con sarcasmo, a lo que este y los demás prestigiosos profesores de la primera fila asintieron moviendo apenas la cabeza.
»Pero todos sabemos que las mutaciones del ADN de los genes no generan especies nuevas por sí mismas, sino que incrementan la diversidad de una población, dando lugar a un conjunto de individuos con genes diferentes, sobre los cuales puede actuar la selección natural. Sin embargo, desde que Darwin formuló estos postulados, hemos aprendido que la selección natural no premia los cambios genéticos como tales, sino que tiende a conservar los genes que funcionan bien, por lo tanto, es evidente que la selección actuó conservando la mutación o mutaciones que tuvo el Homo sapiens de hace 70.000 años, ¿seguimos estando de acuerdo todos? –Sin apenas darles margen, Jimmy se dispuso a continuar con su ataque.
–Salvo por un matiz… –interrumpió el joven Dr. Milan, la mano derecha del azote del MIT.
Jimmy detectó el peligro, la intervención de Milan significaba que la batalla había empezado de verdad. Auténtico conocedor de cómo funcionaba una jauría, sabía que cuando el macho alfa –en este caso, el azote del MIT– dejaba paso a que un joven macho atacase, era la señal para que todos los demás se envalentonasen y diesen un paso al frente, la presa empezaba a estar lista para ser devorada.
–Espero ansioso ese matiz, Dr. Milan –replicó Jimmy.
–Su planteamiento es correcto, pero desde mi humilde punto de vista, hay un aspecto que chirría un poco. Me explicaré, una mutación o mutaciones tan relevantes como de la que estamos hablando, ¿tuvo lugar en tan poco tiempo? Lo que nos hizo dar el salto evolutivo, lo que nos permitió alcanzar la cima del árbol filogenético de la evolución, ¿solo necesitó unas pocas decenas de miles de años? ¿cómo lo explica, Dr. Andersen? Algo no cuadra, como le digo, ¿no será que su argumento está equivocado y que todo empezó muchísimo antes?, es decir, si asumimos que los Homo sapiens aparecieron hace más de 150.000 años, ¿no será que la mutación o mutaciones de las que usted habla empezaron a ejercer sus efectos desde ese instante? ¿Por qué concentrar todo lo que pasó en el punto temporal de 70.000 años? No creo que, de pronto, apareciera una mutación de este enorme calado y que, de la noche a la mañana, nos convirtiéramos en la especie dominante del planeta. Creo, sinceramente, que la evolución tiene lugar siempre de una forma continua, no puntual, como usted está proponiendo.
–Brillante disertación, Dr. Milan, brillante –replicó Jimmy–, pero ni por un instante he querido insinuar que ese «algo» ocurriese en unas miserables decenas de miles de años. Lo que he dicho, y lo repito, es que las evidencias que tenemos, a partir de los estudios fósiles, nos muestran que hace exactamente 70.000 años el Homo sapiens empezó una nueva etapa evolutiva, caracterizada por una innovadora industria lítica y que, al mismo tiempo, tuvo lugar la extinción del Homo neanderthalensis en el Oriente Próximo y luego, después de 40.000 años, la de todas las demás especies del género Homo en el resto del planeta. Si ese «algo» empezó a fraguarse 100.000 años antes, o muchos más, pues perfecto, pero lo que afirmo es que las evidencias científicas de que disponemos nos llevan a los puntos temporales 70.000 y 30.000. No obstante, si aparecieran nuevas evidencias que demostraran otros puntos temporales, nos harían cambiar la fecha de aparición de ese «algo», pero no nos harían cambiar ese «algo». ¿Está usted de acuerdo?
El joven macho alfa, recogiendo la cola entre las piernas, asintió con la cabeza y calló. Jimmy miró a los ojos al Dr. Erans y le envió de nuevo una sonrisa irónica. Desde la última fila, Alisha gozaba al ver a su nuevo jefe luchar como un auténtico león en medio de una batalla que empezaba a ponerse interesante.
–Bien, si me permiten, retomaré la línea iniciada hace breves instantes. Una o varias mutaciones genéticas aparecieron en nuestra especie y se vieron favorecidas por la selección natural, haciendo que evolucionáramos. Si eso es cierto, como así parece, tendremos que contestar a varias preguntas comprometidas –deliberadamente, mantuvo una pausa durante unos segundos.
Desde el estrado, Jimmy pudo apreciar los típicos movimientos de serpenteo que hace una audiencia cuando sus cuerpos se mueven en los asientos, signo de que empiezan a sentirse incómodos. El golpe era genial, Jimmy sabía que había tocado hueso y que estaba empezando a llegar el momento apropiado para iniciar el ataque. Pero como un buen general, curtido en grandes batallas, para esta ocasión había cambiado su clásica estrategia. En primer lugar, utilizaría la artillería pesada para desgastarlos, después la fuerza aérea, con su pesada carga, minaría sus defensas y, por último, para rematarlos, la ruda infantería haría el trabajo sucio y los destruiría por completo. De esta forma apenas tendría bajas en sus filas. A golpe de fracasos, había aprendido. Jamás volvería a confrontar de entrada, cuando lo había hecho, el cuerpo a cuerpo con el ejercito enemigo había dejado a sus argumentos en muy mal estado. Esta vez, por fin, cambió la estrategia y parecía que le estaba yendo bien.
–Antes de formularles la primera pregunta, permítanme hacer una pequeña introducción del tema. El pasado año, en abril del 2003, empezaron a aparecer los primeros datos de la secuenciación del genoma humano completo con los primeros estudios de comparación con otras especies. Ahora sabemos que el chimpancé y el bonobo comparten casi el 99% de nuestros genes. En cuanto a los neandertales, los resultados son espectaculares y nos dicen que compartimos con ellos nada menos que el 99,7%. Esta altísima homología nos está diciendo que el código genético, casi en su totalidad, ha sido respetado y no ha sufrido cambios o mutaciones a lo largo de millones de años. Parece ser que todos los primates elaboramos, a partir de nuestros genes, proteínas muy similares que ejercen un trabajo casi idéntico. Es evidente que los grandes simios son nuestros parientes vivos más cercanos y que los Homo neanderthalensis fueron nuestros primos hermanos. La primera pregunta es, por tanto, evidente. Si solo un 0,3% nos diferencia del neandertal, la mutación o mutaciones que hicieron que seamos lo que somos deberían estar en esa pequeña parte de nuestro genoma, ¿no es así? –Repasó con la vista el auditorio, y todos permanecían callados.
»Si esta pequeña diferencia la referimos al número total de genes, todo se complica más. ¿Y por qué? Pues, como bien sabemos, los Homo sapiens , tenemos unos 21.000 genes y según estos números, apreciados colegas, tan solo 60 genes deberían ser diferentes entre los neandertales y nosotros. Cuando digo «que se complica más» no lo digo porque sí, lo digo porque si tenemos en cuenta que muchas de las diferencias presentes en el genoma se observan en los mismos genes, entonces entenderemos que la diferencia es aún muchísimo menor. Vamos, que desde el punto de vista genético somos muy parecidos y posiblemente nos diferenciamos solo en unas pocas decenas de genes. Por lo que, nos guste o no, todos los miembros del género Homo tenemos casi los mismos genes, y sí, aunque tenemos diferencias, a primera vista, nuestras facultades mentales, muchísimo más desarrolladas que en los neandertales, no se explicarían por una diferencia de tan solo unas pocas decenas de genes.
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