1 ...7 8 9 11 12 13 ...20 »En consecuencia, al abrigo de estos datos, se nos hace muy difícil poder concluir que las pequeñas variaciones en el genoma son las que producen profundos efectos en nuestra capacidad mental. No parece, por tanto, que estemos ante un problema cuya solución se base en la cantidad de genes o en grandes diferencias en la secuencia de ellos. La realidad apunta hacia otra dirección.
La audiencia parecía estar absolutamente desorientada. Por primera vez se estaban enfrentando a evidencias científicas que mostraban que nuestros genes no parecían ser tan importantes como creía la comunidad científica.
–Entonces, les pregunto, queridos colegas, ¿las diferencias no deberían ser mucho más significativas para aportar luz sobre cómo surgió nuestra mente y ese «algo», hace 70.000 años? –les clavó profundamente la daga de la duda. –Les puedo afirmar que hasta la fecha nadie ha sido capaz de identificar la nueva mutación ni sus nuevos genes.
»Claro que también otros tratan de explicar este problema diciendo que las facultades mentales de los seres humanos no tienen un origen material y que vendrían dadas por una fuerza sobrenatural, a la que muchos llaman Dios. Pero ese tema, si les parece, lo dejamos para nuestras tertulias de café, aquí estamos para hablar de ciencia y no de creencias y religiones.
Los gemidos y las respiraciones profundas se oyeron en toda la sala y en ese momento, las caras de todos los profesores y, en especial, las de los de la Santísima Trinidad, mostraron como el entrecejo se les iba frunciendo progresivamente. Jimmy dejó caer su bolígrafo al suelo, por detrás del atril, no podía evitar sonreír y, al recogerlo, algunos pudieron oír algo parecido a una carcajada. La batalla estaba transcurriendo tal y como la había planeado. La artillería pesada empezaba a destruir las torretas y muros del castillo, había llegado el momento apropiado para que la fuerza aérea descargara toda su pesada y mortífera carga. Xavier y Alisha, desde la última fila, estaban disfrutando, veían como les estaba dando bien fuerte y nadie osaba preguntar nada. Solo se atrevió el Dr. Bacon, por lo que el contrataque iba a ser desesperado, pero intenso.
–Llegados a este punto, quisiera aportar un comentario –dijo.
Jimmy tragó la saliva que había estado inundando placenteramente su boca hasta ese momento, el ataque del director del MIT sería duro, de eso estaba seguro.
–Dr. Andersen, tengo que reconocer que el planteamiento que ha utilizado ha sido ingenioso, ciertamente perspicaz, pero desde mi punto de vista contiene enormes falacias científicas. En su anterior exposición de hace tres meses nos presentó, llamémosle, su nueva idea, hipótesis o proyecto, me cuesta mucho definirlo, que llamó, si no recuerdo mal, Proyecto Darwin-Lamarck. Lo que sí recuerdo perfectamente es que con ese proyecto, al parecer también revolucionario, como no podía ser de otra manera viniendo de usted –puntualizaba cada palabra, mientras forzaba una falsa cara de asombro–, intentaría cambiar el paradigma de cómo descubrir nuevos medicamentos a partir de la biodiversidad. Su idea no era muy diferente a la de las medicinas naturales y el chamanismo, vaya. En su presentación expuso el loable pero, según nuestra opinión, impracticable anhelo de que los países originarios de estos recursos naturales, según usted todos en el hemisferio sur, fuesen los exclusivos propietarios de los futuros medicamentos. Con todo ello era más que evidente que lo que perseguía era cambiar el equilibrio de poder y lograr la consabida redistribución de la riqueza en el mundo. En fin, Dr. Andersen, le recuerdo que a pocas manzanas de aquí existe una universidad, de donde han salido varios premios Nobel de economía. Yo procuraría centrarme en las ciencias biológicas…
Un joven alumno del centro del auditorio intentó reprimir una risa que se oyó como un rebuzno y el resto de la audiencia murmuró un poco.
»Hoy nos está intentado explicar que el ADN de nuestros genes no es importante y que el genial Charles Darwin y todos los evolucionistas, así como todos los biólogos moleculares y bioquímicos del siglo XX, estaban equivocados. Se atreve a decir que este ADN apenas sirve para nada, pues no ha cambiado entre las diferentes especies del género Homo . Eso amigo mío, es otra auténtica locura, como la de su proyecto Darwin-Lamarck, ¿se da cuenta realmente de lo que dice? Le aconsejo que sea más cauto y piense en las consecuencias que pueden tener tales afirmaciones. Y por último, sí, no me avergüenza decir que muchas personas creemos que las facultades mentales de los seres humanos no se sustentan en una base material, y es obvio que no están adscritas a ningún gen, tal y como usted a dicho, es más, creemos que son producto de la obra de Dios y para decir esto no necesitamos ninguna charla de café, simplemente lo creemos.
El ataque fue a la línea de flotación de Jimmy. Lo había acusado de cometer falacias científicas, había dejado al proyecto Darwin-Lamarck a la altura de la pseudociencia y lo había amenazado con graves consecuencias si continuaba por esa línea de pensamiento y además se había atrevido a decir que el origen de la mente del ser humano era divino y no material. Era evidente que el Dr. Bacon se había cansado de oír las sandeces de Jimmy.
Alisha empezó a sentir miedo y a preguntarse con quién había ido a trabajar y por qué había dejado tan alegremente el King´s College. Xavier no dejaba de mirar la cara de su padre y le sorprendía que después de recibir con estoicismo la reprimenda pública de su director, apenas había cambiado su semblante, seguía estando sonriente y relajado, y no comprendía por qué. Empezó a preocuparse.
Jimmy miró con detenimiento a la Dra. Damon y al Dr. Erans, así como a todos los demás profesores e investigadores principales de la primera fila. Las caras revelaban felicidad, brillaban sus ojos y los semblantes ya no mostraban ningún entrecejo fruncido, sino todo lo contrario. Pero lo que ninguno sospechaba era que el momento de los entrantes había acabado y que ahora vendrían el plato principal y los postres, y que, por lo especial del momento, en esta ocasión el champán también correría a cuenta de Jimmy.
–Dr. Bacon, antes de contestarle a la pregunta, si me lo permite, quisiera preguntarle si ha tenido la oportunidad de revisar los datos publicados hace tan solo una semana respecto al Genoma Humano, en particular los que hacen referencia al ADN basurade nuestros cromosomas.
–No, lo siento, el ADN basura de nuestros cromosomas, que como todos sabemos fue descrito a mediados de los años setenta del siglo pasado, nunca fue uno de mis temas de investigación y creo que seguirá siendo así durante mucho tiempo, no tengo por costumbre perder mi tiempo leyendo cosas relacionadas con la basura –saltó Bacon, sensiblemente molesto por el tono de Jimmy.
Las carcajadas ya no se disimularon, el rumor se extendió por las treintaicinco filas, que disfrutaban de la batalla.
–Entiendo, Dr. Bacon, pero, si no le importa, quisiera extender la misma pregunta a toda la audiencia, ¿alguien ha revisado los datos del ADN basura publicados a partir de la secuenciación de todo el genoma humano presente en nuestros cromosomas?
–Dr. Andersen, usted de verdad cree que si el Dr. Bacon, nuestro director, no pierde su tiempo en temas relacionados con la basura, ¿nosotros lo deberíamos perder?, ¿no sabe que para eso ya lo tenemos a usted? –fue el azote del MIT quien, relamiéndose, tomó la palabra.
La algarabía alcanzó niveles de feria de pueblo, los miembros de la Santísima Trinidad ya no ocultaban sus amplias sonrisas, y Alisha, en la última fila, quería morirse. Su cerebro estaba desbocado y solo hacía que preguntarse: «¿Cómo he sido capaz de mandar por tierra toda mi experiencia en el King´s College para cruzar el atlántico y venir a trabajar con el hazmerreír del MIT?» Ella quería ganar el premio Nobel de Medicina y así no lo conseguiría jamás. No sabía dónde ni como ponerse y Xavier, aunque conocía a su padre, por mucho que se esforzaba, no era capaz de ver por ninguna parte a Baco ni a sus bacantes. Jimmy se mordió el labio inferior, mascullando para sí mismo: «Vale, pues por ser unos mediocres os merecéis perecer ahogados en el mar de vuestra pestilente ignorancia, así que adelante, que salgan todos los aviones y suelten toda su mortífera carga».
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